lunes, 29 de abril de 2013

JOB Y LOS VASALLOS

No sabría dónde ubicarlo en un mapa actual, pero hubo un tiempo en que debió existir un país llamado Us porque de esas ignotas tierras encontramos una primera referencia en el Antiguo Testamento. Conocemos, eso sí, una ciudad con ese nombre en el norte de Francia, pero no creo que este libro sagrado para judíos y cristianos de toda índole emplazase al prototipo de la sumisión en tierras galas. Decir que Job, que así se llamaba este hombre, habitaba en Us es poco decir, en realidad era el amo del cotarro, señor de vidas y haciendas hasta el punto de ser considerado, por aquel entonces, como el más rico entre todos los orientales. Siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas asnas daban fe del poder del señor Job.

jueves, 25 de abril de 2013

LO QUE EL PENDÓN IGNORA

Los calendarios están llenos de números que, en su mayoría, no nos dicen nada; unos pocos, sin embargo, han ido cobrando significado, bien porque se clavan como aguijones en el corazón, porque forman parte del selecto elenco de efemérides colectivas, bien porque una melodía los ha apuntalado en nuestra memoria. Así, gracias a los Celtas Cortos, el veinte de abril será siempre el del noventa y recordaremos las risas que nos hacíamos antes todos juntos.
El pasado veinte de abril, sábado para más señas, mientras el día iba transcurriendo igual que tantos días iguales, en cualquiera de nuestros pueblos, donde sus habitantes se esfuerzan para llenar las lentas horas de estas tardes que empiezan ya a ser largas, en Becilla de Valderaduey se disponían a limpiar la iglesia. Así, entre fregonas y amoniaco, el reloj iba dando vueltas hasta que encuentran un trozo de tela que podía ser un trapo olvidado alguna otra tarde de limpieza. Pero no, a fuerza de vueltas, el reloj marcaba el siglo XIII. El trapo tenía alcurnia. Era, nada más y nada menos, un pendón que se había empeñado en transitar por el mismo oscuro camino del silencio que tres siglos después siguieran aquellos ‘morados pendones viejos violados de tanta espera’ que evocara Luis López Álvarez en el Romance de los Comuneros. Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar. Añadía el poeta berciano.

domingo, 21 de abril de 2013

PEOR PARA ELLOS

Los agoreros son esas personas con capacidad para imaginar los caminos que ha de recorrer una mala situación para llegar a empeorar. Si, por que las cosas son como son, la realidad les da la razón, apretarán más el tornillo, y dirán, con toda solemnidad, que aún no hemos tocado fondo. Son así, sin más argumento que la tristeza de su alma, siempre encontrarán un síntoma del que colegirán un inminente agravamiento de la situación. Esa tristeza conlleva, al menos, otras dos desventuras consecuentes: de una parte, la imposibilidad de gozar de las cosas corrientes, hecho que, y es de agradecer, sufren en silencio; de otra, les resulta sospechoso de vacuidad ética o intelectual aquel que disfruta de nimios placeres en medio de la tempestad. Mayor aún es su desprecio cuando estos placeres son compartidos por lo que ellos, despectivamente, definen como masa, esa multitud informe de gentes que disfrutan a la par. A ellos, tan suyos, les repele la palabra mayoritario.

jueves, 18 de abril de 2013

EL MAL BANALIZADO

Casi cuarenta años después de su muerte, Hanna Arendt resucitó en forma de película por obra y gracia de Margarethe von Trotta. En octubre visitó Valladolid y fue obsequiada por la SEMINCI con una Espiga de Plata. Pero, en realidad, la filósofa alemana vuelve cada día desde que, en 1961, asistiera al juicio a Adolf Eichmann. Este, un oficial de las SS de la Alemania nazi, estaba en el banquillo acusado de crímenes contra el pueblo judío. Dos años después, Arendt publicó un libro titulado ‘Eichmann en Jerusalen’ en el que describía a su protagonista como una persona de tantas, un ser que, sin ser intrínsecamente perverso, obró con quirúrgica frialdad para escalar dentro de la sociedad en la que se encontraba. La carrera del reo, y su defensa, por tanto, se resumió en una frase: ‘Hacía lo que tenía que hacer, solo cumplía órdenes’. Esa asepsia es la que la autora definió como banalización del mal.

domingo, 14 de abril de 2013

DIOS AHOGA A OTROS

El refrán es el hermano inculto del proverbio. Este luce frac, se puede expresar en latín, es citado en libros tan trascendentes como la Biblia y forman parte del acervo del que los eruditos presumen. El refrán, sin embargo, es más de boina, se pronuncia en un castellano de tierra ‘adentro’, solo se habla de él en libros sobados que van de una mesilla a otra sin lucir en la estantería y resuena en los debates tabernarios. Refranes y proverbios son hermanos porque son hijos de la misma madre: la observación. Tienen, sin embargo, padres distintos: el proverbio es hijo de la reflexión; el refrán de la experiencia vivida. Eso sí, tanto el reflexivo padre que habla latín como el lugareño que se maneja con el verbo propio de la Moraña o de la Tierra de Campos, no son infalibles. A la reflexión siempre le falta más reflexión. A la experiencia, la experiencia de otros, sobre todo la de esos otros que no pueden ya aportarla. Tirando de refranero podemos encontrar, valga como ejemplo, que ‘Dios aprieta pero no ahoga’. Todos los que lo oyen recuerdan algún momento de apuro extremo del que lograron salir y el aserto va cobrando fuerza. Y cobra más porque ningún ahogado está en disposición de refutarlo.

