La rivalidad entre la nostalgia y la creencia en el avance lineal del
tiempo siempre se desarrolló en los mismos términos: ocupan espacios vecinos,
no dejan de mirarse con desdén, se mienten mutuamente y, lo que es peor, se engañan
a sí mismas haciéndose ver mejor de lo que son. La nostalgia se dice, y nos
viene a decir, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Estudiar un poco de
historia, solo un poco, sin embargo, desmiente el aserto. Las luces y las
sombras se intercalan como los números racionales y los irracionales: siempre
es posible encontrar una luz entre cualquier par de sombras por muy cercanas
que estén, y viceversa. La añoranza por los tiempos pasados solo puede emerger
gracias a ese talento tan humano para domesticar la memoria de forma que esta
pueda difuminar los aspectos más negativos a la par que enaltecer los que nos
fueron gratos.