martes, 26 de enero de 2021

DE POLÍTICOS Y MÉDICOS

Si este último añito me hubiera pillado con 20 o 25, hubiera escrito alguna que otra tontería. Ahora, con más del doble, apenas he apuntado alguna crítica sobre lo concreto. El cambio de actitud tiene que ver con una cierta comprensión de mi propia ignorancia. Asumí las restricciones al entender que estaban avaladas con criterios médicos y sociológicos. Comprendí los vaivenes porque la ciencia trabaja con ensayo-error y los científicos investigan ahora sin margen, escrutados en directo por una sociedad que cree que la ciencia es un nuevo Dios omnipotente. Quise entender que habría motivos que se me escapaban cuando las decisiones tomadas sonaban contradictorias.

Pero existe un timbre que se activa en cuanto un gobernante roza, usemos este verbo por principio de precaución, los límites que el propio sistema se impone. Así ocurre con el ‘toque de queda’ marcado en CyL a las 20.00. La prosa del estado de alarma no lo permite, el gobierno central no podía no actuar y ha llevado la medida a un TS que, para darla por buena, necesitaría una cabriola schmittiana. No discuto la hora sino las maneras. El sistema es también un compendio de tiempos, formas y liturgias que, si bien no garantizan todo, al menos dificultan la arbitrariedad. El límite del estado de alarma marca la barrera de la separación de poderes entre legislativo y ejecutivo.