jueves, 11 de abril de 2013

ELEGÍA PARA MUCHO ANTES

De unos días a esta parte, las portadas de los periódicos han estado adelantando el trabajo de las páginas necrológicas. No es que en otros momentos la gente muera menos, al fin y al cabo, para nuestro mal, como cantara Serrat, la parca nunca deja de buscar, simplemente, esta semana la guadaña ha segado con mayor profusión en el selecto campo de las personas cuya labor tenía, o había tenido, un enorme impacto social.
Tras la muerte, llega el tiempo de las buenas palabras. La memoria es selectiva, y es tan imponente el abismo del después al que todos estaremos sometidos, que lo malo que queda por decir se ha difuminado en las penumbras del pasado o se nos encoge en el estómago sin fuerza para salir. Elogios que son humo y, como tal,  parece que suben al encuentro de algo pero enseguida se desvanecen. Las alabanzas pronunciadas ante un ataúd nacen tan muertas como los inquilinos de la caja de madera, porque estos no pueden escucharlas.  

lunes, 8 de abril de 2013

¿QUIÉN DE USTEDES?

El consejo atribuido a Sun Tzu es válido para enfrentarse a cualquier circunstancia, pero es esencial para quien tenga alguna responsabilidad en la estrategia militar: ‘Nunca hay que dar un paso si no se está seguro del siguiente’. Al anecdotario de Hitler le ocurre lo mismo (con perdón) que a las reliquias que encierran un fragmento de la corona de espinas con que aquellos soldados romanos pretendieron humillar a Jesús de Nazaret: si creyésemos que todas las anécdotas son ciertas, o que todos esos trocitos de madera estuvieron donde dicen que estuvieron, podríamos llegar a la conclusión de que el tirano habría vivido doscientos años y que la cabeza del joven nazareno tendría una superficie capilar cercana, en tamaño, a la del partido de Sigüenza. Una de esas leyendas hitlerianas cuenta que el enajenado líder nazi, buen seguidor de la consigna citada, reunió a sus asesores militares con el fin de conocer las intenciones del ejército enemigo antes de decidir cuáles habrían de ser los pasos a seguir. Para tal fin había pedido, previamente, a cada uno de ellos un minucioso informe en el que deberían recoger cuáles serían los próximos movimientos de los aliados. Tras escucharlos, comprobó que apenas había coincidencia entre las previsiones de cada uno. Hitler se levantó airado, lanzó los informes al suelo y les dijo a voz en grito: ‘Seguramente uno de ustedes tenga razón, el problema es que no sé quién de todos es’.

jueves, 4 de abril de 2013

LAS PERDICES DEL EXSAPO

Los cuentos relatan una pequeña parte de la historia, la que, de tan dulce, resulta empalagosa. Pero nunca se esmeran en narrar los hechos que acontecieron antes o en detallar lo que, tiempo después, los protagonistas se encontraron en las tripas de esas perdices que comían aparentemente felices. Alguno de estos cuentos sí recrea momentos de tensión, instantes en los que la vida y la muerte se daban la mano, pero siempre eran burlados gracias a la pericia de esos héroes principescos, a los dones de hadas imaginarias o al puro azar. Callaban, sin embargo, las escenas que no se podían escribir en papel cuché sino en simples folios. Estas eran arrojadas al fuego y así, entre llamas de silencio, moría la parte más sucia de la historia. A veces incluso alguna de esas secuencias fue capaz de evitar el fuego, pero nos negamos a creerlas. Pensábamos que eran infundios destinados a arañar la piel sensible de esos seres casi mitológicos y que su prestancia, adquirida tras siglos decorando un árbol genealógico, era incompatible con el error. Pero no, el error es intrínseco a la genealogía de esos árboles tan farrucos que creen que les debemos la sombra, tan altaneros que no se dan cuenta de que su madera se pudre más deprisa que la del resto, de que la corteza que les adorna podrá ser más aromática, pero envuelve a la nada. Nos hemos caído del guindo, la mitología muere cuando el hambre aprieta.

lunes, 1 de abril de 2013

LA TECLA O LA FLAUTA


La leyenda cuenta que la pérdida accidental de una herradura de un caballo produjo la derrota en una batalla del bando del jinete. Un pequeño, casi anecdótico, hecho provoca consecuencias de mucho mayor impacto. También en los libros podemos leer cómo se puede gestar un punto de inflexión por medio de una acción provocada. Un movimiento que cambie los paradigmas del momento. La forma más eficaz consiste en invertir el legado de ‘El Gatopardo’. En su libro, Giuseppe Tomasi di Lampedusa explicita los tejemanejes de los poderosos para anclarse en el poder, aunque para ello haya que cambiar el envoltorio. Frente a esta acción, quien quiere cambiar las cosas puede proponer acabar con todo o, ya digo, elegir un camino mucho más eficaz: mantener el envoltorio y cambiar el objeto envuelto. Por fuera vemos lo mismo, pero dentro se han modificado los presupuestos.