No sabría dónde ubicarlo en un mapa actual, pero hubo un tiempo en que
debió existir un país llamado Us porque de esas ignotas tierras
encontramos una primera referencia en el Antiguo Testamento. Conocemos,
eso sí, una ciudad con ese nombre en el norte de Francia, pero no creo
que este libro sagrado para judíos y cristianos de toda índole emplazase
al prototipo de la sumisión en tierras galas. Decir que Job, que así se
llamaba este hombre, habitaba en Us es poco decir, en realidad era el
amo del cotarro, señor de vidas y haciendas hasta el punto de ser
considerado, por aquel entonces, como el más rico entre todos los
orientales. Siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de
bueyes y quinientas asnas daban fe del poder del señor Job.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
lunes, 29 de abril de 2013
jueves, 25 de abril de 2013
LO QUE EL PENDÓN IGNORA
Los calendarios están llenos de
números que, en su mayoría, no nos dicen nada; unos pocos, sin embargo, han ido
cobrando significado, bien porque se clavan como aguijones en el corazón,
porque forman parte del selecto elenco de efemérides colectivas, bien porque
una melodía los ha apuntalado en nuestra memoria. Así, gracias a los Celtas
Cortos, el veinte de abril será siempre el del noventa y recordaremos las risas
que nos hacíamos antes todos juntos.
El pasado veinte de abril, sábado
para más señas, mientras el día iba transcurriendo igual que tantos días
iguales, en cualquiera de nuestros pueblos, donde sus habitantes se esfuerzan
para llenar las lentas horas de estas tardes que empiezan ya a ser largas, en
Becilla de Valderaduey se disponían a limpiar la iglesia. Así, entre fregonas y
amoniaco, el reloj iba dando vueltas hasta que encuentran un trozo de tela que
podía ser un trapo olvidado alguna otra tarde de limpieza. Pero no, a fuerza de
vueltas, el reloj marcaba el siglo XIII. El trapo tenía alcurnia. Era, nada más
y nada menos, un pendón que se había empeñado en transitar por el mismo oscuro camino
del silencio que tres siglos después siguieran aquellos ‘morados pendones
viejos violados de tanta espera’ que evocara Luis López Álvarez en el Romance
de los Comuneros. Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar. Añadía
el poeta berciano.
domingo, 21 de abril de 2013
PEOR PARA ELLOS
Los agoreros son esas personas con capacidad para imaginar los caminos
que ha de recorrer una mala situación para llegar a empeorar. Si, por
que las cosas son como son, la realidad les da la razón, apretarán más
el tornillo, y dirán, con toda solemnidad, que aún no hemos tocado
fondo. Son así, sin más argumento que la tristeza de su alma, siempre
encontrarán un síntoma del que colegirán un inminente agravamiento de la
situación. Esa tristeza conlleva, al menos, otras dos desventuras
consecuentes: de una parte, la imposibilidad de gozar de las cosas
corrientes, hecho que, y es de agradecer, sufren en silencio; de otra,
les resulta sospechoso de vacuidad ética o intelectual aquel que
disfruta de nimios placeres en medio de la tempestad. Mayor aún es su
desprecio cuando estos placeres son compartidos por lo que ellos,
despectivamente, definen como masa, esa multitud informe de gentes que
disfrutan a la par. A ellos, tan suyos, les repele la palabra
mayoritario.
jueves, 18 de abril de 2013
EL MAL BANALIZADO
Casi cuarenta años después de su muerte, Hanna Arendt resucitó en forma
de película por obra y gracia de Margarethe von Trotta. En octubre visitó Valladolid y fue
obsequiada por la SEMINCI con una Espiga de Plata. Pero, en realidad, la filósofa alemana vuelve cada día desde
que, en 1961, asistiera al juicio a Adolf Eichmann. Este, un oficial de las SS
de la Alemania nazi, estaba en el banquillo acusado de crímenes contra el
pueblo judío. Dos años después, Arendt publicó un libro titulado ‘Eichmann en
Jerusalen’ en el que describía a su protagonista como una persona de tantas, un
ser que, sin ser intrínsecamente perverso, obró con quirúrgica frialdad para
escalar dentro de la sociedad en la que se encontraba. La carrera del reo, y su
defensa, por tanto, se resumió en una frase: ‘Hacía lo que tenía que hacer,
solo cumplía órdenes’. Esa asepsia es la que la autora definió como
banalización del mal.
domingo, 14 de abril de 2013
DIOS AHOGA A OTROS
El refrán es el hermano inculto del proverbio. Este luce frac, se puede
expresar en latín, es citado en libros tan trascendentes como la Biblia
y forman parte del acervo del que los eruditos presumen. El refrán, sin
embargo, es más de boina, se pronuncia en un castellano de tierra
‘adentro’, solo se habla de él en libros sobados que van de una mesilla a
otra sin lucir en la estantería y resuena en los debates tabernarios.
Refranes y proverbios son hermanos porque son hijos de la misma madre:
la observación. Tienen, sin embargo, padres distintos: el proverbio es
hijo de la reflexión; el refrán de la experiencia vivida. Eso sí, tanto
el reflexivo padre que habla latín como el lugareño que se maneja con el
verbo propio de la Moraña o de la Tierra de Campos, no son infalibles. A
la reflexión siempre le falta más reflexión. A la experiencia, la
experiencia de otros, sobre todo la de esos otros que no pueden ya
aportarla. Tirando de refranero podemos encontrar, valga como ejemplo,
que ‘Dios aprieta pero no ahoga’. Todos los que lo oyen recuerdan algún
momento de apuro extremo del que lograron salir y el aserto va cobrando
fuerza. Y cobra más porque ningún ahogado está en disposición de
refutarlo.
jueves, 11 de abril de 2013
ELEGÍA PARA MUCHO ANTES
De unos días a esta parte, las
portadas de los periódicos han estado adelantando el trabajo de las páginas necrológicas.
