lunes, 30 de octubre de 2017

TEMPESTAD, CALMA, TEMPESTAD

Siempre que las cosas vienen mal dadas aparece una voz amiga que se ampara en la sabiduría popular para recordarnos que tras la tempestad siempre llega la calma. La frase es naturalmente cierta pero no deja de mostrar una visión harto optimista. Con la misma lógica se podría decir que tras la calma siempre llega la tempestad. Ítem más, es en situaciones de (aparente) sosiego cuando se siembran esos vientos que gestan las tormentas.    
No hace falta añadir un contexto sobre la situación política en Cataluña, sobre la concatenación de hechos en épocas de (aparente) calma que provocaron otra serie de peripecias cuando rompió la tarde en tormenta. Información ha habido de sobra y cada cual, a estas alturas, tendrá formada su opinión al respecto. Un hecho, sin embargo, cabe ser resaltado: en medio de todo el desbarajuste institucional, con miles de personas defendiendo en las calles posturas más que  opuestas, incompatibles, ha habido un respeto escrupuloso (lo que hagan tres no mancha a la sociedad) a la integridad de las personas. Todo, crucemos los dedos, ha discurrido de forma pacífica.