lunes, 27 de abril de 2009

NO HAY NATA PARA ADORNAR EL PASTEL



Los gurús de la ‘nouvelle cuisine’ pretenden que sus platos entren por los ojos antes de acariciar el paladar; los que tiramos más hacia la gastronomía clásica disfrutamos del preámbulo de una buena fabada con la vista y el olfato. La temporada del Real Valladolid corre el riesgo de parecer mala porque, tras una buena preparación y una cocción adecuada, la presentación final puede despedir un hedor a languidez que nos haría olvidar los buenos ratos pasados. El partido de ayer ha sido uno más de esta retahíla que nos aboca a un fin de año plomizo. Cinco partidos consecutivos sin mojar, mal de muchos consuelo de tontos, pensará alguno en idéntico trance, dos empates a nada en los dos últimos partidos disputados en el verde de Zorrilla y poco, muy poco, que llevarse a la boca.

viernes, 24 de abril de 2009

FUERON PORQUE HABÍA QUE IR



Aquellos que estudiamos en los años previos a la LOGSE recordamos con un poco de humor -y algo más de mala baba- las notas de los exámenes de esa asignatura que entonces se llamaba Lenguaje. Se acostumbraba a restar puntos por cada falta de ortografía y, a resultas de lo cual, la calificación de algún compañero bajaba del cero.
La primera parte del partido de anoche, con aquel método evaluativo, se parecería bastante a uno de esos exámenes con mala nota en el que, además, se debería restar algún puntejo por la pésima ortografía. Un menos tres, menos tres habría sido un resultado justo. Empate al fin y al cabo, pero un resultado que hubiera reflejado de mejor forma las miserias de insulares y peninsulares durante esos insufribles tres cuartos de hora cuyo único valor fue la posibilidad de confraternizar, entre bostezo y bostezo, con la gente de esta sección. Sorprendió la falta de tensión competitiva de un Real Valladolid que, liberado del miedo al abismo, debería mostrar mayor osadía y ningún nerviosismo. Pues bien, vimos todo lo contrario, un equipo pusilánime y despistado. Los primeros quince minutos del buen lateral Pedro López ilustran lo que digo. Erró en cada ocasión que pudo. Parecía que el despiste venía de antes y había salido al campo con las chanclas en vez de con los borceguíes.

lunes, 20 de abril de 2009

EMPATE A CERO, ACERO INDUSTRIAL

El Valladolid traspasa en abril la frontera que yo cruzaré en agosto, la de los cuarenta. En ambos casos podemos decir que nos quiten lo ‘bailao’ aspirando a seguir sonriendo durante lo que nos quede. Pero mientras el que suscribe comienza la primavera con tareas pendientes y esperanzas abiertas, el Valladolid cierra el invierno con los deberes hechos y los sueños rotos. De aquí al final quedan siete partidos en los que disfrutaremos del fútbol a pelo: sin miedo a nadie y sin ilusión por nada. Siete encuentros en los que no deberá tener cobijo la especulación que tanto daño hace, a la economía y al fútbol. El final de temporada se tendría que convertir en un necesario homenaje a la grada y en una sementera de nuevos aficionados.
Pero eso será, si es, de aquí en adelante porque lo que ayer sufrimos en Zorrilla fue fútbol de garrafón, malo mientras se toma y padrastro de una amarga resaca. Frente a frente se colocaban dos de los porteros que aspiran a defender los palos de los mejores equipos europeos y, salvo una parada inverosímil de Asenjo, volvieron a casa con los guantes impolutos. El Villarreal del ‘triste con dos eles’ Pellegrini boqueaba como un pez fuera del agua. Su grupo trabaja con eficacia pero los jugadores que han de marcar las diferencias ya han jugado sus cien mejores partidos. La historia última del equipo amarillo ha sido admirable sin embargo su plantilla necesita un rearme generacional y el margen de error en este deporte siempre es grande salvo para los que pueden tirar impúdicamente de chequera. Espero que el tiempo me desmienta porque el Villarreal se ha ganado muchas simpatías pero da la sensación de que el reloj de esta Cenicienta marca las doce menos diez. El Real Valladolid adoleció de falta de definición para romper el partido en la primera parte. Hay días, el de ayer es un claro ejemplo, en los que los blanquivioletas parecen tener que elegir entre comer o beber. Cuando consiguen hilvanar un buen juego no aparece el remate, si se busca el remate se pierde el juego. En esas estábamos cuando los castellonenses se encontraron con un premio inmerecido: el Valladolid perdía a un jugador y el Villarreal se aprestaba a lanzar un penalty. Fallado el lanzamiento, el Valladolid se conformó, lógicamente, con mantener la igualada. Era menos de lo que se esperaba pero más de lo que podría haber sido. Bostezamos, concluyó el partido y volvimos a casa con los síntomas previos a la resaca. Primer partido de la temporada en que el Valladolid perpetra un empate a cero. Acero industrial, como bien añadió Luismi.

