martes, 29 de noviembre de 2005

MICRÓFONOS CARGADOS POR EL DIABLO


Un suponer, yo escribo que Federico Jiménez Losantos es homosexual. Lo repito cada mañana, todos los días, cada uno con verbos más sañudos que el anterior. Él, un machote por la gracia de Dios, pretende fundamentar con educación (ya digo que es un suponer) mi mendacidad, al menos en lo que a su persona se refiere. Lejos de rectificar y con la espalda cubierta insisto y aporto “pruebas” de grueso calibre: uno de sus compañeros de trabajo es homosexual, en sus años mozos compartió piso con otro joven, un miembro de mi equipo de investigación relata al por mayor secretos de su alcoba. Cuando el señor Jiménez Losantos replica que está casado con una mujer yo me armo con el micrófono para ahondar en mi tesis: la boda fue una tapadera, su esposa, a efectos legales, es lesbiana y su matrimonio no ha sido consumado. Los millones de personas que me leen y oyen, aunados por un odio común, no dudan de la veracidad de mi relato o al menos comulgan con mi propósito, ante el enemigo el fin justifica los medios, de hundirle ante los suyos que conciben la homosexualidad como una aberración. Si decide ir ante un juez su defensa jurídica sería inconsistente, nadie le ha acusado de ningún delito, nadie le  ha calumniado. Además en ese caso yo denunciaría su intento de silenciarme, un nauseabundo ataque a mi libertad de información.

La libertad, ¿cuántas fechorías se hacen en tu nombre? ¿Cuántas veces olvidamos que eres de todos o no eres? ¿Cuántas...? ¿Cuántas...? ¿Cuántas...?

La libertad de información es una niña siamesa que nace soldada al derecho a la información. Tras la cirugía de separación viven los dos o ambos mueren. La información arrendada, sesgada, falaz, arranca de la sociedad el derecho a la información. Un periodista tiene sus ideas y debe expresarlas libremente, de ahí a la mentira interesada media un abismo que más de uno barre a diario.

La libertad de información no es de nadie al ser de todos. Muchos son los que apelando a su nombre la mancillan. El recorrido entre un hecho y una noticia está salpicado de cocodrilos. Empresas, administraciones públicas o jerarquías religiosas, que pagan sonidos o silencios con sueldos o ingresos publicitarios, amos de emporios informativos interesados en ser poder, opinantes deshonestos, presuntos historiadores...

Pero cualquier ley que pretenda regular el trabajo de los informadores supone un riesgo que no debemos correr, aunque haya micrófonos que los cargue el diablo. Todas las mañanas. Toda La Mañana.


Artículo publicado en la edición para Castilla y León de 'El Mundo'. 

lunes, 7 de noviembre de 2005

MI PADRE ES UN GENOCIDA

Por estas fechas hace un año que se jubiló mi padre tras más de medio siglo surco abajo, surco arriba. Nunca le faltó un mendrugo pero nunca tuvo más. Hijo mayor y huérfano desde los once años arrancó de la tierra el fruto necesario para que cuatro niños pudiésemos llegar a hombres. Hoy la OMC le acusa de genocida.

sábado, 29 de octubre de 2005

DEBAJO DEL BURKA

Para cualquier madridista Villarreal no es más que un poblacho de provincias y Guti les presta su voz: “paletos”. Para un directivo merengue el Valencia no es más que estación de paso,  para cualquier futbolista con aspiraciones llámese Mijatovic o Mendieta. Para cualquier acémila del fondo sur los futbolistas de un equipo vasco “no son españoles son hijos de puta”. Para cualquier norteamericano el difuso e inconcreto resto del mundo tiene la obligación de permanecer sometido y, además, no hacerse notar. Para cualquier gobierno de los USA la defensa de los intereses de sus empresas ha sido prioritaria frente al respeto a unos mínimos derechos en los territorios donde se implantan. Para cualquier multinacional, Afganistán, tras su labor de zapa al expansionismo soviético, se convirtió en potencial campo sembrado de oleoductos que omnipotenciasen su control de los centros de extracción del petróleo mundial. Con el pretexto de liberar a las afganas de sus burkas y transformada su tierra en desierto para horadar, pretenderán ver sus bragas desde el subsuelo ocupado completando el ciclo de humillación. Cuando tiroteas a la milana puedes ser ahorcado por cualquier Azarías harto de prepotencias. De soberbios es no esperarlo, de mentecatos no entenderlo. 

viernes, 28 de octubre de 2005

A VUELTAS CON LA ENTREPIERNA

Uno ya está un poco mayor, y sobre todo casado, para alardear de deseos húmedos en entrepiernas varias. Lo que no obsta para reconocer que épocas hubo en que me hubiera matado por encontrar con quien compartir pasiones y pulsiones, que las copas con los amigos eran la posición de partida de un juego cuyo culmen se tejía en una alcoba desconocida. Pero eran muchas más las veces que retornaba a casa silbando, impasible el ademán y pensando que la próxima vez sí. Así, de fracaso en fracaso, hasta el efímero éxito final y vuelta la burra al trigo, que nada hay más tenaz que un veinteañero en la búsqueda de un acople sexual.

Gonzalo Muinelo en la ofrenda de la vera cruz fustigaba a tirios y troyanos, testigos mudos de un proceso de descristianización de la sociedad. Síntomas hay de la razón de su aserto, el mensaje de aquel rebelde muerto a manos de los suyos no tiene apenas seguidores y menos entre los que así se llaman. Murió pobre, clamó por la justicia, alzó a los marginados sobre los fariseos, expulsó del templo a los mercaderes... en fin “el que quiera venir tras de mí que deje todo cuanto posea y me siga”. Pero hete aquí que no, que la descristianización pregonada es la de una sociedad moderna que vive en promiscuidad. Pasmoso si no fuera tan manida la aversión al sexo de los sectores que hoy copan el poder en una institución tan jerarquizada como la iglesia católica. Mandamases iracundos que anteponen su restrictiva moral tildando de actuar como animales a quienes desoyen sus mandados. Sorprendente es su desconocimiento de la biología y el machismo que rezuman. Si algo diferencia, en materia sexual, a la mujer de cualquier otra hembra mamífera es la disposición a poder disfrutar del goce carnal más allá de la razón reproductiva, cualidad biológica que nos separa del mundo irracional. Nada hay más animal, menos humano, que soslayarla para relacionar sexo con reproducción, anular las llamaradas de nuestro cuerpo y desoír los cantos del placer. Contingencia que si se nos dio es para disfrutarla. Y si don Gonzalo no quiere en su derecho está pero ya es hora de que mire a su alrededor, comprenda que la tierra gira, asuma como bueno lo que no daña y ceje en su empeño de satanizar a quienes no pasan por su ojo de la aguja. Así cada quién disfrutará con quien quiera y los Muinelos de turno serán un poquito más felices, tendrán un motivo menos de preocupación. Que además no es para tanto.

