lunes, 8 de enero de 2018

EL RAPAZUELO IMPACIENTE

Los rivales conocen las carencias del Real Valladolid y le encuentran las cosquillas con suma facilidad a poco que se lo propongan


Foto El Norte de Castilla
La vida concede tiempo casi para todo. Sí, vale, es demasiado corta y siempre andamos con la sensación de que no va a haber días suficientes para desarrollar todo cuanto querríamos, vivimos con ese remusgo de no haber aprovechado en condiciones la dádiva de vivir. Mas aun así, –la mayoría– tenemos momentos, días, etapas, variopintos que son suficientes para llenar el fardel con toda la gama de sentimientos, emociones o experiencias. Lo sorprendente es que la humana forma de afrontar esta realidad se muestra como una paradoja: de más jóvenes, cuando el tiempo por delante parece infinito, se vive de forma apresurada, como si el tiempo apremiase; al arrugarse el rostro, cuando aparece la consciencia del límite, los tragos se toman más largos, como si no hubiera prisa por terminar la copa, como si nada más urgiera. Lo que se ha aprendido en el entretanto es a seleccionar los momentos, a dar a cada tiempo una lectura. Así, los malos se viven con menos drama –con la consciencia de que son, a la vez, pasajeros y ley de vida–; los buenos, se saborean sin más.