domingo, 1 de septiembre de 2024

EL ÁRBOL QUE NO, EL TORO QUE SÍ

Apagué la luz del miércoles con desasosiego. Mi cabeza no acertaba a decodificar el mensaje emitido por la presencia de Boyomo en el once que se enfrentó al Leganés; se me atragantaba la incertidumbre de su continuidad a la manera del Juan Pérez de la película 'Un mundo maravilloso' citada entonces: no estaba seguro de si se trataba de buenas o malas noticias. Faltaban dos días para adecuar la plantilla; a partir del tercero, al menos hasta diciembre, la realidad configurada dictará la sentencia del curso. Al menos, un ensalmo aliviaba la espera: si la marcha del central se torna insoslayable –pese al quebranto por la sensación de que el club se arrogaba la condición de bagatela y revelaba sin pudor una asumida pequeñez–: la retribución propiciará la venida de jugadores que podrán zurcir algún desgarrón de la plantilla.