Aún se mantiene, aunque al parecer en menor grado, aquel viejo uso de
permitir a las chicas el acceso gratuito a las discotecas o, en todo caso,
exigir un precio menor del que se cobra por entrar a los chicos. Esta práctica no
se impulsó, naturalmente, por la generosidad del dueño del local de turno. La
mujer no pagaba porque era convertida, al estilo de la caza, en el reclamo que habría
de atraer más clientes. Una certera frase, válida para otras facetas, definía
la situación: “Si no pagas por un producto, el producto eres tú”.
Las teles, que cobran ingentes cantidades de dinero a las empresas que en
ellas se publicitan, cubrieron el fin de semana pasado buena parte de sus
parrillas con la información referida a las reuniones catárticas, cada una a su
modo, del Partido Popular y de Podemos. Ninguna de las dos organizaciones pagó
el tiempo dedicado a la promoción de su producto, lo que señala que, en
realidad, ambos partidos fueron el envoltorio de dos productos televisivos. Los
partidos políticos –el instrumento fundamental para la participación política,
según marca la Constitución- se han convertido en meros espectáculos
televisivos. Sus peleas, sus cuitas internas, sus circunstancias, de nuevo al
estilo de la caza, son un reclamo para aumentar los índices de audiencia.