lunes, 24 de octubre de 2016

MOHÍN POR NO HABERLO VISTO

Plaza de la Solidaridad- La Victoria
Aún era pronto, la comida estaba hecha y a las dos de la tarde de cualquier domingo la vida rebosa en  las calles de la Victoria. Es cierto que menos que antes porque los barrios, al igual que las personas, envejecen irremisiblemente. Quienes, cuando llegué hace un cuarto de siglo, año más, año menos, caminaban henchidos dando la mano a sus vástagos, se apoyan ahora en un bastón. Aquella muchachada, buena parte, ha tenido –burbuja mediante- que comenzar su vida adulta en los pueblos del alfoz, cuando no más lejos o mucho más lejos. Niños aún se ven, claro, pero muchos menos. El barrio envejece pero no pierde, al menos mientras las piernas aguanten, la buena costumbre de salir a la calle.