lunes, 28 de mayo de 2012

A por el destino


Cuatro minutos fue el tiempo que tardó el Celta en decir que no estaba para tonterías. Cuatro minutos tardé en escuchar la pregunta de rigor: ¿Te creías que íbamos a subir? Lo llevas claro. La polisemia es lo que tiene, genera confusión cuando el emisor y el receptor no convienen a priori la acepción que dan a la palabra en cuestión. Creer es un verbo que carga demasiado peso en sus pocas letras. Mi descreído interlocutor hacía uso de la primera acepción, tener por cierto algo a lo que el entendimiento no alcanza. Racionalmente es incomprensible que un equipo que se ha mostrado superior a sus rivales y que se juega mucho más que ellos fuera a dejar escapar su opción. Sería como pensar que los milagros existen. Yo creía porque hacía caso a la cuarta: tener algo por verosímil o probable. El fútbol nos ha enseñado que inverosímil no hay nada, que su fuerza radica en su imprevisibilidad y, precisamente por eso, cada partido es un relato del que no conocemos el desenlace. Esta regla tiene su excepción avalada por una historia de la que nadie se libra: si un resultado interesa a los dos contendientes, estos dejan de serlo y el marcador dibuja lo previsto.

viernes, 25 de mayo de 2012

PARTIDO MARCA ACME

El Coyote no ceja en su persecución porque sabe que la derrota es segura si se sienta a un lado del camino. Siempre trata de ir un paso por delante de su rival ya que es la única manera de vencer en ese combate, de esta forma sube a lo alto de un barranco porque sabe que Correcaminos pasará bajo sus pies y ahí encaramado podrá lanzar una gran bola de piedra con fines asesinos, o baja al fondo de una poza para colocar toneladas de explosivos que detonarán en el preciso instante en que su gallináceo enemigo pise en el punto previsto mientras él, el astuto cánido, se esconde tras un árbol. Los planes siempre son ingeniosos y aparentemente infalibles pero el rival nunca termina en sus redes. Así un capítulo y otro y otro, sin conseguirlo pero sin desesperar, con la certeza de que la próxima será la buena.
Así, como el Coyote, juega el Real Valladolid, un equipo que se va enfrentando a oponentes coyunturales mientras compite contra un rival al que, aun rozándole, no termina de apresar. Y pese a que las oportunidades se van agotando, insiste cada día en el intento. A veces Djukic, la cabeza del Coyote, se esconde tras un micrófono y enciende la mecha de un artefacto verbal que habría de explotar en Vigo. Las más, el cuerpo completo del perseguidor se encomienda a la lucha en campo abierto ejecutando lo que mejor sabe para no perder de vista al ave cuya aviesa intención es poner pies en polvorosa.

jueves, 24 de mayo de 2012

POBRES SIN VERGÜENZA

De la misma forma que la verdad no existe pero la mentira sí, hemos vivido unos años en que parecía que la pobreza no existía pero la riqueza sí. Quejarse de falta de dinero no estaba mal visto cuando el lamento era por no poder comprar otra casa, otro coche o ir más lejos de vacaciones. Hasta ahí. Ser pobre de verdad quedaba feo. La imagen de la pobreza era un tetrabrick de Don Simón. Reconocerse como tal era la declaración pública de un fracaso vital. ¿Quién puede tener sed viviendo al lado de un río? Pues la había pero no la veíamos porque la pobreza se escondía avergonzada. En una sociedad de fuertes, mostrarse débil te convierte en la diana a la que apuntan los dardos del reproche. Mejor callar. Ahora, que en vez de posar los pies en escaleras mecánicas por las que se asciende sin esfuerzo, apretamos el culo contra un tobogán por el que caemos, ahora, digo, ser pobre no es mejor, pero da menos vergüenza. La razón es sencilla, lo que abunda no se puede esconder, por más que la cosecha sea de pobres. El consuelo de tontos, el mal cuando es de muchos, resta culpas a cada uno de los que lo sufre y se pierde el miedo a contarlo. Uno habla con otra que a su vez habla con otro y todo se termina sabiendo. Como se sabe que el pobre de hoy tiene rostro de niño, es un adulto que antaño lució corbata o llevó vestido de firma en la penúltima Nochevieja. Es más, no hace tanto, cuando se encontraba con un mendigo en la puerta de un restaurante, decía que nunca se vería en esas. Entonces pobreza y exclusión social eran sinónimos. Hoy es el antecedente de una exclusión que está por venir hasta para muchos de los que menos se lo esperan. Además, quienes aún pueden decir que su sueldo es más largo que el mes ya no miran al pobre con desprecio sino con miedo a rodar por el mismo precipicio. El pobre ha dejado de ser un fracaso individual, ha mutado en amenaza colectiva. Y hay quien de ello se aprovecha. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 24-05-2012

