jueves, 26 de febrero de 2015

UN TRAGO O UNA BOTELLA

El estado nación agoniza. Queda de él la cáscara y algo de fanfarria, algunas liturgias y un sentimiento de adhesión a una cultura, una historia y un territorio. Poco más. El hijo de las tres revoluciones (la liberal, la burguesa, la industrial) no ha resistido los envites de una época en la que el poder económico se ha puesto el mundo por montera. Los límites geográficos son para las personas, nunca para unos capitales que van, vienen y se depositan solamente en las casillas de valor seguro. Los estados asisten inermes a su estrangulamiento. Sus gobernantes se dividen en dos: los que son como ‘nuestro’ De Guindos, encantados de que así sea y los que, como el griego Varoufakis, terminan asumiendo que es así, que la alternativa a un trago de quina es beberse la botella entera. Unos como ‘la bien pagá’, los  otros como dóciles corderitos, son los últimos exponentes de un mundo que asienta, cada vez más, los centros de decisión en los sillones de piel de los consejos de administración de un puñado de grandes empresas.

lunes, 23 de febrero de 2015

EL PUÑAL NO PARA

Duele ver fútbol cuando poco antes estabas enterrando a un amigo. Duele la vida, tantas veces caricia, cuando se convierte en puñal y no se detiene como debiera. La vida empuja, me siento y busco el enlace que me permita ver el partido. Duele la música de John Coltrane; mientras decimos adiós, suenan de fondo los sonidos de su saxofón, ahora resuenan y se me clavan como aguijones de avispa. La música que embriagaba a Miguel Ángel, el jazz, talento para crear, mucho trabajo para poder improvisar, no aparece en Tenerife. El Valladolid callaba, no emitía sonido alguno, parecía esperar un momento que estaba seguro que iba a llegar, pero los momentos no llegan si no se buscan. Una estupidez, una expulsión y cambió la partitura, pero el silencio no se rompió, los intérpretes no supieron qué hacer.

jueves, 19 de febrero de 2015

POLVORONES AL SEDIENTO

Tengo miedo a los dolores físicos, me escondo, a la vez que mis músculos se contraen, cuando veo una aguja. Me da pánico pensar en tener una vida asociada de forma continua y constante a ellos. Pero supongo que, llegado el caso, aguantaría lo que me echasen si supiese que en ese aguantar reside la única esperanza de mantenerme con vida, la única esperanza de volver a tener ilusión por sentirme vivo. El dolor se aguanta voluntariamente cuando existe al menos la posibilidad de un mañana que merezca la pena, cuando ya eres consciente de que, sin pasar el trago, no queda más que una vana agonía en pos de encontrar un aire que paulatinamente irá desapareciendo. Y Grecia ya no tiene aire. Lejos quedan en la memoria aquellos años de atrás, ahora sufren las consecuencias lógicas de una perversión, la que hizo creer, a ellos y a nosotros, que habíamos dado con la fórmula del elixir de la eterna juventud. Pero la fiesta europea acabó como no podía ser de otra forma, recordándonos que, digan lo que digan y con el interés que lo digan, aún hay clases. Unos se quedaron con la recaudación y con el bar, los otros con los bolsillos vacíos y soportando la resaca.

