lunes, 29 de noviembre de 2021

PERO A LAS SIETE TIENES QUE ORDEÑAR

Sean las clásicas ciclistas o las pruebas de fondo en atletismo, cualquier carrera de larga distancia parece monótona, una especie de trantrán insípido esperando la llegada de la última parte en la que se resuelve todo lo que estaba entre interrogantes. Pero no. En ese transitar aparentemente uniforme se producen movimientos apenas perceptibles, discretos cambios de ritmo que, si pillan descuidado o falto de fuerza a un competidor, le pueden dejar fuera de cobertura. La parte alta de la Segunda está en una de esas fases. La línea continua en la que se alineaban clasificatoriamente los equipos se empieza a romper de forma que entre unos y otros ya corre el aire. Por eso, el partido ante el Cartagena no era uno más, sino una prueba de la capacidad de respuesta tras el demarraje de los de arriba. Sin ser definitivo, el formar parte del grupo cabecero aporta tranquilidad. Si además se llega a esa situación dando a entender que no se ha alcanzado el tope de rendimiento, que queda alguna marcha más por meter para cuando el momento lo requiera, miel sobre hojuelas.