viernes, 25 de enero de 2019

LA BUENA Y MALA DESCONFIANZA


Nada pues hay aquí secreto que no se deba manifestar; ni cosa alguna que se haga para estar encubierta, sino para publicarse.  Marcos 4:22


Foto "El Norte"
Si tuviésemos que hacer una lista de virtudes y otra de defectos, en principio no nos parecería una tarea ardua. En principio, porque una vez paramos a pensar nos damos cuenta de que existe cierto grado de coincidencia. La palabra ‘bondad’, intuitivamente, caería en el primer cajón. Dándolo otra vuelta recordaríamos que alguna vez dijimos, en referencia a algún amigo, aquello de ‘es tan bueno que parece tonto’. Algo similar ocurre con ‘desconfianza’. Inicialmente, a quien así tildamos, le imaginamos con una cara agria, con un aire de desairada suspicacia. En una segunda vuelta nos hacemos conscientes de que esa desconfianza nos permite estar prevenidos ante quien puede usar su posición para engañarnos; es más, esa misma desconfianza es la esencia de una sociedad democrática en la que los poderes y contrapoderes existen para -otra cosa es que lo hagan- vigilarse mutuamente.