Cuando el escritor gallego Ramón María del Valle-Inclán publicó ‘Luces de
bohemia’ se acuñó el término ‘esperpento’ para definir el género literario en
el que se encasillaba la obra. Ahora, casi un siglo después, se puede catalogar
dentro de este mismo epígrafe a una serie televisiva, ‘La que se avecina’.
Desde diversos atrios ha sido tachada de racista o machista debido a algunas de
las expresiones que en ella se repiten o al comportamiento de sus personajes. Lo
que en ella vemos, sin embargo, es una deformación grotesca hasta llegar a la
caricatura de los comportamientos que se repiten en nuestra sociedad. Esperpento,
puro. En la serie, ficción sobre ficción, uno de los actores encarna a un actor
que a su vez da vida a un médico en un culebrón. Uno de sus pacientes padece el
síndrome de Hunterton
Recklinghausen. Una enfermedad ficticia pero real en ese culebrón. Llegado un
momento de apuro, otro protagonista finge padecer dicho falso mal para recaudar
dinero y así hacer frente a un inminente desahucio. Le salió mal, como es
habitual. La razón, la propia periodista que concede la entrevista comprueba
que todo es una triquiñuela.