lunes, 30 de noviembre de 2015

UN GRAN PASO

La dificultad no radica en saber a dónde se quiere ir, sino en explorar los caminos que permiten llegar. Rara vez suele darse el acierto a la primera, se indaga, se camina, se cae, se vuelve y toca comenzar de nuevo. Incluso, cuando el camino elegido parece el correcto, habrá que solventar las dificultades que aparecerán, corregir errores y repensar de nuevo, porque las dudas persistirán en su empeño de enmarañarnos para, si vamos deshaciendo nudos, permitirnos crecer. El destino suele ser simple, muy simple, se define con pocas palabras. En la respuesta al qué queremos estamos todos, cosa arriba, cosa abajo, más o menos de acuerdo. El asunto, ya digo, es saber el cómo. Miremos en otra escala y veremos que se repite la secuencia: escuchamos a los dirigentes políticos ahora que andan en campaña –bueno, cuando no andan, también-, leemos los programas, y volvemos a la sencillez del destino: todos dicen querer, cosa arriba, cosa abajo, más o menos lo mismo. Mejores coberturas sociales, mejores servicios públicos, todo mejor. Falta, sin embargo, casi siempre, especificar el cómo, explicar de qué manera lograrlo, qué camino transitar, con qué dificultades podemos topar. Las cartas a los Reyes Magos están muy bien hasta que descubres que no existen, que la historia de los juguetes que aparecen en el poyo de la ventana es mucho más prosaica, que no llegan desde oriente, sino que se pudieron comprar gracias al esfuerzo y la ilusión de unos padres.