Hace poco más de
tres semanas a Miguel Arias Cañete le sacaron un billete para Bruselas que
tenía que tomar sí o sí, dejando de esta manera libre su asiento en el
Ministerio de Agricultura. Inmediatamente después conocimos el nombre de quien
iba a ocupar la silla vacante, Isabel García Tejerina. Supimos al instante que
la nueva ministra era vallisoletana y por estos lares se le dio máxima
relevancia a este dato del DNI. Siempre hemos dado excesiva importancia al paisanaje
en la arena política, se asume de forma natural que un alto cargo privilegie a
los de su terruño, debe ser un vestigio de una mentalidad caciquil tatuada a
fuego a lo largo de muchas generaciones.