jueves, 11 de abril de 2013

ELEGÍA PARA MUCHO ANTES

De unos días a esta parte, las portadas de los periódicos han estado adelantando el trabajo de las páginas necrológicas. No es que en otros momentos la gente muera menos, al fin y al cabo, para nuestro mal, como cantara Serrat, la parca nunca deja de buscar, simplemente, esta semana la guadaña ha segado con mayor profusión en el selecto campo de las personas cuya labor tenía, o había tenido, un enorme impacto social.
Tras la muerte, llega el tiempo de las buenas palabras. La memoria es selectiva, y es tan imponente el abismo del después al que todos estaremos sometidos, que lo malo que queda por decir se ha difuminado en las penumbras del pasado o se nos encoge en el estómago sin fuerza para salir. Elogios que son humo y, como tal,  parece que suben al encuentro de algo pero enseguida se desvanecen. Las alabanzas pronunciadas ante un ataúd nacen tan muertas como los inquilinos de la caja de madera, porque estos no pueden escucharlas.  
Jorge Luis Borges cerraba un poema titulado ‘Aprendiendo’ con estos versos: “Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante una tumba ya no tiene sentido. Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo...".
Los periódicos, como los libros de historia, gastan más tinta en relatar las andanzas de los prohombres, que en narrar las pequeñas historias de personas extraordinarias disfrazadas de gente corriente que hacen más felices a los que tienen cerca, que dedican su esfuerzo a que el barrio en el que viven sea el mejor espacio posible, que desgastan los zapatos pateando las calles de una ciudad a la que contribuyen a mejorar. Una de estas personas, antes de presidir una asociación -un cargo que es más una carga-, dijo que los navajazos en estos colectivos se daban para no tener esa responsabilidad. Miguel Ángel Niño lo asumió con la misma generosidad con la que vive cada día.
No, estas líneas no son un canto a la amistad, sino una genuflexión ante el compromiso callado. Después podría ser demasiado tarde.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 11-04-2013 

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