El próximo domingo se celebran, ya lo
saben, elecciones en Euskadi. Como prólogo y epílogo dos clubes de esa tierra
pueden marcar, sino lo han hecho ya, un hito en la historia del deporte vasco.
Dan lustre a su talento con modestia, trabajo y un objetivo en el que todos se
sienten corresponsables y por este camino están a un solo paso de alcanzar una
cima en el deporte. Son dos proyectos consolidados con ambición, sensatez y
eficacia que han conseguido formar un corpus indivisible con lo que es
realmente un club: sus aficionados. Lo grande es que los seguidores, vascos, se sienten
representados en unos jugadores que llevan su nombre en las camisetas ( y esto
no es metáfora). Pues bien, estos
deportistas que hacen grande a Euskadi son un ejemplo de globalización sin
puertas en el estrecho, han nacido en los más variados rincones del orbe, de
Uruguay a Lituania, de Estados unidos a Noruega. Y esa es la lección, un
equipo, una sociedad se hace entre quien quiere hacerla. Y para eso es necesario
sobreponerse a los instintos primarios. Y estos no sólo nacen de una
parte.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
martes, 30 de julio de 2002
lunes, 29 de julio de 2002
DÍA SIN COCHE
Mientras los ciclistas trazan las últimas curvas por
las rutas de España, otras bicicletas más modestas e igual de sacrificadas
tratan de abrirse paso entre largas hileras de furiosos conductores cuyas
meninges condicionan el uso de la bici a la práctica deportiva, pero nunca
aceptarán que esas dos ruedas sean una alternativa seria de transporte. Es
lógico, el coche es el estandarte de la libertad entendida como hecho personal
y exigente de unos derechos, un campo abonado para comportamientos
individualistas empapados de simpleza intelectual. La sutileza del discurso de
la bici se adentra en otro plano, paralelo al anterior, del concepto de
libertad, entendiéndola como un deber con los demás. Sin un cambio de actitud,
asumido por buena parte de los que hoy se montan en el auto hasta para ir a
mear, el día internacional sin coche se convierte en un día cargado de
discursos hipócritas de políticos que no tienen el valor suficiente para tomar
medidas de calado que recuperen la ciudad para sus gentes.
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