Con la misma rotundidad con que
Albert Einstein sentenció que solo existían dos cosas infinitas, el Universo y
la estupidez humana, y que no estaba seguro de que la primera lo fuera; se
puede afirmar que todos los años múltiplos de cuatro contienen el 29 de febrero
y se celebrará el espectáculo de las elecciones presidenciales en los Estados
Unidos, sin descartar que pueda no ser bisiesto. O sea, que el próximo primer
martes posterior al primer lunes de noviembre, los estadounidenses tendrán el
privilegio de elegir a la persona con más poder político del planeta. El mundo
no será el mismo si la responsabilidad recae en Clinton, Sanders, Trump o Cruz,
pónganse en el orden que se quiera. Los que no somos de allí les padeceremos
sin haber tenido la posibilidad de decidir quién del cuarteto ha de ser dicha
persona.