jueves, 27 de marzo de 2014

CON LA FRENTE MARCHITA

Decimos por aquí que en la mesa y en el juego se conoce al caballero. Si olvidamos el tinte clasista que expele el tenor literal de este refrán, podremos obtener de él una enseñanza: aunque uno se pase la vida queriendo disimular, hay ámbitos en los que la verdadera personalidad, por más empeño que uno ponga en esconderla, se impone a las apariencias.
La muerte de Adolfo Suárez ha tenido este efecto. Las versiones oficiales han edulcorado una época de cambalaches y posibilismos, ‘una tormenta que -como cantara Sabina- duró hasta entrados los años ochenta cuando el sol fue secando la ropa de la vieja Europa’. Desde este hoy que se nos desconcha ha brotado un arrebato melancólico como si ese ayer fuese paradisíaco. Pero, sigo con Sabina, ‘no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió’.