jueves, 13 de septiembre de 2018

FUTUROS NUNCA PERFECTOS


Acabó agosto y, como de costumbre antes de arrancar cada curso, cogí la bici y me alejé todo lo que un tren permite. Quiso la casualidad que el rincón que correspondía visitar este año fuese Cataluña, así que allí anduve, por toda la línea  de costa que va desde el Delta del Ebro hasta Barcelona, pedaleando durante los días previos y el propio de la Diada. El visitante no percibe hostilidad por llegar de donde llega. Las conversaciones son fluidas sobre cualquier tema que pueda salir a colación, pero del 'asunto', ni palabra. Supongo que el magma fluye por debajo de forma imperceptible para quien está de paso. 
De repente, ya en Barcelona durante el día señalado, la gran riada. Decenas de miles de personas toman las calles hasta convertir estas en verdaderas ramblas humanas, en torrentes de niños, abuelas y viceversa. Tiras la caña y escuchas. Lo que podría parecer una masa homogénea de personas sugestionadas por algún chamán se abre en un abanico de aspiraciones diversas e incompatibles. El futuro nunca perfecto de unas personas nada tiene que ver con el que exponen otras y, sin embargo, todas están allí, paseando al sur de la Diagonal.  De alguna manera, unos y otras han aparcado la tensión interna para un hipotético momento posterior; de momento, una aspiración común conforma, vista desde fuera, una tan aparente como falsa uniformidad. Han escrito un discurso cuyas ramas enlazan con el mismo tronco que sirve para dar sombra a aspiraciones diversas, un relato, y de ahí su potencial creciente, que engloba muchos relatos y que se narra en términos constructivos. Ya no es 'no queremos' sino 'hacemos'. 
Un 'hacemos' que entronca con una realidad que acosa por arriba y se muestra a la defensiva por abajo. El progresivo proceso de desarticulación social que comenzó en los ochenta ha generado una sociedad de ganadores y de perdedores, cierto, pero sobre todo ha abierto una enorme brecha de inseguridad, de incertidumbre, en toda la capa intermedia. Todo es fugaz y los miedos nos atormentan. El recurso habitual, el que lleva años tomando cuerpo en Europa, consiste en encastillarse, en fruncir el ceño, en todo lo contrario a 'hacer'. 
s adelante será lo que tenga que ser, pero, en estas condiciones, esa forma de 'hacer' no podrá ser frenada con 'no proyectos', con más de lo mismo.  Aviso a navegantes: imponer no valdrá. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-09-2018

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