lunes, 28 de febrero de 2022

CUENTA DE ORGULLO SALDADA

Vaya que si estaba presente el partido de la primera vuelta. Determinadas palabras encuentran posada en nuestro cerebro donde habitan iluminadas con el reverbero de la derrota. Y eso sin necesidad de recordar o de conocer los entresijos del cómo ocurrieron. La simple palabra, me sirve ‘Trafalgar’ como ejemplo, acarrea el desastre apoyado en cada una de sus sílabas aun desconociendo el nombre del vicealmirante Nelson. Si no se ponía remedio, ‘Amorebieta’, para la afición pucelana, podría entrar a formar parte de ese mismo listado. El partido de vuelta daba al equipo la oportunidad de restañar la herida. No hablo de vengar un agravio, este rival no puede ser considerado agresor de nada -hizo lo que debía-, sino de reponer el pundonor, de ofrecerse el desagravio a sí mismo.

Apenas veinte minutos necesitó el Pucela para que aquello quedara en accidente. Un vendaval logró un par de goles y alguno más que pudo ser. Incluido uno de los de ‘sí o sí’ que fue ‘no’ por impericia de Toni. El chico nos deslumbra, a mí me tiene ganado desde antes de irse cedido, pero en las inmediaciones del marco ocurre que sobra ‘pensar’, lo mismo que unos metros por detrás del área aporta valor al murciano. Ahí no hay margen. Los delanteros, ante la portería, dinamitan por puro instinto. A Toni, en lo que decidía cuál era la mejor opción de las diez que se le ocurrían, se le acabó el tiempo.