En una sentencia,
con aire de certeza axiomática, con intenso aroma jactancioso, la
vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, supongo que en calidad de ministra de
Trabajo, proclamó: “No es razonable un país que tiene abiertos sus restaurantes
a la una de la madrugada”. Supongo que en calidad de ministra de Trabajo lo
expuso y, así entendido, vislumbro una crítica/denuncia al respecto de las
condiciones laborales asumidas, qué remedio, por el personal que atiende en
estos establecimientos, del alargamiento arbitrario sin recompensa de las jornadas
de trabajo. De ser así, insisto, yerra en el enfoque: no será responsable del
‘desatino’ el capricho de los comensales sino la falta de adecuación -en
términos de contratación- de la oferta a la demanda y la incapacidad de un
control riguroso –materia que le compete a la vicepresidenta- que impida, en lo
posible, tales abusos. Yerra, insisto, de ser así, también por la
generalización latente.