ESCUPÍ EL PLATO EN EL QUE COMÍ

Son pocos y sus cuentas no son corrientes. El mundo cae a sus pies y cualquiera de sus actos, gestos o salidas de tono se convierte en portada de los medios de comunicación y lugar común de las charletas de tasca durante varios días. Viven como dioses y como tales viven. Su única habilidad conocida es la destreza con los pies.

Uno de ellos, cuando su equipo celebraba el triunfo en un torneo, deslenguado por la euforia y quien sabe por qué más, micrófono en ristre y mil cámaras mediante, oficia su “éxito” con un estentóreo cabrón a modo de afrenta final al equipo vencido que casualmente fue el suyo.

Un poco por su voluntad y otro por la que se le venía encima suplica perdón, reconoce su yerro y desagravia su ofensa mostrando gratitud al club otrora vejado. A partir de ahí todo son parabienes y aplausos por su pronta rectificación en la que asume como verdad revelada que uno no debe escupir el plato en el que comió. Deduzco que si la burla hubiera ofendido a otro club que no le hubiera tenido jamás en su plantilla nunca se hubiera retractado de sus palabras pero ¿qué es eso del plato que te dio de comer?

En el fútbol de élite, tal y como hoy se entiende, el futbolista es a la vez mano de obra, materia prima y máquina de producción. Europa, la Europa rica, consume más de lo que produce y escarba fuera de sus fronteras en pos de críos que en un futuro cercano alimenten su beneficio. América del Sur y África son los caladeros en los que se atrapan las piedras que, debidamente pulidas, se convierten en diamantes.

Samuel Eto´o, nuestro protagonista, era un chiquillo africano cuyas cualidades innatas para eso del fútbol le libraron de la patera. Un privilegiado de una forma de entender el mundo. El éxito de uno trasciende mientras la miseria de los demás es la realidad cotidiana de la que nos alejamos. Él llega a España en avión.

La empresa que le contrató no valoró otra cosa que el rendimiento económico que Eto´o le iba a ofrecer en el futuro, nunca le regaló un plato de comida. Se lo ofreció a cambio de muchísimo más.

El fútbol es una empresa que vende ilusión pero la ilusión es una espejismo que rinde cuentas en el futuro. La empresa es una realidad que hace caja día a día. El perdón suplicado por Eto´o es digno de encomio pero de sus palabras sobran las de un agradecimiento innecesario. El plato que le dieron, el que le dan, no es tan distinto del pesebre en el que mi padre echaba la panija a los cerdos, pensando en San Martín.

jueves, 27 de octubre de 2005

SIN ARMAS, CON SOLUCIONES

La esencia de una sociedad es el conflicto. Bien encauzado supone un paso adelante, una oportunidad. Pero a veces se encanalla hasta ajar el tejido social. Existe un mojón en el camino a partir del cual es tarde para aplicar ensalmos o pretender sanar con gasitas de algodón.
En el País Vasco subsiste un conflicto enquistado cuya metástasis llega a cualquier rincón de España, un conflicto que ensarta el pasado y el fututo rasgando cualquier atisbo de normalidad social, cultural o política. ETA, en este contexto, es sólo la punta negra de un iceberg. Pasear por las calles de las ciudades vascas o dedicar unos minutos del verano a hablar con gentes de esa generación, la mía, que ha nacido allí pero vuelven puntuales a nuestros pueblos, los de sus padres, no deja lugar a la duda.
ETA es un residuo del franquismo, una banda que pretende imponer su visión del mundo a punta de coche bomba. Un anacronismo sin valor futuro pero capaz de deteriorar el presente. El final de su anacrónica violencia es el paso previo para abordar las demás contradicciones, para que el conflicto deje de ser tal. Pero el remedio no es sólo el fin de la violencia etarra.
Anteayer cientos de miles de personas se manifestaron por las calles de Madrid convocados por la Asociación de Víctimas del Terrorismo con el empeño de defenestrar la resolución del Parlamento por todos conocida.
Entiendo, desde el dolor de quien lo ha perdido todo, su afán. Comprendo que como dolientes principales necesiten una reparación y centren su empeño vital en ello. Quien ha sufrido el rigor de la violencia debe ser un soporte ético pero nunca se puede arrogar el privilegio de ser un colectivo decisorio en exclusiva de las políticas ni ser ejecutor del derecho. El uso perverso del poder empático de las víctimas va preñado de una malicia irresponsable.
La macabra trayectoria de ETA es el deyección de un conflicto. Pero tras el eco de los disparos olvidar su respaldo social, criminalizar a todos los que sin violencia aspiran a lo mismo, desoír el magma que mana bajo nuestros pies, puede lastrar los días venideros.
Con la violencia de ETA hemos de acabar, sus planteamientos políticos sólo pueden refutarse con argumentos de mayor peso.
Los conflictos que brotan de enfrentamientos nacionalistas son de largo recorrido, o se trabaja en pos de una solución o pudren las carnes como una larva que va creciendo y brota de sopetón estallando en la cara. Las soluciones manu militari demoran pero no curan. Tito mantuvo aparentemente acallados los ecos nacionalistas en Yugoslavia medio siglo. El resto de la historia ya la conocemos.

miércoles, 26 de octubre de 2005

LA CENA DE LA ETERNA JUVENTUD

Hay días que merecen la pena. Escribo con las ojeras de una trasnochada cada vez más infrecuente y una sonrisa resabiada de nostalgia y de ilusión. Casi cien personas, cien locuras. Alguno ha traspasado el Rubicón de los cuarenta, otros no llegan al peldaño de los veinte. Risas, alegría, abrazos...encuentro. Semblanza de una excepción. Tres lustros de reivindicación en un mismo mantel: la historia de Alternativa Universitaria.

En ésta época de crisis del asociacionismo, más aún del que enraíza su referente en la utopía, la salud de A.U. es un fenómeno sociológicamente inaudito. Si además se trata de un colectivo juvenil –quince años son ocho generaciones distintas y enlazadas- sólo hay una explicación:  han encontrado un bote con el bálsamo de Fierabrás.

En A.U. la juventud no es un ave de paso, ni un resabio cínico de la adolescencia. Es un manera de afrontar la vida, una propuesta insolente en pro de una universidad pública, abierta e inmersa en la sociedad de la que forma parte; de una universidad encaminada a preparar personas con capacidad crítica y que apoye a los grupos sociales que sufren exclusión. Para la memoria colectiva quedan aquellos acuerdos del claustro universitario apoyando a los insumisos o a los homosexuales. 

