El ruido del coche
le despertó. Pedro estaba ese fin de semana en su pueblo que distaba apenas
veinte km de Rioseco. Sorprendido miró el reloj y vio que aún no eran ni las
diez de la mañana. Salió al pasillo y le vio entrar en casa. Pensó que algo
había pasado porque no era habitual que su padre, rozando ya los setenta,
cogiera el coche si no había una razón de peso que le obligase. Esa mala
sensación se borró al instante -justo al observar la sonrisa de la cara de su
padre- y eso que, cuando pasó por delante de Pedro, ni se percató de su presencia. El hombre
entró en la cocina buscando a su nieto, el hijo de Pedro, que merodeaba por
allí. Cuando le vio le dio algo que Pedro no pudo ver. La criatura lo cogió y
se colgó del cuello de su abuelo dándole las gracias en forma de besos. Pedro
se acercó a su padre y le preguntó que de dónde venía. Este le responde que vuelve
de Rioseco de comprar Nesquik para que
el niño desayunase. Pedro flipa, nunca imaginó que pudiera hacer ese viaje por
nada: “ Anda que…¿no podría haber bebido por un día la leche sola?”. Poco
después fue él mismo el que desayunó, abrió el cajón y vio, para mayor
sorpresa, un bote de Cola Cao. Busca a su padre y le dice: “Si había Cola Cao”.
El hombre sonríe de nuevo, busca la complicidad de su nieto pasando su brazo
por encima del hombro y responde: “Ya, pero mi niño quería Nesquik”. Y se fue
de la escena tan feliz.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
jueves, 27 de febrero de 2014
sábado, 22 de febrero de 2014
CALMA NADA BUENA
Uno va a su puesto de trabajo, pongo por caso, como
el día anterior, el anterior y el anterior. De haber notado ciertos movimientos
inhabituales hubiera sentido esa dichosa mosca tras la oreja y habría llegado
fácilmente a la conclusión de que algo (casi nunca bueno) se estaba cociendo a
sus espaldas. Sin embargo, cuando esa misma oficina lleva varios días demasiado
tranquila, cuando parece que los papeles pesan y los movimientos se repiten,
cuando cada día se parece excesivamente al anterior, el mismo trabajador
empieza a notar que el aire se solidifica y es consciente de que por algún lado
algo va a estallar. Que tras la tormenta llega la calma es algo sabido, pero
esta relación se produce también, con mucha frecuencia, en sentido inverso. La
calma, el exceso de esta, suele ser el preámbulo de una partida de rayos y
truenos que llegan así, como de repente. Lo sorprendente es que no nos suele
pillar desprevenidos porque un sexto sentido nos mantiene alerta, nos prepara
para lo peor.
jueves, 20 de febrero de 2014
PALABRAS TRANSGÉNICAS
Dijo que libraría al pueblo de
las ratas a cambio de un pequeño botín y los aldeanos, hartos, pero sin saber
qué hacer para acabar con la plaga, aceptaron la propuesta. El flautista, del
que bien poco sabían en el pueblo, hizo sonar su instrumento con tal
virtuosismo que consiguió que las ratas le siguieran y acabaran ahogadas en el
río. Imagino que su flauta emitiría unos sonidos tan bellos como para embelesar
hasta los seres más abyectos pero que, en cambio, la melodía no podía estar
acompañada de letra alguna, es imposible, ya sabemos, soplar y sorber todo a la
vez. Los patrones del pueblo resolvieron no pagar lo acordado y nuestro
flautista decidió vengarse. Estando los mayores en alguna de sus misas, el
músico tomó de nuevo la flauta y de esta brotaron hermosos acordes que
obnubilaron los sentidos de los incautos niños. Le siguieron hasta una covacha
donde les encerró. Según unos, algún niño rezagado alertó a los adultos; según
otros, el flautista consiguió su propósito ya que los aldeanos pagaron la
recompensa y más en concepto de rescate. Cuentan también que, siempre que hay
tajada nunca falta quien se apunte, algún lugareño colaboró en la urdimbre del
plan.
domingo, 16 de febrero de 2014
240 SEGUNDOS
Un tratado sobre la
historia de las drogas sería tan largo como cualquier libro de historia
universal, al fin y al cabo las sustancias estupefacientes nos llevan
acompañando desde el principio de los siglos y, den las vueltas que den,
seguirán recorriendo el mismo camino que el ser humano hasta que este corra la
misma suerte que los dinosaurios. Estudiar las drogas es, por tanto, aprender a
conocernos más en todos los sentidos. Por una parte, podemos mirar hacia dentro
y en busca de las razones que mueven al ser humano a tener determinados comportamientos,
podemos indagar en sus sueños, en sus anhelos, en sus frustraciones, podemos
saber de lo que huimos. Pero también hay una mirada exterior que nos muestra
qué sustancias se consumen, cuándo o a qué edades, y con ella tendríamos un
perfecto mapa socioeconómico.