lunes, 13 de abril de 2009

LO MALO NO ES PERDER, SINO LA CARA QUE QUEDA



Comentan los expertos en teología futbolística que Dios es del Madrid. Hoy tienen un motivo más para defender tal aserto. Redivivo este domingo, en vez de a sus apóstoles, se ha aparecido a los del Bernabéu. El resucitado se gusta más en su versión de Medinaceli que tallado por Gregorio Fernández. También es cierto que esta liturgia milagrosa se venía celebrando domingo tras domingo y no nos ha cogido por sorpresa.
Resulta decepcionante para sus rivales acabar derrotados sin poder explicar el porqué. Hoy el Valladolid se ha sumado a la lista de agraviados. Equipos que plantan cara ante la aparente inofensividad de los blancos y que mueren del mordisco de una araña. El único argumento madridista es una fe inquebrantable en el escudo que portan. Fe del carbonero que mueve marcadores a la par que erosiona su antigua grandeza almacenada en color sepia de viejo álbum.

domingo, 5 de abril de 2009

MENDILIBAR, QUÉ BUENO QUE VINISTE

La Primera División es una gran ciudad que se conforma con zonas industriales, barrios periféricos y un centro histórico con sus callejones y recovecos junto a las grandes avenidas llamadas FC Barcelona y Real Madrid. Al Real Valladolid ayer le tocaba pasear por una de ellas para goce y disfrute de una afición que ha demostrado su ejemplaridad y su deseo de ver fútbol del bueno. Sólo así se entiende que el regalo de Guardiola (Liga de Campeones y partidos internacionales mediante) fue reprobado por un público que deseaba ver en el campo a Messi por más que ésto redundase en contra del equipo local. Los aplausos al argentino y a Iniesta atestiguan ese gusto por lo exquisito.
El Barça dosificó el repertorio que esta temporada le ha encumbrado a los altares de la excelencia y no sirve la coartadade lo atiborrado de su calendario, la única razón que propició la merma del juego culé fue la respuesta del cuadro albivioleta. Habrá veces que jugando menos se logre más, pero hoy los chicos de Mendilibar han puesto un precio muy alto a los 3 puntos que los azulgranas han arrancado de Zorrilla. Cabe recordar que hace tres años, el Real Valladolid deambulaba cabizbajo por los arrabales del fútbol. En este tiempo el proyecto del club se ha asentado y en la parte deportiva el mérito tiene nombre propio: José Luis Mendilibar. Podremos discutir algunas de sus decisiones, cuestionarle la capacidad para modificar a su favor el ritmo de los encuentros mediante los cambios. Podremos y lo seguiremos haciendo, pero ante todo hay que reconocer que ha sido el alma de la reconstrucción, que su nombre ya está grabado en las páginas doradas de la historia de este club y que la afición le debe agradecer, entre otras cosas, este paseo orgulloso por las mejores avenidas de la primera división.
El Real Valladolid ha perdido, pero ha muerto orgulloso en el área del Barcelona, hasta el último suspiro nos alimentamos con la posibilidad del empate y el propio rival rindió tributo tras el silbido final: sus abrazos tras el partido indican el valor que dan al triunfo.
En el debe local debemos anotar la nula aportación de los jugadores de banda hasta la aparición de Escudero. Sesma no ha aportado nada y Aguirre el doble, nada de nada. La salida del zurdo argentino fue una bendición que arrastró a la grada a la vez que nos siembra una duda: ¿por qué ha jugado tan poco a lo largo del año? Es el caso más claro de disfunción entre calidad y rendimiento en la plantilla. Nos quedaremos sin disfrutarle.