En tardes así no puedo evitar que en mi cabeza resuene el
tan pegajoso como cansino estribillo del ‘¡Chas! Y aparezco a tu lado’ que a
finales de los ochenta popularizaron Alex & Cristina antes de que cada cual
del dúo recobrase su apellido para emprender sus trayectorias tanto en
solitario como en nuevos proyectos. Me ocurre cuando el balón deambula pertinaz
por el territorio aledaño a la portería rival pero nadie termina de darle el
empellón irreversible, el puntillazo definitivo.
Y así, ‘quieres ir tras de mí, pobrecito de ti, no me puedes atrapar’, poco reproche cabe hacer al Pucela que, osado, nunca cejó en el empeño de perseguir el gol; que, afanoso, no se sintió pequeño ni acobardado; que, perseverante, insistía pese a las reiteradas negativas.