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Rebusco en el
Diccionario de la lengua española el término ‘hipocresía’. “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”, me responde el glosario. No se trata de
la primera vez que aquí, al pie de un café, cavilo al respecto. Desde que
antaño me topé con el rotundo aforismo del escritor francés François
de La Rochefoucauld -“la hipocresía es
el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”-, volteo recurrentemente este
carrusel de reflexiones. Más en unos tiempos en los que la hipocresía, en
cuanto homenaje, se desvae. ‘Fingimiento’, significan
en su definición las academias. Una circunstancia que limita y aísla: por un
lado, la hipocresía obliga a un juego de máscaras, a un esfuerzo de apariencias,
que restringe al menos un poco el potencial pernicioso del embaucador; por
otro, complica -complica, no impide- la confabulación de quienes presumen del ‘vicio’
referido por de La Rochefoucauld.
En esta ocasión me ha traído de vuelta el artículo de
Fernando Colina ‘Es igual pero peor’ publicado el viernes pasado en esta misma
ventana en el que el autor, al respecto de la barbarie desencadenada en la
Franja de Gaza por el Estado de Israel, de la ‘solución’ amparada en la masacre
provocada aquel 7 de octubre por Hamas, señala que “se lleva a cabo a la luz
del día”. Y abunda, “sin muestra de pudor por parte de los autores”. Y
sentencia dolorido, “ni respuesta efectiva a cuenta de los espectadores”.
En esa falta de respuesta colectiva se enmarca la altivez de
quienes ahora alardean de comportamientos inicuos. Callamos, asentimos,
asumimos. Una falta de respuesta derivada, entiendo, de la complejización de un
mundo que nos resulta inabordable, inaccesible. Apocados, nos sentimos incapaces;
además, bastante tenemos con sobrevivir.
El humano no es
peor, ni mejor que en otras épocas. La coyuntura sí se diferencia profundamente
de las que reconocíamos. Y nos modela de manera distinta.
Una coyuntura
que revoca advenedizas certidumbres de nuevo rico: ni más cultura hace mejor,
ni viajar exime de miserias.
Publicado en El Norte de Castilla el 3-6-2025