domingo, 12 de abril de 2015

DATO MUY FRÍO

Los datos sobre el desempleo empiezan a parecer bonitos. Esa aparente bondad estadística se nota desde el momento en el que los portavoces oficiales se sientan en la silla desde la que han de informar. Sus sonrisas les delatan, pero hay poco que reprocharles, su misión consiste en que hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles. En este caso, su labor consistía en alimentar los números con el maná que por fin llega. Así, el número puesto sobre la mesa se convierte en dato irrefutable. El último, el referido a febrero, fue el 13.538, aséptica cifra que indica el descenso en el número de personas desempleadas. En boca de dichos portavoces el número es el sol esplendoroso que iluminará nuestro futuro. Bajando al detalle, el dato, sin embargo, pierde peso. Muchos de esos nuevos contratos son para pocos días o para pocas horas cada día, contratos que aflojan el nudo de la soga que rodea el cuello, pero que no permiten que entre más oxígeno en los pulmones. Empleos que no dan más que para sobrevivir esperando con el mismo miedo que llegue otro nuevo y así ir estirando la angustia. Los números, esos números, cuentan la realidad pero no la explican del todo.