jueves, 14 de marzo de 2013

LAS PAREDES DE LAS SEDES

Las paredes de las sedes de los partidos políticos están construidas con un extraño material que distorsiona los sonidos que vienen desde el exterior, desde ese territorio habitado que llaman ‘la calle’.  Ese particular eco produce dos efectos aparentemente contradictorios: aísla y dirige.

Durante largas temporadas, esas paredes no permiten que entre sonido alguno,  de esta forma, los ‘Óscar López’ que entre ellas han crecido, adquieren un lenguaje ininteligible, una gama de usos y costumbres solo válidos para moverse (y ascender) en ese mundo cavernario, pero que les impide comprender otro lenguaje, el de los mortales que viven fuera. Es por esto que, cuando están prestos a colgarse una medalla y recibir con agrado la sonrisa complaciente de sus jefes, se sienten desconcertados al escuchar que más allá de la sede, en esa calle difusa, critican su actuación. Ellos, en casos así, caminan por los pasillos con la misma cara que Obélix diciendo “están locos estos ponferradinos”.