domingo, 10 de abril de 2022

DIGA LO QUE DIGA EINSTEIN, SIN ALEGRÍA

Desde mucho antes de que Einstein presentase sus teorías, ya conocíamos la relatividad, al menos la emocional: el mismo hecho producido de maneras distintas genera efectos diferentes. Partirse tibia y peroné es una pésima noticia salvo si es el único daño producido tras caer desde lo alto de los diez metros de un barranco. Menos en el caso del partido ante el Málaga donde esa doble fractura se acerca al peor de los males posibles. Más, porque no hay disculpas. Se sabía de la importancia del encuentro, se sospechaba una presentación furibunda del rival por las maneras del entrenador debutante. Ante ambos factores se imponía tensión y concentración de inicio. Ni cinco minutos. Desajuste y dos ante el portero. Gol y a remar. Y se remó. Pero no se avanzó. Weisman, dando continuidad a una época poco proclive, erró lo inhabitual. Descanso.

El fútbol se construye en el centro y se litiga en las áreas. Suele ganar el que más y mejor construye salvo que pierda los litigios, y así fue. Abajo no hubo manera, arriba no había forma. Quedaba tiempo y optimismo. Valía con que la estadística repartiera justicia en la segunda mitad. Pero la pareja de centrales, ¡qué día, qué temporada!, regaló otro gol. El Joaquín imperial del inicio de la temporada pasada produce ahora películas de miedo, cuando se le acerca el balón figuramos litros de sangre, cuerpos desmembrados. Olivas, defendiendo al espacio, es mucho menos Olivas. ¿Quién diría que sin El Yamiq y Sánchez seríamos la nada atrás?

En estas, volvió el 9. El gol se imagina como se imagina la parada o el regate, se diseñan a priori los escenarios, se tiene en la cabeza antes de la ejecución. Otros reaccionan cuando el balón se ha movido, Weissman ve el gol antes que ellos. Quizá por baja forma o desconfianza ha estado algo más romo de lo habitual. Pero nunca dudéis de un ejecutor, ejecuta. Lástima que dos, sin relatividad, no fueran suficientes.

La maldición del Pucela dice que, cuando algo se tiene a mano, ocurre algo que lo tira para atrás. Muchas veces no fue, pero parece que gusta regodearse en el mal fario. Días como este dan la razón. Pasó de todo y poco bueno. Dos puntos que no, dos lesiones que parece que sí. Sea como sea, el próximo sábado toca resucitar. El partido es (casi) decisivo y, como tal, está programada una procesión al estadio. ¿Qué mejor gloria que ganar y que parezca que lo merecemos?

Publicado en "El Norte de Castilla" el 09-04-2022