jueves, 19 de julio de 2012

DE LA POLÍTICA

Hubo un tiempo en que las guerras se parecían demasiado a la sátira de Gila. Moría gente, pero todo con un orden. Estaba definido el día, la hora y el campo de batalla. Otra cosa eran las invasiones bárbaras que llegaban en oleadas y arrasaban lo que pillasen por medio. En la guerra clásica, sin embargo, se respetaban los tiempos y las formas. La modernidad acabó con todo eso. Había que ganar y para conseguir ese objetivo las sutilezas siempre son obstáculos.
En el tratado ‘De la Guerra’,  Carl von Clausewitz afirma que estas son "la continuación de la política por otros medios". Pues bien, el arte contemporáneo se ha encargado de retorcer la realidad hasta invertirla, ahora los gobiernos occidentales han desdibujado la política hasta reducirla a una continuación de la guerra por otros medios. Seguimos con von Clausewitz: “La guerra constituye un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar a un adversario a acatar la voluntad del otro”. No me digan que hoy la política no es eso.

jueves, 12 de julio de 2012

SINIESTRO TOTAL O SUICIDIO

La esencia de la filosofía se resume en buscar respuesta a las tres preguntas clásicas: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Pero esas mismas dudas son las que tiene en la cabeza una persona que al despertar siente hachazos en la cabeza y comprueba que en la misma cama hay cuatro personas más. Este hecho no emparenta la filosofía con la suma de una orgía y una borrachera, más que nada porque el primero pretende profundizar en el conocimiento y el segundo se conforma con una respuesta simple que le permita ponerse en pie para seguir caminando en busca de otra juerga. Hasta que el bolsillo se vacía.
Quizá por vivir en un país domeñado durante siglos por el caciquismo y asolado por el analfabetismo, hemos llegado a creer que nuestros gobernantes eran filósofos, cuando en realidad estábamos en manos de unos juerguistas que campaban impunes porque proponían barra libre y nos hicieron creer que estábamos todos invitados, a pesar de que la gran mayoría no participábamos de la fiesta. Pero como se oían en la calle los acordes del Juanito Chocolatero nos sentimos embriagados. Hasta que la música dejó de sonar. Los de dentro se llevaron las botellas que quedaban y no pagaron la cuenta. Ahora el gran hostelero pide la pasta, ellos, cosas de la resaca, no recuerdan lo que pasó y dicen que tenemos que pagar entre todos, entiéndase por todos, a todos los que no son ellos, que a escote nunca es mucho.
¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos? Es el cuadro que pintó Gauguin en los días previos al que tenía señalado como fecha de su suicidio. Las tres preguntas pero en otro orden son, también, el título de una canción del grupo gallego Siniestro Total. Un paisano suyo, de nombre Mariano, uno de esos que teníamos por filósofos, nos pide cuentas para saldar la deuda. ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? No tienen ni idea. ¿Estamos solos en la galaxia o acompañados? O quizá sí lo saben, pero prefieren no decirlo, vaya, por no ponernos en alerta. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 12-07-2012

jueves, 5 de julio de 2012

AQUELLA GENERACIÓN POCO PREPARADA


Luisa levanta la cabeza y observa, obnubilada, la imponente Torre Eiffel. Ella no podría explicar cómo se mantiene en pie ese monstruo de hierro con sus 330 metros de altura. Desconoce el año en que se realizó la Exposición Universal para la que fue concebida, ni siquiera tiene conocimiento de que hubiera habido una exposición universal. No sabe ni una palabra de francés, ni conoce la historia del palacio en el que se asienta el Museo del Louvre, ni sabe que fue eso de la comuna de París, incluso sería incapaz de decir cómo se llama el Presidente de Francia.
Luisa gira la cabeza, frente a sí se levanta una colina en la que destaca una iglesia muy blanca. Su hija le ha repetido varias veces el nombre de la colina, “Montmartre, mamá, Montmartre”. Decide ir, la mañana es agradable y no está muy lejos. Camina hacia allí con la intención de entrar en la iglesia. Pasea por las mismas calles que pisaron Picasso o Modigliani, pero eso ella lo desconoce. En realidad desconoce quién era Modigliani. De Picasso sí podría recordar haber oído el nombre alguna vez. Una vez dentro de la Basílica del Sacré Coeur, deja la sillita en la que su nieto duerme plácidamente, se sienta en un banco y cierra los ojos. Una lágrima va haciendo camino entre los pliegues de su piel. Antonio, su marido, que nunca pisó París, que se fue sin conocer a su nieto, se hace ahora presente.
Allí, tan lejos del pueblo en el que desarrollaron toda su vida, Luisa va coloreando con emociones sus recuerdos: la gris miseria, la blanca ilusión, la verde esperanza, la negra muerte. Su trabajo en el campo, el abandono de la escuela sin apenas haber pasado por ella, sus cinco hijos sacados adelante, una casa por fin digna de tal nombre…
No, no se puede decir que Luisa y Antonio hayan pertenecido a la generación mejor formada de este país. Pero sin carreras, ni másteres, ni más idioma que un castellano que apenas podían escribir, fueron capaces de construirlo desde los escombros. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 5-07-2012