domingo, 13 de enero de 2019

UN RELOJ Y UNA CAJA DE ZAPATOS CON SORPRESA

Foto "El Norte"
No era necesario más que observar el comportamiento de aquella pareja de chavales de apenas media docena de años para que nuestro cerebro nos perturbase con preguntas al respecto del libre albedrío, para que cuestionase las tesis que defienden que las personas somos deudoras tan solo de la educación recibida. Ambos habían nacido el mismo día, eran hijos de los mismos padres y habían recibido una educación casi idéntica, pero no podían ser más diferentes: impenitentemente pesimista el uno; el otro, optimista contumaz. Parecía obvia la existencia de un algo interno relacionado con la genética que, con moldes similares, era capaz de generar seres tan disímiles, de forjar caracteres tan radicalemente opuestos.