lunes, 26 de octubre de 2020

¿DÓNDE ESTÁ MI BOCADILLO?

Foto "El Norte de Castilla"
El lunes, poco antes de que me tuviese que levantar, me despertaron las voces de Juan Carlos, el Gordo, desde la puerta de la calle.

-Señá Jose, ábrame la trasera.

En lo que él se preparaba para comenzar su labor -alguna obra menor de albañilería- yo desayuné y dispuse el material para ir a la escuela. Quiso la fortuna que desde la ventana viese cómo el Gordo dejaba el bocadillo del almuerzo envuelto en papel de periódico sobre un estante de herramientas. Haciéndome el longuis, salí a la calle por el corral con ojos golosos cargando la media barra larga en la cartera.  

Llegado el momento, el Gordo fue a por su tentempié. Primero, sorpresa. Después de afanarse en una búsqueda estéril, mueca de incredulidad, brazos pegados al cuerpo, antebrazos extendidos, manos abiertas con las palmas hacia arriba… Cariacontecido, como Kike

-Señá Jose, no encuentro el bocadillo.

Mi madre le hizo uno para que cubriese el expediente.

miércoles, 21 de octubre de 2020

YO SOY

Foto "E Norte de Castilla"
Enfrentarse a una hoja en blanco viene a ser encararse uno consigo mismo, pretender apuntar las conclusiones de un diálogo en el que tú eres todos los interlocutores. Supone un constante ejercicio de tachar, reanotar y volver a empezar hasta que se cree haber obtenido el jugo del autodiálogo y la forma de ofrecerlo. ‘Hasta que se cree’, porque nunca se llega a ese punto: las conclusiones que se abordan son siempre más dudas pendientes de encarar.

Leo que Samuel Paty, un profesor francés algo más joven que yo, ha sido decapitado. El autor de tal barbaridad, Abdoulakh Anzorov, 18 años, de origen checheno, esgrimió que Paty “había osado rebajar a Mahoma”. Ese ‘rebajar’ consistió en valerse de caricaturas de Mahoma publicadas en la revista Charlie Hebdo -en cuya sede, por lo mismo, en 2015 fueron asesinadas 12 personas- para establecer un diálogo en clase sobre la libertad de expresión. Dos apreciaciones: una, Samuel Paty, consciente de que  el Islam prohíbe las imágenes de Mahoma, advirtió de lo que iba a mostrar para no obligar a nadie a verlo; dos, Abdoulakh Anzorov no era uno de sus alumnos.

lunes, 19 de octubre de 2020

FUERA DE MARCO

Foto "El Norte de Castilla"
Algunas fotos panorámicas se asemejan demasiado a la escenografía de un espectáculo de prestidigitación: los encuadres están perfectamente ajustados para que el espectador crea que lo que ve es la realidad, lo sustantivo de la realidad, cuando en verdad lo que el artista, fotógrafo o mago,  ofrece a la vista no es más que un ejercicio de distracción bajo el que se esconden las cartas marcadas, los tejemanejes. Bien pensado, algo no muy diferente al presente de nuestra cotidianeidad política, ejecutada por unos actores más pendientes de transmitir una imagen -un relato, dicho en lengua snob- que en enfrentar, desde las diferentes perspectivas analíticas, la situación compleja que se observa.

En este ejercicio de simplificación, la foto panorámica cuenta con el marco como aliado: así, se permite el lujo de ofrecer una imagen que aparenta una visión general a la vez que esconde lo que no le apetece mostrar, con la simple artimaña de dejar esto al otro lado de la linde que separa lo que aparece de lo que no.  En un partido reglamentario de fútbol, árbitros aparte, se cuentan veintitrés protagonistas: los veintidós que lo juegan y el balón. Pues bien, nuestra foto, con alta densidad de futbolistas, con poses recias o expectantes, actitudes físicamente activas o pasivas, muecas naturales o artificiosas, deja fuera del perímetro vallado a las dos estrellas más refulgentes del encuentro disputado ayer: el balón, que lo es por definición, y Roberto. Sin la actuación brillante del portero pucelano, el equipo se hubiera venido del Prepirineo con media docena de agachadas al fondo de la portería y ¡chitón!, aquí paz y después gloria. Cuando ocurre al revés y elevamos a categoría de internacional al portero rival, la lengua se nos va a que la fatalidad nos persigue, a que tal, cual y que el fútbol es injusto. Lo es. Y lo es también cuando el destino se pone de nuestra parte.