lunes, 21 de mayo de 2012

En espera de juicio

Los consecuencialistas dicen que el camino al infierno está adoquinado con buenas intenciones. Esta corriente filosófica sostiene que el análisis moral de una acción depende únicamente del fin y no de los actos. El camino al cielo, suponemos, en vez de adoquinado estará adornado con mármoles pero el catolicismo añade una antesala en la que se espera el ingreso definitivo en el paraíso. En dicho recibidor, el purgatorio,  se permanece un tiempo indefinido, el necesario para que se borren las manchas delebles del alma. El que allí permanece sufre tanto como si tuviera hospedaje en el infierno pero con una diferencia sustantiva: tiene asegurada la salvación eterna. Esa estancia no debe diferir mucho de la de quien se enfrenta a un expediente que nunca avanza, siempre falta un papel o una firma. Parece ser, también, que si los que aún estamos entre los mortales pedimos, rezos o pagos de indulgencia mediante, misericordia al Juez Supremo, este puede mirar a otro lado y obviar ese trámite pendiente. Como la picaresca no es patrimonio exclusivo de nadie, la Iglesia azuzó el miedo a este paso intermedio y durante la Baja Edad Media realizó pingües negocios con el tema. Este negociete fue uno de los motivos expuestos por Lutero en sus 95 tesis que a la larga supusieron la ruptura del cristianismo.

jueves, 17 de mayo de 2012

El corazón roto de Totó

Todos huían buscando refugio pero él, Totó, seguía tumbado en el embarcadero dejando que la lluvia empapase su cuerpo adolescente. En su cabeza pesaba tanto el vacío de un largo verano sin ver a su amada como el miedo a que una vez llegado el otoño ella no hubiera regresado. Totó había cerrado los ojos pretendiendo que el recuerdo cubriese la ausencia hasta que sobre sus labios sintió los de Elena. «No sabes lo que he tenido que inventar para venir a verte, mañana, a las cinco iré al cine para despedirme».
No volvió y ese hueco fue la presencia más imperecedera de una mujer durante el resto de su vida. Salvatore siguió el consejo de su maestro Alfredo, quien le vino a decir que huyera de Sicilia, que no volviera nunca, ni siquiera la vista atrás porque el regreso pasado poco tiempo es un engaño, hace pensar que las cosas han cambiado pero si la vuelta tras décadas confirma que esa tierra maldita nunca cambia. No regresó hasta que, treinta años después, falleció el tutor. Ese retorno se convirtió en una búsqueda de su pasado, cada paso por el pueblo natal arrojaba tierra sobre el amor inconcluso. Elena ya no estaba, nadie supo explicar qué fue de ella. Desde el avión en el que volvió a Roma pudo ver, entendimos todos que por última vez, su isla perdiéndose en la lejanía. En Roma seguiría su triunfante carrera y su vida vacía.

lunes, 14 de mayo de 2012

Puto córner

Los niños son esponjas que absorben todo lo que ocurre a su alrededor, al fin y al cabo los individuos de cualquier especie animal aprenden prácticamente todo en las primeras etapas de su existencia porque de ello depende su propia supervivencia como individuos y como especie. Pasado ese tiempo podemos enriquecer, afinar o matizar nuestros conocimientos pero a un ritmo menor. La experiencia es un grado, dicen, pero no es siempre cierto. Sería interminable el listado, por ejemplo, de entrenadores cuyos mejores años fueron los primeros. Una razón puede ser que suma más la ilusión de quien pretende abrirse camino de lo que resta inexperiencia; otra, si ya es difícil aprender a ciertas edades, resulta titánico el esfuerzo necesario para modificar las respuestas que damos ante situaciones similares que la vida nos va deparando. La sabiduría popular es clara al respecto: cuando se tiene pelo abajo, se aprende poco y con mucho trabajo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Usos del ser y del estar

Si hay una dificultad en el idioma castellano que desazona a quien pretende aprenderlo es administrar con corrección los verbos ser y estar. Los oriundos no tenemos ese problema porque el idioma materno se aprende de oído pero cuando algún foráneo nos pregunta cómo saber cuando va uno y cuando corresponde usar el otro no sabemos muy bien qué decir. De hecho no hay ninguna norma que lo aclare de forma definitiva aunque sí exista un principio general que asigna al verbo ser una relación con la esencia, por lo tanto otorga una cualidad permanente, y al estar con el estado, lo que conlleva una característica transitoria. Así, cuando alguien nos dice que Pedro es triste nos está alertando de que el tal Pedro no es la alegría de la huerta. Sin embargo, si lo que nos dice es que Pedro está triste, enseguida deducimos que algo ha ocurrido que le ha llevado a ese ostracismo anímico.