lunes, 29 de noviembre de 2010

MODESTO Y CHECHU MULERO

La fría guillotina sigue expuesta en la plaza pública, la cuchilla aún permanece sujeta a la cuerda pero el verdugo espera la orden. La decisión lleva semanas tomada y el ejecutor espera el momento propicio. El pueblo, parte de él, pide la cabeza del propio rey pero este, en su afán de supervivencia, querrá aplacar el enfado popular y buscará ganar tiempo entreteniéndole con una decapitación. Antonio Gómez es el reo. Sobre su cuello se balancea el gélido aliento de la muerte. Su única esperanza es que se aplace una semana la ejecución y se produzca el milagro de la multiplicación de los panes y los puntos que conlleve el indulto. Difícil, visto lo visto, no sé si lo uno pero seguro que lo otro. Eso suponiendo que no prefiera la muerte al sinvivir de vida que es servir a un monarca que paga sus inseguridades en cabeza ajena.