lunes, 16 de febrero de 2015

SUFRIR DE MÁS

En las tripas de cualquier guerra siempre encontramos otras menores, pero no necesariamente menos virulentas. Guerras dentro de las guerras que tienen como objetivo colocarse en el sitio óptimo para recoger las medallas de la victoria y con ellas el dominio de la morgue o para salvar el culo si la derrota aparece en el horizonte. Peleas dentro de la pelea para imponer el dominio en el bando propio o con el objeto de adecuar el terreno para los futuros escenarios. En los momentos en los que el ser humano es llevado al límite, junto con los comportamientos más heroicos, en el mejor sentido de este término, aparecen todas las miserias para las que que el hombre está capacitado, o sea, todas las miserias. La guerra que sufrió España tras el golpe de estado del 36 es un claro exponente. Al margen del enfrentamiento entre los defensores de la república y los postulantes del golpe militar, hubo batallas internas más o menos soterradas con diferentes intenciones. En la parte republicana, los enfrentamientos internos fueron permanentes entre trostkistas y anarquistas que defendían que la revolución se debería llevar a cabo a la par que la guerra y el estado republicano junto con diversas organizaciones políticas cuya prioridad era vencer en la guerra y, por tanto, centrar en ella todos los esfuerzos. La explosión se produjo en mayo del 37 y Barcelona fue el campo en que se libró la batalla. El cineasta Ken Loach lo cuenta nítidamente en su ‘Tierra y libertad’. Entre los sublevados las tensiones venían derivadas de los distintos objetivos del variopinto entramado de intereses políticos, económicos y personales. Según la tesis defendida por varios autores, entre los que destaca el hispanista británico Paul Preston, para encontrar sentido a alguna de las decisiones tomadas por Franco hay que creer que su objetivo no era vencer con prontitud en la guerra sino retrasar la victoria. Sirve de ejemplo la decisión de posponer el avance hacia Madrid y el desvío de tropas a Toledo buscando una victoria simbólica que le enalteciese ante los suyos. Ralentizando el éxito ganaba tiempo para hacerse con el poder absoluto en su bando y, por consiguiente, para adueñarse del país tras la victoria. Por otro, además de vencer podría ‘barrer’ a cualquiera del que se sospechase que podría pensar distinto a lo que habría de ser obligatorio.

jueves, 12 de febrero de 2015

EGO ME ABSOLVO

Los confesionarios se han quedado vacíos. En parte es consecuencia del proceso de laicización que tras años de misa obligatoria ha vivido nuestra sociedad, pero no en menor medida se debe a que nadie tiene culpa de nada, no quedan pecados que confesar porque cada vez es más acusada la tendencia a ‘reconocer’ que los culpables siempre son los otros. Sabiendo de antemano quién es el asesino, es fácil después construir relatos que encandilen a una audiencia desmemoriada y ávida de encontrar al culpable de sus desdichas, basta con entregarle a esta el papel de sufriente víctima subyugada por unos desalmados. Unos seres perversos se aprovecharon de la candidez de una inmensa mayoría de la sociedad, personas por otra parte sin tacha, para saquearles y dejarles sin derecho alguno. Seres infectos que nos han arrastrado desde el paraíso en que antaño vivíamos hasta el lodazal del hoy. Así, sin más matices, sin más nada.

domingo, 8 de febrero de 2015

¡CÓMO ESTÁ LA LOREN!

La mitad de mis años los he vivido en el barrio de la Victoria. Llegué de casualidad durante esa etapa de estudiante en la que cada septiembre se buscaba un hueco en el que pasar el curso. Un solo paseo fue suficiente para descubrir que la gente se saludaba por la calle; que en cualquier esquina, aprovechando cualquier encuentro, se formaba un corrillo del que surgía una tertulia; que los camareros, los tenderos, los quiosqueros, llamaban a cada cual por su nombre. En ese mismo momento supe que, mientras viviese en Valladolid, podría cambiar de casa pero no de barrio. Me sentí a gusto, al fin y al cabo nunca perdí el pelo de la dehesa y en la Victoria me reencontré con ese aroma rural. Algo, por otra parte, lógico: la Victoria, en buena medida, se fue llenando con aquellas olas de emigrantes que, décadas atrás, habían vaciado los pueblos.
Mi segunda casa estaba enfrente del bar Medayo donde, entre cafés y partidas de dominó, pasaban la tarde algunos de estos hombres ya jubilados. Un día, cosa extraña, tres de ellos estaban embelesados delante de la tele. Miré: Charlton Heston, por enésima vez, cabalgaba por la pantalla recreando la figura de ‘El Cid’. Me acerqué y me contaron. Medio siglo atrás, antes de tener que abandonar sus pueblos, habían actuado como figurantes en aquella película cuyo rodaje alborotó los Torozos. Entre anécdota y anécdota, uno de ellos suspiró una exclamación en presente de indicativo: ¡Cómo está la Sofía Loren! Los tres intercambiando sonrisas maliciosas, a la par que sus ojos se iluminaron con la presencia casi real de la diva italiana con apenas veintisiete años. Cincuenta años después, la Loren es un mito que no ha perdido la elegancia, ni la fuerza que transmite su mirada, pero claro, los años no pasan en vano y ya no es la joven que enamoraba con su sola presencia.

