jueves, 1 de octubre de 2009

¡CÓMO ESTÁ LA ARISTOCRACIA!

Cuentan las malas lenguas apócrifas que una cena (probablemente en los postres de otra cumbre iberoamericana) el expresidente argentino Carlos Ménem se levantó y espetó a sus colegas: ¿Saben ustedes por qué Estados Unidos es el único país de toda América en el que no se ha producido un golpe de estado? Ante el silencioso estupor de la concurrencia, Ménen risotada en ristre, clamó: ¡Porque no tienen embajada de Estados Unidos! 

José María Aznar, años depués, con el tic de los acomplejados, se ufanaba de haberse alistado (alistado de ponerse en la lista, no de hacerse listo) en el club de los que mandaban, lo que es un eufemismo. Se arrastró ante el que de verdad impone su poder a cambio del sueño del secuaz: fumar unos puros en compañía del jefe y poder hacerse unas fotos con los pies en su mesa. Como todos los que se vanaglorian de colaborar con los matones, olvidó que la imposición por la fuerza, poder duro lo llaman, es limitada en el tiempo y  se parece mucho a un boomerang.  Boomerang que, en su retorno al punto de origen, nos golpeó a todos y a él le dejo sin gobierno y con un prurito de rencor, un reconcomio justiciero que le dura hasta hoy. En el entretanto de su gobierno, como veía a un hombre poderoso al mirarse al espejo, comprendió que los confines de España le quedaban muy cerca y él aspiraba a más. Los enemigos de su amigo eran sus enemigos y puso parte de su empeño en derrocar a un presidente de otro país. Vocazas o fanfarrón pero presidente electo en varios procesos en los que se dieron todas las garantías (hubo control de los procesos electorales por instituciones internacionales). Lo que dicen las hemerotecas es que el gobierno español apoyó ese fallido golpe de estado. Estados Unidos tenía la embajada temida por Ménem y Aznar hizo de la española un adosado.

Tras años criticando a los nacionalismos periféricos hemos descubierto que el nacionalismo identitario español vive. Parte de la sociedad española se ha envuelto en ese difuso mensaje de superioridad que regodea a todo nacionalista y le conduce a apoyar lo propio sin racionalidad ninguna. El PP ha sembrado sin descanso este nacionalismo porque son sabedores de que la siega les será propicia. Políticamente para su partido y económicamente para los suyos por que el nacionalismo es un artefacto cultural inventado, utopías compensatorias de las frustraciones de las clases populares, propuestas por élites que obtenían de ello beneficios (pág 16, Mater Dolorosa, Álvarez Junco). El PSOE, ante el temor a perder votos, en vez de contrarrestar un discurso falaz y dañino,  ha optado por competir en la carrera de falso patriotismo. Como todo nacionalismo, el español, se alimenta de mitos y uno de ellos asume que los diversos pueblos de la América de habla hispana tienen una deuda permanente de gratitud con nosotros y que hemos de tutelar lo que allí ocurre para que su discurrir sea en nuestro propio beneficio. Son, así vistos, estados menores de edad, repúblicas bananeras.  

Y en estas otra Cumbre Iberoamericana. Un presidente, el venezolano, torpe en la medida de los tiempos, cuestiona la labor de Aznar. A deshora y en exceso. Una mesa encargada de dirigir la reunión. Y un jefe de estado no electo, a sus aristocráticas maneras, entra en ebullición. Soberbio, pendenciero, maleducado, fuera de sí. Ordena callar a otro jefe de estado (repito, éste sí, electo). Y los corifeos unánimemente claman que que eso es defender a España que estaba siendo atacada. Vuelta al nacionalismo, a tomar la parte por el todo. Criticar a J.M. Aznar no es criticar a España, más si la crítica se ceba en un hecho real, criticar a las empresas multinacionales de matriz española no es criticar a España, porque el capital no tiene más patria que el propio beneficio de los dueños y en base a tal beneficio actúan a su antojo y sin miramientos despojando a los más débiles de lo poco que les queda.

Yo no me sentí defendido por el ataque testicular del señor Borbón. Más nos valdría ser conscientes de que  algo se mueve en América Central y del Sur. Quizá tardemos en darnos cuenta de que aunque nos autoproclamemos madre patria ellos han crecido  lejos y tienen vida propia y a sus jefes de estado los pueden votar o botar. Al de aquí no le podemos votar.

Coda 1: Volvemos a J.M. Aznar. Visitó Valladolid la semana pasada y su encuentro con el alcalde de la ciudad dejó otra perla para la historia. El alcalde le vino a decir, con esa media sonrisa que se le pone ante su valedor, que estuviera tranquilo, que en Valladolid lo tenía todo controlado.  Así estamos y esa es su mentalidad. Vasallaje.


Coda 2: Volvemos al nacionalismo del PP. Asamblea de la FEMP. Propone a su candidata para presidir el foro de los municipios. Su nombre: Regina Otaola, la alcaldesa con menor número de votos del mundo. Su mérito, ser alcaldesa de un municipio vasco donde el 90% de los habitantes no pueden votar porque su opción política defiende la independencia. Pero en esta maraña no se diferencia la opinión del delito. En esa situación hay que reconocer el valor de la señora Otaola pero su representación es un fraude.