No es que en otros momentos la gente muera menos, al fin y al cabo, para
nuestro mal, como cantara Serrat, la parca nunca deja de buscar, simplemente,
esta semana la guadaña ha segado con mayor profusión en el selecto campo de las
personas cuya labor tenía, o había tenido, un enorme impacto social.
Tras la muerte, llega el tiempo
de las buenas palabras. La memoria es selectiva, y es tan imponente el abismo
del después al que todos estaremos sometidos, que lo malo que queda por decir
se ha difuminado en las penumbras del pasado o se nos encoge en el estómago sin
fuerza para salir. Elogios que son humo y, como tal, parece que suben al encuentro de algo pero
enseguida se desvanecen. Las alabanzas pronunciadas ante un ataúd nacen tan
muertas como los inquilinos de la caja de madera, porque estos no pueden
escucharlas.
lunes, 8 de abril de 2013
¿QUIÉN DE USTEDES?
El consejo atribuido a Sun Tzu es válido para enfrentarse a cualquier
circunstancia, pero es esencial para quien tenga alguna responsabilidad
en la estrategia militar: ‘Nunca hay que dar un paso si no se está
seguro del siguiente’. Al anecdotario de Hitler le ocurre lo mismo (con
perdón) que a las reliquias que encierran un fragmento de la corona de
espinas con que aquellos soldados romanos pretendieron humillar a Jesús
de Nazaret: si creyésemos que todas las anécdotas son ciertas, o que
todos esos trocitos de madera estuvieron donde dicen que estuvieron,
podríamos llegar a la conclusión de que el tirano habría vivido
doscientos años y que la cabeza del joven nazareno tendría una
superficie capilar cercana, en tamaño, a la del partido de Sigüenza. Una
de esas leyendas hitlerianas cuenta que el enajenado líder nazi, buen
seguidor de la consigna citada, reunió a sus asesores militares con el
fin de conocer las intenciones del ejército enemigo antes de decidir
cuáles habrían de ser los pasos a seguir. Para tal fin había pedido,
previamente, a cada uno de ellos un minucioso informe en el que deberían
recoger cuáles serían los próximos movimientos de los aliados. Tras
escucharlos, comprobó que apenas había coincidencia entre las
previsiones de cada uno. Hitler se levantó airado, lanzó los informes al
suelo y les dijo a voz en grito: ‘Seguramente uno de ustedes tenga
razón, el problema es que no sé quién de todos es’.
jueves, 4 de abril de 2013
LAS PERDICES DEL EXSAPO
Los cuentos relatan una pequeña
parte de la historia, la que, de tan dulce, resulta empalagosa. Pero nunca se
esmeran en narrar los hechos que acontecieron antes o en detallar lo que, tiempo
después, los protagonistas se encontraron en las tripas de esas perdices que comían
aparentemente felices. Alguno de estos cuentos sí recrea momentos de tensión,
instantes en los que la vida y la muerte se daban la mano, pero siempre eran
burlados gracias a la pericia de esos héroes principescos, a los dones de hadas
imaginarias o al puro azar. Callaban, sin embargo, las escenas que no se podían
escribir en papel cuché sino en simples folios. Estas eran arrojadas al fuego y
así, entre llamas de silencio, moría la parte más sucia de la historia. A veces
incluso alguna de esas secuencias fue capaz de evitar el fuego, pero nos
negamos a creerlas. Pensábamos que eran infundios destinados a arañar la piel
sensible de esos seres casi mitológicos y que su prestancia, adquirida tras
siglos decorando un árbol genealógico, era incompatible con el error. Pero no,
el error es intrínseco a la genealogía de esos árboles tan farrucos que creen
que les debemos la sombra, tan altaneros que no se dan cuenta de que su madera
se pudre más deprisa que la del resto, de que la corteza que les adorna podrá
ser más aromática, pero envuelve a la nada. Nos hemos caído del guindo, la
mitología muere cuando el hambre aprieta.
lunes, 1 de abril de 2013
LA TECLA O LA FLAUTA
La leyenda cuenta que la pérdida
accidental de una herradura de un caballo produjo la derrota en una batalla del
bando del jinete. Un pequeño, casi anecdótico, hecho provoca consecuencias de
mucho mayor impacto. También en los libros podemos leer cómo se puede gestar un
punto de inflexión por medio de una acción provocada. Un movimiento que cambie
los paradigmas del momento. La forma más eficaz consiste en invertir el legado
de ‘El Gatopardo’. En su libro, Giuseppe Tomasi di Lampedusa explicita los
tejemanejes de los poderosos para anclarse en el poder, aunque para ello haya
que cambiar el envoltorio. Frente a esta acción, quien quiere cambiar las cosas
puede proponer acabar con todo o, ya digo, elegir un camino mucho más eficaz:
mantener el envoltorio y cambiar el objeto envuelto. Por fuera vemos lo mismo,
pero dentro se han modificado los presupuestos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)