Un centro de información por el que han pasado miles de alumnos, movilizaciones contra la subida de tasas, contra las lous o los informes bricall que atacaban a la esencia de universidad pública, contra los que aprovecharon su cargo para falsificar las notas hasta que fueron condenados por ello ¿verdad señor Aroca? En la calle y en el despacho. Horas y horas de trabajo sin perder la sonrisa. Horas de un día, de un año y otro....

Los libros de historia están atestados de reyes y reyezuelos, de caciques y fotos de palacio pero los grandes cambios políticos y sociales despuntaron del esfuerzo originario de unos pocos que supieron que organizados podían más.

Entre el desdén de quienes viven en un mundo del que nada se cuestionan, el posibilismo de los que se preguntan los por qués, habita el entusiasmo de una asociación juvenil que sueña el mundo que no es y se lanza a la aventura de conquistarle preguntándose “¿por qué no?”. Se llama Alternativa Universitaria y tiene las puertas abiertas.

martes, 25 de octubre de 2005

LA FUENTE DE LA PLAZA DE RASUEROS

De tanto en tanto rehago el hatillo de ropa y desando el camino por el que deserté del arado hace ya muchos años, los escasos cien kilómetros de uva y trigo que separan mi casa del exangüe Rasueros, mi pueblo. El regreso no es un retorno sino una constatación de lo inapelable de la huida, en todo caso un arrumaco con nostalgia, más que a la tierra, al tiempo que en ella hubo vida.

Rasueros, sincero, recibe con el cementerio a la entrada. De un blanco traslúcido, esa receptoría de muertos evoca más historias que historia en todo el pueblo queda. Poco más tarde el ruido del coche nos anuncia y abre de súbito la puerta de mi vieja casa de niño. La mueca de ternura de mis padres, ya aquejados de edad, el retozo de su risa ajada cuando abrazan a su nieto, mi hijo, me descoloca entre dos mundos de los cuales no formo completamente parte. Es un achuchón entre dos universos inmiscibles; los abuelos de Rasueros, el nieto de Valladolid y yo doliente de doble desarraigo, de la condición de forastero en ambas partes. Es un dolor desesperanzado sin antídoto que valga.

domingo, 23 de octubre de 2005

DE NOSOTROS DEPENDE

Una maleta como principio y fin de Rosa María. Una maleta de cartón de España profunda huyendo de las penalidades del hambre mesetario le acompañó en el sueño de pan de la Barcelona industrial; otra maleta, rebosante de infamias, apostada en un banco fue testigo de sus últimas palabras dirigidas al cielo o a la nada. Rosa María, dieciocho hijos mediante –once vivos aún- ha muerto sola y abandonada. Vieja y loca era demasiada carga y como una culpa cualquiera se la arrojaban unos a otros. Ya sin fuerza y sin razón se la despeñó al abismo, probablemente su demencia le anuló la capacidad de odiar, de despreciar a sus hijos, hasta eso se ahorraron. El hecho no es reciente pero ahora ha trascendido tras un proceso judicial que le ha puesto precio: 240 euros de multa. El ordenador con el que esto escribo equivale al abandono de cinco madres. Paradojas del simple existir, con el paso de los años, una madre, se transforma en una vieja y si todo se mide por la eficacia y el rendimiento ¿Para qué sirve una vieja?. 240 euros es la punición por arrojo de escombros en la vía pública.
Américo Rodríguez grita su rabia contenida tras muchos años y más desaires. Se le niegan seis metros cuadrados donde instalar un ascensor que sustituya a sus pies enfermos, se le niegan las palabras directas del presidente de la Junta mil veces requeridas, se le niega una vida distinta al vegetar... y llora hacia dentro sus lágrimas mientras pasea su dignidad recordando que su vivir es un sinvivir. Cincuenta días de huelga de hambre nos interrogan, y tras cincuenta días, con Américo en el hospital, su mujer no puede más: “que quién pueda hacer algo lo haga”. De la misma forma que la vida es eterna en cinco minutos, la existencia puede ser insufrible sin seis metros que no se venden. El aleatorio dardo de la enfermedad se ha clavado en Américo pero la puntilla es brutalmente humana.
Son dos casos, sólo dos personas invisibles en las estadísticas. En los próximos meses seremos bombardeados con promesas de una mejor calidad de vida si votamos a tal o cual partido. Hablarán de proyectos faraónicos de miles de millones de euros, de trenes que en media hora nos llevarán a cualquier parte, de Europa, de la Constitución. Pero somos nosotros, usted y yo, los depositarios de parte de la felicidad de las personas que nos rodean. Tomando partido por los más débiles. Es una opción egoísta, mañana seremos viejos o enfermos.

miércoles, 19 de octubre de 2005

VIAJE DEL SUBSECRETARIO



La hipocresía reviste con verbo de tul el sentimiento de culpa, es anhelo de integridad, una vil justificación, una gracia que ofrece el error asumido. La envidia de la virtud hizo a Caín criminal, nos recuerda Machado. El hipócrita pretende, con gestos acomodados a sus palabras, ser creído (él o la tribu de la que se siente parte) Y el PP  es un caballo que porta un baldón de muerte como joroba. José María Aznar se sintió importante declarando una guerra y sus huestes han de obrar en consecuencia. El general de esta plaza, Javier León de la Riva, a falta de divisiones acorazadas, aporta lo que tiene: ordena a Rafael Salgado, vicesecretario del ayuntamiento, ir a Irak y explicarles como se privatiza el agua o como quedaría de lustrosa la ciudad de Diwaniya toda ella llena de fuentes. Les prevendrá de las fechorías de las Asociaciones de Vecinos o de los padres dolientes por naderías de leucemias y otras hierbas. Adecua palabras y obras al gusto del mandamás, blanquea el rubor de su tez ante el ridículo presidente; “soy de los suyos, es de los nuestros”.
Y digo, traviste las palabras y con ellas los presupuestos: los dineros que costearán el viaje saldrán del anémico saquillo destinado a la cooperación internacional, serán detraídos de la escuálida cantidad de 600.000 euros que destina Valladolid a proyectos de desarrollo en países desahuciados en el trastero del planeta. Idéntica cantidad, sirva de referencia, que hace ocho años. Quizá ahora, como antifaz que enmascare el desaguisado bélico o como anzuelo que acalle a las voces discrepantes, aumente. Vano esfuerzo.
Lo del alcalde de Valladolid es un ejemplo más de cómo el ego acomplejado del presidente secuestra la voluntad, y la dignidad, de sus mandados. O quizá soy un pertinaz optimista que procura rebuscar gérmenes de razón en el guijarral del conservadurismo español. Quizá esa derecha que se envuelve en la bandera y juega al me pongo de pie, me vuelvo a agachar, desea que juguemos a los agachaditos inertes que dejan hacer; tal vez esa derecha que sueña con inmovilizar la historia, esa derecha de solaz onanista ante visitas del Papa o desfiles de militarones disfrazados de Mahatma Ghandi sólo ansíe ser respetada por sus músculos.
Puede que Javier León de la Riva no practique la hipocresía tribal, se crea a sí mismo y entienda que gastar el dinero del municipio en el viaje del subsecretario sea el idílico colofón a la liberación de Irak. ¡Qué horror!

