Como el gallo que canta en cuanto detecta el primer rayo de luz, Luis Miguel Dominguín se levanta
presto de la cama ansiando encontrar a alguno de sus amigos. Ella, Ava Gardner,
el animal más bello del mundo, se revuelve entre las sábanas, le busca con la
mirada difusa de quien se despierta antes de lo previsto, y le pregunta que a
dónde va con tanta prisa. Él, con la sonrisa fanfarrona del cazador que cree haber
abatido una pieza única, responde: '¿Dónde voy a ir?, ¡a contarlo!'. Al fin y
al cabo, el mundo de las apariencias es tan viejo como el propio mundo. Parece
que produce menos placer conseguir algo que hacerlo saber o, incluso, que se crea que
lo hemos hecho sin que ello sea cierto o sin contar cómo.
En el deporte de élite se alcanza la gloria con el
triunfo, pero la leyenda consiste en llegar un poco más
allá, en superar barreras que nunca antes se superaron, en traspasar límites. Christopher Horner consiguió lo primero venciendo en la Vuelta
Ciclista a España y entró en el segundo listado al hacerlo con casi cuarenta y
dos tacos. Admirable de no ser porque su logro está envuelto por la turba de
esa sospecha que rodea a todo lo relacionado con el ciclismo: el dopaje.