sábado, 2 de febrero de 2019

EL DÍA QUE ERA EL DÍA

Foto "El Norte"
Con frecuencia, la belleza se encuentra en los ojos que la observan. A mí me cuesta encontrarla en el boxeo o en los toros; pero es una evidencia que hay quienes, donde tú ves un simple puñetazo o un señor esquivando un morlaco, son capaces de embelesarse ante lo que ellos entienden como la pureza de un golpe o de un pase. Además, como te descuides, van y te lo explican. Eso sí, por más que admirados en lo suyo se empeñen en mostrarte lo que es y la dificultad de ejecutar un gancho de izquierda o unas chicuelinas, no encuentran manera de hacerte ver belleza alguna. Seguramente, en muchas de esas personas se dibujaría una mueca de escepticismo si yo, embebido, glosase con sentida admiración la belleza de un pase milimétrico hacia un compañero que ha emprendido un desmarque de ruptura o un amansamiento con el pie de un balón que cae salvaje desde el cielo.