martes, 13 de septiembre de 2005

EL MONO QUE DIJO NO

Por las atapuercas varias se escudriña con mimoso esmero el pasado en pos del vestigio que clave la punta del día en que el mono se hizo hombre. Ese antesdeayer camina asociado al uso de la palabra; pero no una palabra cualquiera. En las simas se escarba tras el vocablo “no” fundido al fósil de un humano. El uso del carbono 14 establece una cronología de los testimonios biológicos, pero la frontera que nos separa de la jaula del zoo se resume en dos letras secas, cortantes, agrestes, tantas veces tristes, educadoras. El “no” dibuja la brecha entre la pulsión instintiva y el esfuerzo de la razón. 

La infancia es una meseta virgen, una llanura fértil en la que arraiga cualquier siembra, un territorio sin tiempo que perder pues, con el paso de los años, la semilla arraigada es maleza en un terreno correoso imposible de escardar.

El mañana es pan que han de roer los que hoy son niños; el presente les ha de proveer de una dentadura. La formación de un niño -la adecuación de sus necesidades e intereses, la activación de sus potencialidades, la inserción en un mundo complejo, la responsabilización de sus actos- dejada al albur del viento es la base de una postrera miseria moral.

En nuestras sociedades el monocultivo del economicismo más depredador impone modos de relación laboral que impele a los progenitores a dimitir de su labor y esa grieta, como las de las rocas con el agua, se ven henchir de televisión.

Algunos ilusos soñaron con las posibilidades educativas del medio y erraron de plano. Una empresa sólo atisba beneficios y su do re mi es más audiencia, más publicidad, más dinero. En televisión el corolario es simple: más carnaza.

Entre la dejación de unos y la ausencia de escrúpulos de otros la caja tonta es la perversa madrastra con la manzana envenenada. La suma de horas ante una pantalla infecta de los impúberes se aproxima a las que permanecen dormidos en las aulas y alguien pregona voces de alarma. Voz en el desierto. Los operadores de televisión se comprometen a vetar cuatro horas al día programas no aptos para menores. Un paso. Pisan la cola pero dejan viva a la serpiente: la publicidad. Al amparo de la programación infantil deambularán acicates al consumo desenfrenado, perversos mundos de sueños felices perpetuamente insatisfechos, marcas que se clavarán como iconos, una nueva religión. Perpetúa los clásicos roles masculino y femenino, pero aun solventada la salvedad, las niñas y niños engullen sin masticar horas de estímulo a sus instintos, reforzándolos hasta convertirlos en guía de su conducta y tiranos de nuestras casas.

No oirán la palabra follar pero el flautista de Hamelín les arrimará a la puerta del Gran Almacén. No sabrán decir “no”. La vuelta al mono

miércoles, 31 de agosto de 2005

KUSTURICA EN LA VICTORIA

El frenesí de realismo social expandido por la Seminci se desparrama más acá del Puente Mayor. Poco menos de las diez de la noche del sábado, una algarabía insólita reclama mi curiosidad. Con el subir de la persiana, sin pagar entrada ni penar en cola alguna, ante mí una película cuyo guión -una celebración gitana, un quítame allá esas pajas y el rosario de la aurora- es digno del mejor Kusturica.

Personajes al filo del abismo cuya vida es un manantial ardiente: los gitanos. Comparten nuestras calles, pero no les conocemos. Forman una sociedad periférica al parecer inmiscible con la nuestra y sólo sabemos de ellos de tanto en vez cuando por algún arrebato protagonizan alguna página de nuestra prensa. Después tópicos y desprecio. Sin embargo son admirables. En medio de una sociedad abotargada por el sinvivir cotidiano de hipotecas y letras del coche, ellos viven al minuto y celebran a lo grande, mañana no existe, lejos de aburrimientos profilácticos y preocupaciones pecuniarias tiran la casa por la ventana y olé.

sábado, 20 de agosto de 2005

DE ESTE PERIÓDICO A ESTE PERIÓDICO

La intrahistoria de un periódico es así de paradójica. Al quiosco llega una marabunta de letras, retazos de realidad forjados a martillazos en distintos yunques. Forman un todo pero no todo es lo mismo. La vecindad de las frases nauseadas al calor de la sangre por los Julio Fuentes de turno con las mías, estiladas al calor del brasero, es en sí una broma macabra. Sirva de homenaje a unos profesionales a quienes estimar compañeros me dibujaría una mueca de sonrojo.

Julio Fuentes, Maria Grazia Cutuli, Harry Burton y Azizula Haidari, fueron abatidos hace tres años en Afganistán en el extremo contexto de una guerra, bajo las leyes de la guerra, bajo los instintos que manan de la guerra, bajo el manto de impunidad de la guerra. Murieron como miles en una guerra. En Afganistán grabaron la data definitiva de su epitafio. 

viernes, 19 de agosto de 2005

EUROPA COMO OBJETIVO

Cuentan que hace mucho, antes incluso de que mi madre aprendiese a rezar el rosario, el emperador Calígula invistió a su caballo Incitatus con el ropaje de cónsul. El martes, mientras mi madre seguía manoseando las cincuenta cuentas, los americanos eligieron a su caballo como emperador. Cuatro años más de relinchos y alguna que otra coz sufriremos los que no teníamos capacidad de elegir. En tanto, mientras aparentan soliviantados, los jerarcas eclesiásticos de la Hispania sonríen para sus adentros al vislumbrar las sombras que se emanan desde el centro del centro del imperio: los cimientos de una antirrevolución apocalíptica. 

miércoles, 17 de agosto de 2005

PALABRAS

Cuando mugimos “gol” no nos ceñimos al significado de una palabra, participamos en una orgía, un orgasmo popular. Si bramamos “hijo de puta” al árbitro de turno no detallamos la profesión de su madre, buscamos un chivo expiatorio que absorba nuestras frustraciones. Las palabras se trascienden a si mismas, nos desnudan mostrando nuestras vergüenzas. Al brotar dejan de ser propiedad de quien las pronuncia y delatan oquedad por más que se expresen pomposas en sobadas liturgias, hipocresía  cuando difuminada su genealogía se convierten en cáscaras de lo que fueron, necedad, las palabras desamparan al necio, colonización con hedor a idioma muerto... pero también son la mielina que ayuda a expresar nuestros sentimientos, los músculos que transmiten la fuerza de nuestros pensamientos. Son el instrumento requerido para amenazar de muerte o declarar nuestro amor. Ese compendio de palabras y normas que integran un idioma conforman nuestra herencia y nuestro legado. Ni más ni menos que cualquier otro, tan digno como el de los sordos que reclaman su oficialidad.