jueves, 13 de febrero de 2014
EL ESTRECHO DE TANNHÄUSER
Era el mejor y por eso le
seleccionaron, pero su experiencia no parecía que esta vez fuera a servir de
mucho a Rick Deckard. Vencido, solo le separaba del vacío la fuerza con la que,
primero con las dos manos, luego con una solamente, se agarraba a un trozo de
viga que sobresalía de la fachada. Uno de esos a los que quería ‘eliminar’, huido,
acosado, herido, con el alma hecha jirones, había revertido las tornas y,
ahora, encaramado en lo alto de la azotea, podía cortar ese hilo que le cosía
torpemente a la vida. Como cualquier subsahariano que tuviese en sus manos la
vida de un Blade Runner herido por las cuchillas de la frontera que él mismo
vigila, el replicante mira a los ojos de su perseguidor y le dice: "Es toda una
experiencia vivir con miedo ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo".
lunes, 10 de febrero de 2014
EMPATE ÉPI
Caminaba absorta Mafalda, como siempre con la cabeza centrada en sus
cosas, con esa cara que no te permite saber si no se entera de nada o se entera
demasiado de todo. Caminaba sola por la acera hasta que una inconclusa pintada
en una tapia le hizo levantar la mirada, expandir la mente y abrir la boca. La
pared hablaba poco pero informaba mucho, más incluso por lo que callaba que por
lo que decía. Sobre el blanco de la cal solo una docena de letras precedidas
por un signo de exclamación -¡Basta de censu- eran suficientes para imaginar
que no mucho rato antes, el servicio de limpiezas no había tenido tiempo para
reblanquear la pared , un grupo de personas pertrechadas con un cubo y dos o
tres brochas querían denunciar el poder dictatorial que silenciaba cualquier
voz distinta de la versión oficial. Mientras uno de ellos pintaba, el resto de
la camarilla vigilaba por las calles adyacentes para, en caso de ser necesario,
alertar al resto y salir en estampida.
jueves, 6 de febrero de 2014
LOS NADIES FRENTE A LA NADA
Hará cosa de tres
años paseaba una tarde-noche por el vallisoletano barrio de la Huerta del Rey.
En uno de sus recovecos indescifrables para los carteros noveles vi una
terracita en la que podía tomar el café que me estaba apeteciendo y, a la vez,
leer la prensa. Entré en el bar, creo recordar que se llamaba La Calleja, en
busca del periódico y allí me encontré con una exposición de revistas de los
años sesenta y setenta. Una portada me llamó especialmente la atención, era una
de las de la revista Hermano Lobo y su autor firmaba como Ramón. Un ricachón
arengaba a un grupo de personas planteándoles un falso dilema, les decía: ‘O
nosotros o el caos’. La muchedumbre respondía: ‘El caos, el caos’. El
millonetis impertérrito les cerraba la boca con una sentencia lapidaria: ‘Da lo
mismo, el caos también somos nosotros’. La imagen era de mediados de los
setenta, días arriba, días debajo de las televisivas lágrimas de Arias Navarro.
Una viñeta, una caricatura, una exageración, piensas, porque siempre subestimas
la capacidad humana de hacer el ridículo. Hasta que llega alguien y sobrepasa
el límite. Convención del Partido Popular, Dolores (de) Cospedal, micrófono en
ristre, afirma que hay dos alternativas, el PP o la nada. Y pudimos entender
sin que nadie, a diferencia de la viñeta, replicase a la oradora que la
Convención era a la vez del PP y de la nada.
domingo, 2 de febrero de 2014
SIMPLE CONTRA BARROCO
Pudo ser así, o quizá nunca fue, pero así me lo contaron. Un chaval por cuya apariencia podemos vislumbrar que no hace tanto que ha cruzado la frontera de los veinte, se acerca al escritor bonaerense Jorge Luis Borges, quien recién acaba de terminar una conferencia. El chico porta una carpeta que tiembla entre sus dos manos, en su gesto alguno podría vislumbrar un cierto temor, otros una ilusión desmedida; lo cierto es que, ese es el poder de los gestos, probablemente expresase las dos cosas a un mismo tiempo. Maestro, dice con voz entrecortada, le dejo esta novela que he escrito, me encantaría conocer su opinión acerca de ella. Borges, que jamás destacó por su don de gentes, o bien podríamos decir que nunca utilizó eso que podríamos llamar hipocresía social como aceite para sus relaciones, le alejó con un áspero movimiento de la mano y con desdén le dijo que no le hiciera perder el tiempo, y añadió: ‘Si aún no he terminado de leer la obra de Dostoievski no encuentro motivo para leer antes la suya’. El joven se quedó, probablemente para su bien, sin conocer el juicio sobre su novela del escritor consagrado, este tenía claro que cualquier juicio parte de una pregunta: ¿comparado con qué? Y con esas, la novela del imberbe siempre salía perdiendo ante cualquier cosa escrita por el ruso. Cosas de la vida, con el pasar de los años Borges renegó (también) del autor de "Crimen y Castigo".
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