Los libros sagrados son un totum revolutum incoherente con ellos mismos porque pretenden, y consiguen, tocar todos los palos del ser humano y este es, en esencia, contradictorio. Cualquiera de nosotros arranca un día con ganas de mimos y al otro, vaya usted a saber por qué, se levanta con el pie cambiado y todo parece molestar. Quizá esto explique la longevidad de estos textos, sirven para un roto y un descosido. Quizá ahí radique también que haya servido para dar cobertura a formas de pensamiento radicalmente opuestas, que en el nombre del mismo Dios se hayan perpetrado los actos más viles y escrito las respuestas más dignas. Nada distinto de lo que ocurriría si no hubiera habido quien sacralizase página alguna. Al menos, en este segundo caso, nos evitaríamos el sonrojo de contemplar el recurrente recurso a lo sagrado para justificar la propia miseria de la que están plagados los libros de historia.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.