domingo, 14 de agosto de 2005

CRITICO, CRITICAS, CRITICA

Es difícil certificar si las críticas a Femando Hierro surgen de lo leído en prensa o sí lo que se escribe procede de un runrún generalizado cuando un delantero le encara; nunca sabremos si los silbidos a Rivaldo son padres o hijos de lo publicado. Entre el comentario que circula y el debate periodístico nunca se sabe que es generador y que generado. En cualquier caso somos conscientes de que todo es susceptible de análisis. Ese tamiz es básico en el desarrollo de nuestras sociedades desde la ilustración a nuestros días y su ausencia provocó etapas de regresión social. En cualquier caso para que genere ese florecimiento ha de realizarse a la luz de la razón, por definición libre, y nunca partiendo de maniqueismos interesados que surgen para crear seguidores fervorosos. La censura que persigue Bush camina en sentido errado, la senda de los totalitarios que pretenden que todos nos guiemos por una luz que ellos se encargan de interpretar: la luz divina. Esa que nos divide en fieles e infieles. Partidarios o detractores de Hierro o Rivaldo.

sábado, 13 de agosto de 2005

LOS HUEVOS DEL ALCALDE

Los huevos lanzados hacia arriba el día del pregón de las fiestas de Valladolid han caído sobre la cabeza de los lanzadores en forma de multa al canto y demagogia despechada del alcalde.

Para redundar en el dislate, la muchachada no necesita a nadie, se bastan solos, ¿cabe mayor gansada que apelar al carácter intransigente del alcalde para reclamar como acto político la huevada? El espíritu crítico muere en una rebeldía dispersa, sin causa o sin saber dirigirla, visibilizarla, hacerla útil. La vanidad tribal cercena el inconformismo hundiéndolo en la categoría de intrascendente.

Yerran o les incitan a errar y únicamente consiguen llevar el ascua a la sardina de su “enemigo león” poco acostumbrado a dar puntada sin hilo y así tejer su paño. Tras magnificar el hecho amenaza a la ciudad, a toda la ciudad, con encerrar el pregón intramuros del ayuntamiento; expandido el humo pretende quemar en las llamas a todos los que alguna vez han osado cuestionar su labor. A la amenazadora espada flamígera se le apoda ordenanza antivandalismo y no es otra cosa que la amalgama de medidas de estricto sentido común que castigan conductas que distorsionan la convivencia –medidas, dicho sea de paso, reguladas con anterioridad- con normas que vulneran la libertad ideológica, de expresión e, incluso, de reunión.

Con la gracieta de los niños el pecho del alcalde ensanchó -he ahí la necesidad de la ordenanza y quienes se oponen son los que pretenden quemar papeleras, romper estatuas y atropellar viejecitas- no es que vea gigantes donde hay molinos, distingue perfectamente sus aspas pero repite la cantinela del gigante para asustar. La ya clásica estrategia de criminalizar a la disidencia por quien paladeó con regocijo el apaleamiento de la noche de San Juan en Las Moreras y se reviste de ciudadano ejemplar. No cuela.

Tirar huevos al balcón consistorial durante el pregón es incívico, repartir octavillas es un derecho. Justificar la otra por la una, señor de la Riva, propio de buhoneros de la palabra


Por último, con las multas se pretende regular los hábitos de la ciudadanía, mas su concreción pecuniaria es una alforja de distinto peso en función de las espaldas que lo soporten, para unos tres mil euros son calderilla, para los más cuatro meses de trabajo. En esa desproporción de lo que aparentemente es igual desagua cualquier intención ejemplarizadora. 

jueves, 11 de agosto de 2005

CIERTAMENTE INTOLERABLE

Dora García, presunta artista, exhibe “Luz intolerable y La esfinge” en el Patio Herreriano de Valladolid. El título obedece a la realidad, dos boutades inconexas e inocuas. La ¿creadora? pretende, es su palabra, alterar la relación tradicional entre artista, obra y espectador. Dora lo consigue eliminando la obra, en realidad lo que presenta es nada y a partir de ahí una serie ritual de argumentos escritos se esgrimen como coartada a posteriori. Un regodeo en el vacío tan ineficaz por inconsistente que desnuda más el engaño, no es otra cosa lo que se muestra.

Luz intolerable –una pared de focos instalados en el fondo de la capilla- es justificada a partir de una certeza, es imposible permanecer en la sala más de unos segundos, se genera un manifiesto rechazo. Punto, no hay más, el resto retórica vacua.  

La esfinge es una joven que busca espectadores adecuados (sic) para responder a unas preguntas formuladas como un test. Si fallas una pregunta se acaba el juego, si aciertas tres ¡premio!; pero ¿qué es acertar? Coincidir con las respuestas de Dora a dicha encuesta. En resumen la genial idea de la artista no es otra que premiar a los que muestren una sintonía total, existencial e ideológica con ella. Al resto que les den. Cierto que no impone su verdad como la Verdad pero se reviste de esa tolerancia políticamente correcta hija bastarda de un fútil concepto de democracia, la generalización del valor del voto al mundo del conocimiento: todas las opiniones tienen la misma entidad. Su verdad por ser suya, sin más profundización, es el ombligo y desde ahí edifica la atalaya en la que reúne a la tribu de sus iguales. Una verdad espiritual, además, perfectamente definida por unos escuetos síes o noes a un acopio de preguntas. Vacío dentro de un hueco en el interior de una caverna.

La propuesta no da para más, carente de valor en sí sólo puede soportar reflexiones tangenciales. La constatación de un mundo que para seguir aceitando el engranaje del consumo necesita crear seres que se perciban como centro del universo, la evidencia de la pérdida referencias sobre la sensibilidad artística si en el mismo espacio puede convivir la obra de Tapiès con la no-obra de Dora García, la certeza de que en el cajón desastre del arte contemporáneo se cuela mucho impostor vendiendo hielo en los círculos polares.


