Dora García, presunta artista, exhibe “Luz
intolerable y La esfinge” en el Patio Herreriano de Valladolid. El título
obedece a la realidad, dos boutades inconexas e inocuas. La ¿creadora?
pretende, es su palabra, alterar la relación tradicional entre artista, obra y
espectador. Dora lo consigue eliminando la obra, en realidad lo que presenta es
nada y a partir de ahí una serie ritual de argumentos escritos se esgrimen como
coartada a posteriori. Un regodeo en el vacío tan ineficaz por inconsistente
que desnuda más el engaño, no es otra cosa lo que se muestra.
Luz intolerable –una pared de focos
instalados en el fondo de la capilla- es justificada a partir de una certeza,
es imposible permanecer en la sala más de unos segundos, se genera un
manifiesto rechazo. Punto, no hay más, el resto retórica vacua.
La esfinge es una joven que busca
espectadores adecuados (sic) para responder a unas preguntas formuladas como un
test. Si fallas una pregunta se acaba el juego, si aciertas tres ¡premio!; pero
¿qué es acertar? Coincidir con las respuestas de Dora a dicha encuesta. En
resumen la genial idea de la artista no es otra que premiar a los que muestren
una sintonía total, existencial e ideológica con ella. Al resto que les den.
Cierto que no impone su verdad como la Verdad pero se reviste de esa tolerancia
políticamente correcta hija bastarda de un fútil concepto de democracia, la
generalización del valor del voto al mundo del conocimiento: todas las
opiniones tienen la misma entidad. Su verdad por ser suya, sin más
profundización, es el ombligo y desde ahí edifica la atalaya en la que reúne a
la tribu de sus iguales. Una verdad espiritual, además, perfectamente definida
por unos escuetos síes o noes a un acopio de preguntas. Vacío dentro de un
hueco en el interior de una caverna.
La propuesta no da para más, carente de
valor en sí sólo puede soportar reflexiones tangenciales. La constatación de un
mundo que para seguir aceitando el engranaje del consumo necesita crear seres
que se perciban como centro del universo, la evidencia de la pérdida
referencias sobre la sensibilidad artística si en el mismo espacio puede
convivir la obra de Tapiès con la no-obra de Dora García, la certeza de que en
el cajón desastre del arte contemporáneo se cuela mucho impostor vendiendo
hielo en los círculos polares.
La actual sociedad no se ve representada en
el arte que se crea, tal vez Dora llegue a crear o la haya hecho, reconozco que
de ella nada sabía, pero Luz intolerable y La esfinge es una invitación al
escepticismo sobre el arte actual. En época veraniega lo perentorio es separar
el grano, que lo hay, de la paja. Y del polvo.