martes, 5 de junio de 2001

UN GESTO

Podemos empezar a sentir miedo. El asco brotó hace ya mucho tiempo. Todo ese enjambre de grupúsculos ultras de todos los colores deben ser combatidos con nuestras armas o nos combaten con las suyas. Y en este barco hemos de zarpar todos. Nos guste el fútbol o no. Llevan dentro un germen que puede poner en peligro nuestras vidas: son violentamente excluyentes; y el que comienza a excluir no detiene su perversa dinámica en el odio al rival deportivo. Los presidentes han de dejar de verles como jóvenes algo radicales pero majetes. No son ni radicales, ni, por descontado, majetes. Y los futbolistas, lejos de beber los vientos por un aplauso tan fácil como vacuo, han de actuar. Señores que diciendo “el fútbol es así” o “si la verdad es que si” aparecen en todos los medios de comunicación deberían ser conscientes de su capacidad de influencia y darle un sentido. Por eso el gesto de los jugadores del Treviso que se pintaron de negro para protestar por la actitud de los ultras que abandonaron la semana pasada el estadio porque en su equipo jugaba Omolade (negro él) debería ser tomado como ejemplo.