La actual sociedad no se ve representada en el arte que se crea, tal vez Dora llegue a crear o la haya hecho, reconozco que de ella nada sabía, pero Luz intolerable y La esfinge es una invitación al escepticismo sobre el arte actual. En época veraniega lo perentorio es separar el grano, que lo hay, de la paja. Y del polvo.

martes, 9 de agosto de 2005

PALABRAS ENCADENADAS

Cuando niños, dispuestos en corro, jugábamos a las palabras encadenadas, la última sílaba de cada palabra se convertía en la dársena desde la que arrancaba la siguiente y así al vocablo pena sucedía nabo y a nabo, borrasca. El que erraba era eliminado hasta que sólo uno quedase. Uno, un día, rema, remando, como continuación a fresco o quizá a loco dijo coñac y el siguiente calló. Por las miradas comprendimos que nadie tenía respuesta, que coñac era un portalón que solo podríamos abrir con nuestro viejo diccionario Rancés, fuimos a casa pero nones. No encontramos la maldita palabra que cerrase coñac y abriese de nuevo el mundo de las sílabas.

Ayer los mismos amigos, en el corro de una mesa recreamos esa sensación. El tiempo pasa, mas el juego permanece, eso sí, con algún pequeño cambio: las palabras ya no se encadenan por sílabas sino por la economía y el miedo. Así Elche se relaciona con El Ejido y entremedias las palabras emigración y extranjero; de astillero, por medio deslocalización y competencia, se arría en remolacha y de esta en precio y gasoil consecutivamente. Donde antes coñac, ahora globalización y vuelta a empezar.

Globalización es la palabra que antecede al silencio, es el oscuro callejón al que inexorablemente nos vemos abocados. Es la excusa justiciera, la daga en el cuello, pero encierra una trampa: si bien es inevitable -y deseable- el acorte de la distancia y la relación entre lo que sucede en los distintos puntos del planeta no lo es que los procesos y sus efectos tengan que ser los que son. Entre ellos el que más sonrojo produce, el chorreo de vidas segadas por el hambre o por enfermedades fácilmente curables. El llanto carente de esperanza ante la necesidad absoluta.

Lula da Silva, presidente de Brasil, intenta embaucar en una campaña contra el hambre a diversos gobernantes del mundo rebosante, pretende llenar su agenda de deseo de justicia y agruparlos en su causa. Plausible misión pero escasa respuesta, todo lo más acrecentar las ayudas. Ojalá me equivoque pero la  infección que nos azota tiene mala pinta y no es con pocas dosis de paños calientes con lo que sanará. Lula, desde una izquierda no burguesa, desde el conocimiento y la empatía con los más desfavorecidos, alejándose del paternalismo, se ha embarcado en una labor titánica. El órdago está sobre la mesa, veremos qué palabras le suceden. Entretanto buscaré una para encadenar a ilusión.


NUESTRAS CABEZAS SON DIANAS

Si hay una profesión que ha mejorado sustancialmente la seguridad en el trabajo ésta es la milicia. Eso sí, como contrapartida, la merma de sus riesgos laborales ha multiplicado el de todos los demás. La epidermis del planeta es un pentagrama en el que los humanos nos disponemos componiendo música de réquiem. El insondable silencio de los muertos colaterales clama contra su desdicha, chorros de sangre vertidos por los intereses de unos o el fanatismo de otros. El clásico pacifista “imagina que hay una guerra y nadie va” ha envejecido de súbito, ahora es la guerra – sus secuelas de rabia y muerte- la que se encamina hacia los que no la queremos. La rebelión contra esta lógica depredadora exige restaurar el grito, si hay una guerra vamos todos, pero a pararla. El clamor contra la guerra, contra las guerras, contra los parásitos de las guerras, debe abolirlas como instrumento. El silencio de los vivos aturde la quietud de los muertos y dulcifica la labor de los que nutren su poder y sus cuentas con sangre, mañana puede ser la tuya.

En esta espiral de terror nos sacuden noticias que escapan de cualquier lógica: niños rehenes en una escuela, asalto a la escuela a la voz “que sepan quien manda”. Centenares de muertos por estar allí. Más ataques a la razón de los acomodados, dos periodistas franceses secuestrados cuando Francia se opuso a la invasión de Irak, la misma suerte acarrean dos mujeres italianas y dos hombres iraquíes cuya labor en una ONG no era más que la denuncia de una sangría y la ayuda a los anónimos colaterales.

Si las reglas que adornan nuestro pensamiento no nos valen usemos otras. Nuestras vidas no valen más que los peones en una partida de ajedrez. No tienen valor para los que nos atacan ni para los que dicen defendernos, como ha sido desde la noche de los tiempos, la realidad es así de tozuda.

Los que derribaron las torres gemelas, ejerciendo de verdugos pretendían -y consiguieron- una respuesta brutal para arrogarse con nitidez el papel de representantes de las inexorables víctimas posteriores. Los estados ejecutores de las masacres posteriores urgían de un enemigo para reforzar su maquinaria militar y no desaprovecharon la ocasión. Sus alardes de falso humanitarismo no empañan a nuestros ojos sus mentiras. 


En este ir y venir de la muerte lanzada al azar nos encontramos inermes, al verlas venir. Las manifestaciones contra la guerra deben extender sus pretensiones, se trata de nuestra vida que, de momento, está en manos de otros y eso es la antítesis de la libertad, de la vida.

domingo, 7 de agosto de 2005

DON MARCELO, TEÓCRATA CARITATIVO

La distancia más corta que une dos puntos es la trazada en línea recta pero la vida, como canta la jota, tiene curvas, tiene rectas, recovecos y rincones. Fuentes de Nava renquea tranquila a escasos 50 km de la que hoy es panadería de la Ita y Ezequiel en Villanubla. Esos dos puntos jalonan la vida de Marcelo González, no así su peripecia vital.

Cuando alguien muere, como es costumbre en estos pagos se tiñen de azafrán los múltiples recuerdos y si se trata de alguna “personalidad” redundan los obituarios laudatorios escritos por profesionales del besamanos. En este caso el cumplimiento del axioma ha sido riguroso. Sin aparentes discordancias aunque, eso sí, disfrazando de progresión lineal el trasiego de ese cura con ínfulas sociales en uno de los obispos más retrógrados del episcopalato español. Pero no hay tal evolución ni mucho menos inflexión. El cura que ayudó a cimentar la barriada de San Pedro Regalado y el cardenal que rindió honores al dictador en su funeral son caras distintas del mismo poliedro: el ser humano y sus complejas miradas al mundo. La recta sirve a los maniqueos, para acá los buenos, para allá los malos. En esta tesitura, Marcelo González fue un buen cura que, ungido obispo y desairado por los barceloneses que le recibieron al grito de “volem bisbes catalans”, emprendió un camino sin retorno a la caverna ideológica. Perdón, pero no lo comparto. González fue un cura de su tiempo, la posguerra, encantado en una iglesia que gozaba de pleno poder político; su labor social, limitada a la caridad, no cuestionó ningún resorte del orden establecido tras la guerra. Prueba de ello es su meteórica carrera en el seno de una iglesia amancebada con las huestes franquistas y su nula simpatía hacia ese sector del catolicismo preñado de compromiso con la libertad. El referente utópico de Don Marcelo no era otro que una sociedad menos injusta controlada desde las alturas por un senado obispal, una teocracia caritativa. Que haiga pan y vivan las canas. Dos posturas coherentes en una misma cabeza pero deshilvanadas en esos biógrafos de urgencia que no han comprendido que ser conservador, desdeñar la libertad y desear que todos coman, pueden transportarse en el mismo costal ideológico y así lo han rezado siempre los sotanas viejas “danos hoy nuestro pan y que se haga tu voluntad”, voluntad divina siempre interpretada por los prelados.