viernes, 16 de octubre de 2020

Tiempos Catalizadores

Leonora Carrington. La Berinto. 1991
Las personas más jóvenes, por lo general, entienden la enfermedad como un paréntesis, un hecho accidental que trastoca los planes presentes lanzándolos hacia un futuro inmediato y previsible. El después será poco menos que la continuidad de un antes; el durante, un tiempo irrelevante a efectos prácticos. Cuando el calendario ha dado ya muchas vueltas, también por lo general, vamos entendiendo que una enfermedad, por su gravedad, por su larga duración o porque, simplemente, marca el fin del tiempo, puede alterar la realidad del protagonista. En cualquiera de los casos, la salida de la enfermedad se realiza por una puerta diferente a la de entrada, conduce a un estadio distinto que no encuentra continuidad con el previo. En el primero, la gravedad determina una pérdida de condiciones físicas que impedirá un desempeño vital semejante al ejercido hasta ese momento. En el segundo, la larga duración nos obliga a aprender a convivir con la enfermedad, a asumir que ella no ha venido de visita sino con el firme propósito de alojarse en nosotros, de  convertirse en huésped. En el tercero, cuando simplemente marca el fin del tiempo, simplemente marca el fin del tiempo.

miércoles, 7 de octubre de 2020

MADRID EXISTE

Foto "El Norte de Castilla"
Hace unos años, la palabra ‘existe’ adherida al nombre de una provincia de esas casi vaciadas cuajó fortuna. Los ecos del Zamora, Soria o Teruel ‘existe’ retumbaban como el the sound of silence: sonaban más a lamento que a rebeldía política. El fuego nació ya apagado, tan fue así que incluso diputados de los partidos de gobierno -del que fuese- se postularon para encabezar las marchas tras haber acatado sumisamente los designios de sus ‘superiores’ en el Parlamento. En Teruel fueron más allá y se presentaron a las elecciones. Resonó un poco más, pero fue lo mismo, más sollozo que insurrección.

De repente ese ‘existe’ ha cobrado fuerza desde el lugar más inesperado, el envés del despoblamiento, la comunidad receptora -de todo- por antonomasia: la mismísima Madrid, a resultas del lamentable espectáculo del conflicto entre el gobierno de la comunidad y el de España sobre la gestión de la pandemia, ha emergido como sujeto político visible. Recalco ‘visible’. Madrid ya era un sujeto político mayúsculo; pero ejercía su sobresaliente influencia callada, imperceptible, como si la cosa no fuera con ella, sin disonar nunca con la música oficial.

sábado, 3 de octubre de 2020

ADIÓS TRISTEZA

Se despide Diego, la mezcla de sábado tarde y veinteañero no cuaja en el interior de una casa.

-¿Sales ya?

Antes de cerrar la puerta por fuera, enciende su modo ironía, araña mi ojo por dentro. 

-Sí, he quedado. ¿Has terminado el artículo? Imagino que será todo alegría y jolgorio.

Tuerzo el gesto de la cara.

-¿Y eso?

Bien sabe que no es verdad, que, al contrario, sonrío más tiempo del que refunfuño. Pero le da igual, sabe que muerde magro y no suelta pieza.

- Te pasas el día enfadado.

Le miro con cara de ‘en qué hora se me ocurriría que era buena idea ser padre’.

jueves, 1 de octubre de 2020

EL DIABLO COTILLA

Durante muchos siglos, al menos en nuestro ámbito cultural de referencia histórica, el ‘Maligno’  jugó un papel amenazador, tentaba a los humanos con el afán de hacerles desobedecer el mandato divino, anotaba en alguna libreta ígnea cada uno de sus triunfos y asumía el control de las almas de los difuntos desobedientes. En el fondo, nada distinto a los manejos de cualquier comercial de una compañía telefónica: usaba sus artimañas para convencer de las bondades de sus productos y, tras el sí, el incauto cliente estaba condenado a penar por las centralitas.

Por entonces, el soberano de turno no tenía más que hacerse con el control religioso de una comunidad, convertir su deseo en ley de Dios y el miedo al infierno se encargaba de docilitar a la población. Paulatinamente, ese miedo concreto dejó de surtir su efecto y determinados usos, antaño pecaminosos, se normalizaron. Entendimos, con Oscar Wilde, que la mejor manera de librarse de las tentaciones es ceder ante ellas. La paradoja se contaba sola: si creemos en el demonio, le daremos la espalda; ahora bien, si no lo tenemos presente, actuaremos según sus deseos. Por eso, a juicio de los que creen en su presencia, el principal poder del ángel caído consiste en habernos convencido de que no existe.