Sé que a ustedes les cuesta porque sé que me costaba. Ser, percibirse y asumirse pequeño, contarse como uno más, asumir que no se destaca del montón, jugar en Segunda cuando caes de arriba, se hace duro, pero no es un desdoro. Es ser nosotros caminando en nuestro día a día, atestados de cotidiana realidad, enmarcados con entornos corrientitos, rodeados de los nuestros -padres, hermanos, amigos, parejas, hijos-, con sus vaivenes, tan vulgares como los demás. Cuesta hasta que aprendemos, palpamos, que su excepcionalidad se labra hacia nosotros. No necesitamos que sean premios Nobel, porque no les necesitamos para presumir sino para ser. Porque, pese a todo, pese a quien pese, son los nuestros y punto. Costará, pero ahí estamos. Toca asumir que esto es la Segunda. Un territorio en que, de promedio, todo es peor a lo nos habíamos malacostumbrado en tres años. Los árbitros, por supuesto, también. Parte de la suerte vendrá escrita por decisiones infundadas, pero no conviene hacerse mala sangre, conviene contar con ello.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.