Cabía la posibilidad de asumir la estrategia
soviética, un tácito acuerdo de no agresión, pero él entendía que dicho
pacto se había firmado contra los países 'menores' que nada podían
decidir sobre su futuro. En esas condiciones entendía que frenarse por
el miedo al poder omnímodo del enemigo y no entablar batalla era la
forma más indigna de perder.
Asumió la necesidad de ese enfrentamiento pero era
consciente de que para vencer a tamaño rival no podía aceptar que las
leyes vinieran impuestas y pretendió modificar el tablero donde se
desarrollaba la partida y las normas de la guerra. Lo dejó escrito en en
una célebre cita: «Hay que llevar la guerra hasta donde el enemigo la
lleve: a su casa, a sus lugares de diversión, hacerla total. Hay que
impedirle tener un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego fuera de
los cuarteles, y aun dentro de los mismos; atacarlo dondequiera que se
encuentre, hacerlo sentir una fiera acosada por cada lugar que transite.
Crear dos, tres, muchos Vietnam».