miércoles, 21 de octubre de 2020

YO SOY

Foto "E Norte de Castilla"
Enfrentarse a una hoja en blanco viene a ser encararse uno consigo mismo, pretender apuntar las conclusiones de un diálogo en el que tú eres todos los interlocutores. Supone un constante ejercicio de tachar, reanotar y volver a empezar hasta que se cree haber obtenido el jugo del autodiálogo y la forma de ofrecerlo. ‘Hasta que se cree’, porque nunca se llega a ese punto: las conclusiones que se abordan son siempre más dudas pendientes de encarar.

Leo que Samuel Paty, un profesor francés algo más joven que yo, ha sido decapitado. El autor de tal barbaridad, Abdoulakh Anzorov, 18 años, de origen checheno, esgrimió que Paty “había osado rebajar a Mahoma”. Ese ‘rebajar’ consistió en valerse de caricaturas de Mahoma publicadas en la revista Charlie Hebdo -en cuya sede, por lo mismo, en 2015 fueron asesinadas 12 personas- para establecer un diálogo en clase sobre la libertad de expresión. Dos apreciaciones: una, Samuel Paty, consciente de que  el Islam prohíbe las imágenes de Mahoma, advirtió de lo que iba a mostrar para no obligar a nadie a verlo; dos, Abdoulakh Anzorov no era uno de sus alumnos.

Bien. Entre la clase y el asesinato transcurrieron once días. Les recomiendo, si me permiten, que busquen la historia de cómo el infundio, el odio y la intransigencia se desplazan retroalimentándose, de cómo el victimismo termina convertido en un puñal.

En el diálogo conmigo mismo me topo con un fundamentalismo islámico que soterradamente pretende imponerse entre los propios de su religión. Las dudas parten del cómo hacer frente sin condescendencias a los intransigentes respetando, a la vez, a las personas que profesan pacíficamente esa religión. Del cómo salvaguardar vidas y libertad de expresión.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-10-2020

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