Hoy somos más libres que ayer a su pesar. En cualquier caso descanse en paz.  

LENGUAS DE SERPIENTE

Descuella el ser humano entre los primos titís, macacos, aulladores, gibones, cercopitecos, langures, mandriles, orangutanes, gorilas o chimpancés, por una cualidad: asocia un significado a sus sonidos, se comunica por medio de un lenguaje articulado, habla y, con peor disposición, escucha. Somos unos primates que elaboramos, expresamos y comunicamos nuestros pensamientos. Pero los desasosiegos de la historia y las vicisitudes de la geografía han labrado comunidades de hablantes cercadas por un código común, unos idiomas que, más allá de análisis lingüísticos, filológicos o psicológicos, fueron bandera de un imperio. No hay mejor clave para el dominio que la uniformidad de los súbditos: un idioma, un dios, un rey. Anatema para el distinto, extranjero, usurpador en mi territorio. Y no lo fío tan lejos; los mismos que santifican a Isabel I de Castilla impiden la enseñanza del euskera en la Escuela Oficial de Idiomas en Miranda de Ebro. Antes habían apoyado la del gallego en el Bierzo. ¿Asombra ese disparejo trato? Para nada. Es un jalón previsible en la lógica del conservadurismo castellano (extensible al español), de sus gentes y de sus gobernantes. Es un vergajazo rabioso ante la acometida de una realidad que les supera. Son hijos de los corifeos que clamaban que “España es una y no cincuenta y una” allá por la etapa preautonómica, ellos mismos sonreían al son del “Pujol, enano, habla castellano” minutos antes de pactar con él. Pretenden conformar su España acomplejando Castilla. Deploran el uso del catalán o del euskera, para ellos son extranjeros en su tierra, el gallego es sólo lengua pobre de campesinos sin mayor trascendencia, no supone peligro para su concepción de la patria. El mismo reflejo que les impele a aguzar su verbo contra quienes exigen la devolución de parte de los legajos del archivo de Salamanca por qué quien lo pide son catalanes. Acostumbrados a imponer ordalías a sus herejes, cualquiera que no sean ellos, va siendo hora de que asuman que vertebrar no es hacer todos los huesos iguales sino distintos y complementarios y de la salud de cada uno se conforma un cuerpo con mejor disposición para vivir. El mutuo conocimiento de las partes evitará resabios ¿Qué mejor que facilitar el aprendizaje de los otros idiomas hablados por gentes destinadas a convivir en un espacio común? ¿O volvemos al mono?   

jueves, 4 de agosto de 2005

EL VERANO MIENTE EN LOS PUEBLOS

Cuando envío un artículo al periódico tengo la misma sensación que el náufrago que arroja una botella al mar. Si además es catorce de agosto la botella, pienso, caerá en un mar seco.
Hace dos horas escasas aún estaba en mi pueblo, uno de tantos que languidecen en invierno para resurgir falsariamente durante unos escasos días. En invierno la edad media de la población se aproxima inexorablemente al número de los que allá habitan, en verano la chiquillería asalta en cualquier esquina. Los que un día nos tuvimos que ir sonreímos en corrillos con tristeza y no podemos contener la desazón, lo bien que aquí viviríamos si durante el larguísimo invierno se mantuviese esta algarabía vital. Hundimos allí las raíces y la nostalgia pero nuestra vida trampea en otros lugares lejanos.
El capitalismo se rige por fuerzas centrípetas, precisa de la acumulación. Necesita un centro al que atraer y una periferia excluida. Si a gran escala la periferia son continentes enteros, en la pequeña proporción de un estado las ciudades grandes se tornan en metrópolis acolmenadas y los pueblos núcleos de estudio para los etnógrafos. Los irreductibles que aun quedan ya no miran al cielo, entre la edad y el fatalismo sus ojos apuntan a Bruselas y de allí cada vez llueve menos.
Estos días he visto a Rasueros alborotarse, reencuentros, abrazos, tertulias en el bar o la piscina, niños merodeando alrededor de la tienda de Tomasa, chavales adornando las peñas para unas fiestas que ya asoman, Gabi se casó con Arancha, todos buscamos desde cualquier camino los matices que la luz brinda de una de las más bellas torres del románico mudéjar. Cuando los músicos recojan sus aperos el reencuentro será entre el pueblo y su realidad. Todos, chiquillos, chavales, adultos y los que se casaron, nos habremos ido. Las peñas apagarán sus luces para los próximos once meses, Tomasa despachará algún kilo de fruta de tanto en tanto y la torre será una foto pegada en la pared de nuestras casas. El verano es el último estertor, la mejoría que precede a la muerte, la gran mentira.
Diversas oleadas de pueblerinos llenamos las ciudades, fuimos los emigrantes en décadas pasadas, hoy son otros –sería bueno recordar- los que vienen con el mismo designio, huir del hambre, labrarse un futuro. Así, acumulando, esquilmando de aquí y de allá, se escribe la historia de las ciudades; así, poco a poco, nuestros pueblos se han deformado en meros parques temáticos, enclaves del pasado, un suicidio para el futuro, una letras impresas a fuego lento: R.I.P.

lunes, 23 de mayo de 2005

CON CARGO A PRESUPUESTOS

La “princesita republicana” es ya más princesa y nada republicana. Cenicienta, plebeya, casó con príncipe azulesco pero no fue más cenicienta. La mezcolanza del pueblo y la monarquía, din, don, dan, tañen ebúrneas gargantas advenedizas pero Letizia es Su Alteza Real y de ella, de la que fue, sin noticias; no me refiero a su pasado sino al futuro que delataba su pasado. No hay unión sino abducción. El príncipe, al parecer, se enamoró de una como nosotros, pero se ha casado con una como él. Exclusiva y excluyente, de sucesión dinástica y linajuda estirpe venidera. La Letizia humana y libre ha constreñido su rebeldía con la seda ceñida de un papel de consorte sometida al ogro de un protocolo que no sabe donde colocar a la mujer de su padre. Aquella ortizada del “déjame hablar a mí” pasó a mejor vida borbónica. Un cuento es crear mundos ajenos a éste y ella es protagonista ya de este cuento caro y absurdo que es la monarquía. Incomprensible para mí, pero claro yo como las chuletillas con las manos.