jueves, 5 de febrero de 2015

LO OBVIO FRENTE AL SISTEMA

Por momentos me aplasta la sensación de que ya no hay nada que decir, de que está todo dicho. Fumo un cigarro, voy y vengo a la cocina. Hasta que en medio de esa pesadumbre en que me sumerjo -nada queda por decir y, a la vez, de nada ha servido todo lo que se ha dicho- lees que una anciana ha permanecido cinco días sin luz ni calefacción porque el banco no le quiso cobrar el recibo el día que, al fin, consiguió el dinero. Por una de esas normas de funcionamiento interno, ya saben, los recibos solo se cobran de nueve a nueve y cuarto los terceros martes de cada mes que caigan en día par y si viene usted vestida de lagarterana, nuestra protagonista se vio impelida a estar casi una semana con la casa fría y apagada. Un frío obligado gracias a un banco obligatorio. Porque esta es una de las raíces del asunto, la despersonalización de las grandes empresas ha convertido a los bancos (domiciliación o pago en ventanilla mediante) en los únicos puntos de cobro. No solo eso, para poder ingresar la pensión, una beca o la devolución de hacienda, es imprescindible tener una cuenta en alguna entidad bancaria. O sea, no hay manera de no ser cliente. Añadan otro dato, las comisiones que cobran son cada vez más altas, sobre todo para las personas que tenemos unos ingresos escasos. El negocio es estupendo, los servicios pueden ser cada vez más caros, peores y el número de clientes no puede disminuir.

lunes, 2 de febrero de 2015

ACCIÓN POÉTICA

Esa mañana se parecía demasiado a la anterior, que, a su vez, había sido prácticamente idéntica a tantas que le precedieron. Hasta que el viandante dobló la esquina y, como de sopetón, una tapia le arrojó un verso a la cara. El hecho ocurrió en México y cuentan que fue Armando Alanís el primer encargado de susurrar a las paredes. Desde entonces, y han pasado casi veinte años, son muchas las tapias confabuladas en esta acción poética de la que brotan pocas palabras pero suficientes para romper el sosiego de quienes con ellas se cruzan. Así, de la misma manera que la otra tarde te cruzaste con un semáforo, hoy te asaltan veinte letras: «Sin poesía no hay ciudad». Sigues caminando, a casa, a la oficina o al gimnasio, con la ciudad rodeándote pero tratando de buscar en ella algo de poesía. En otro momento en el que sientes que la rutina te comprime, llega al rescate un «Ponle vida a esta triste canción». Quizá no sea gran cosa, pero te sientes apremiado a buscar la vida en alguno de los recovecos en los que se pudo quedar como perdida, a tapar las grietas por las que se puede ir escapando. Y continúas caminando, pero ahora sabiendo que «queda mucho por sentir».

Aun así eres consciente de que las cosas no van bien, lo sabes, pero no porque lo digan los periódicos, lo sabes porque te toca muy de cerca. Lo sabes porque siempre refutaste los groseros renglones con los que se construye nuestro modelo social. Es entonces cuando otro muro se dirige a ti recordándote algo parecido a lo que ya escribiera la escritora anarquista Emma Goldman: «Si no puedo bailar, no es mi revolución». Y continúas caminando pero ahora sabiendo que «Perdido es el tiempo no dedicado al amor».