Era el mejor y por eso le
seleccionaron, pero su experiencia no parecía que esta vez fuera a servir de
mucho a Rick Deckard. Vencido, solo le separaba del vacío la fuerza con la que,
primero con las dos manos, luego con una solamente, se agarraba a un trozo de
viga que sobresalía de la fachada. Uno de esos a los que quería ‘eliminar’, huido,
acosado, herido, con el alma hecha jirones, había revertido las tornas y,
ahora, encaramado en lo alto de la azotea, podía cortar ese hilo que le cosía
torpemente a la vida. Como cualquier subsahariano que tuviese en sus manos la
vida de un Blade Runner herido por las cuchillas de la frontera que él mismo
vigila, el replicante mira a los ojos de su perseguidor y le dice: "Es toda una
experiencia vivir con miedo ¿verdad? Eso es lo que significa ser esclavo".