De la boda en sí huí, pero corrió más que yo. Ya fuera en el bar o en el comentario de quien me acompañaba en el autobús: boda. Tan hortera, supongo, como casi todas, pero más. O eso pensaba hasta esta mañana, hasta abrir la prensa y toparme en una foto con el flamear de lo hortera genuino en un cuadro de encorsetado hortera. Ágata Ruiz de la Prada en guiño maliciosamente ingenuo dibujó un corazón republicano en medio del sarao. Como esa niña que llama gorda a la señora gorda ante el sonrojo de sus padres, Ágata hizo hervir la mueca de los que le sonreían. Un traje a la altura del brillante calambur con que Quevedo llamó coja a la mujer de Felipe IV, con la fuerza expresiva de cualquier sátira dramática de Darío Fo a quién el Vaticano llamó bufón cuando le concedieron el Nobel. Sí. Pero entre tanto cortesano el bufón puso colores a su corazón, medio en broma pero muy en serio, y habló; otros, por miedo o interés, callarán para siempre. 

Punto y final a un esperpento, a una ópera bufa –algún autor denomina a este género, casualmente, zarzuela- latosa pero tan previsible como las antecedentes y como, eso temo, las que quedan por venir. Sobre todo si la pareja sigue los consejos de Rouco y crían una ingente prole de borboncitos ortiz. Podemos juntarnos con más niños en palacio que en la Tierra de Campos toda.

Hoy es otro día y como cualquier día toca trabajar, a quién tenga la suerte de tener trabajo.  


Ah, en Valladolid, para no ser menos, también tuvimos teatro en la calle.

jueves, 5 de mayo de 2005

POR LA NEOLENGUA A LA SHARIA

“LA GUERRA ES LA PAZ 

LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD

LA IGNORANCIA ES LA FUERZA”

Las tres consignas del partido. “1984” George Orwell




Al libro citado, imbuidos por una lectura epidérmica, hemos asociado la idea de una sociedad persistentemente acechada por una pantalla desde la que se observa cada uno de los movimientos de todo individuo. No en vano vivimos en la era de las imágenes. A mí, por el contrario, más que la vigilancia de los movimientos, del libro de Orwell me desasosiega el control del pensamiento. Por más estricta que fuese la vigilancia ningún supuesto Gran Hermano podría aspirar a otra subordinación superior en grado a la obediencia de unos súbditos amedrentados. El dominio absoluto deviene de la aniquilación del pensamiento individual. Cada página del 1984 puntea en ese proceso. La herramienta no es lo de menos, un ministerio encargado de crear un idioma, la neolengua, que tras el vaciado de contenidos del original se torna inútil para expresar sentimientos, sueños, anhelos.  El humano es un ser de palabras y sin ellas, o con ellas restringidas, prostituidas, manoseadas, no es otra cosa que un animal de rebaño. Si la palabra es la célula del pensamiento, su uso fraudulento es la base de la manipulación, de la mentira con aderezos de razón cierta. En ello están. Vocablos edulcorados suplantan a las viejas palabras duras de roer por precisas. Ya nadie despide a los obreros ni cierra una empresa, regula o deslocaliza. Vocablos como libertad, democracia, justicia... antaño preñados de esperanza, ahuecados, hoy son armas arrojadizas en la defensa de algo o  de su contrario. La última perla en el diccionario de la neolengua es objeción de conciencia.

Algunos alcaldes de esta comunidad, encabezados por el siempre ceñudo alcalde de Valladolid, ante la reforma del código civil que iguala en derechos a hederos y homosexuales, se baten en algarada. Apelan a la objeción de conciencia para negarse a oficiar bodas entre personas del mismo sexo y dicho lo cual desfilan opiniones en retahíla. Que si pueden o no pueden negarse, que si la Constitución ampara o no el derecho a la objeción de conciencia, bla, bla, bla. Entre si galgos o podencos otorgamos a la objeción de conciencia un contenido falaz, el pretendido por los alcaldes.

Objeción de conciencia, antes de su secuestro por la neolengua, no era más que un concepto impreciso, un derecho subjetivo, con el que se envolvían los motivos esgrimidos para desobedecer una ley que se oponía a la norma ética individual. En la suma del peso ético de las causas y los métodos enraizaba su fuerza. Era el reto de unos ciudadanos a un poder. El desacato acarreaba para el objetor penas de muerte, cárcel o exclusión social; pero la amenaza del castigo no amedrentaba ante la fuerza de los valores defendidos. Para reafirmar esa postura no aceptaban un beneficio personal de la desobediencia. En algún caso el legislador astuto aspiró a integrar la disidencia sin menoscabo del objeto último de la norma proveyendo algunas leyes con vehículos para su desobediencia. Desobedecer sin desobedecer.

Nuestros prohombres justifican su motín con unas palabras, recitadas tras sugerencias del cardenal López Trujillo, que no denotan un conflicto de conciencia sino otro irresoluble de doble obediencia. Ante la imposibilidad de acatar los dictados de dos fuentes normativas han optado por la de agua bendita radicada en las criptas vaticanas. Contra el agua fresca que, por una vez, brota en el Parlamento.

Pero además la preferencia está motivada de forma artera o la conciencia de estos alcaldes es volátil en demasía.

No hace tanto, quienes hoy se postran de hinojos, no dudaron en apoyar la decisión del mismo Parlamento (con otros mimbres) desoyendo las recomendaciones papales contra la invasión militar de Irak. No hace tanto fustigaban con su verbo iracundo a los musulmanes porque no asumían que en Europa se obedece a la ley antes que a los clérigos, porque imponían la sharía como norma a la que podían. Entre el César y Dios muerte al César si es de los otros, mas si el César es de los míos que muera Dios.

.En neolengua la primera acepción de objeción de conciencia es “instrumento ladino para asestar golpes al oponente político en la cabeza de los que han sido históricamente discriminados por su orientación sexual”. Puede no ser la única si estos neoobjetores, espoleados por sus voceros, calculan que obtendrán réditos políticos. Tal vez mañana su conciencia les impele a pinchar los condones que vayan a ser usados en sus ciudades o a no celebrar matrimonios civiles.

De momento no casarán a los homosexuales y nada les ocurrirá. Algún recoveco del derecho evitará la foto pero han quedado retratados. Pero ojo, sin el aire de las palabras nuestros cerebros se desoxigenan y podemos llegar a creerles.