miércoles, 27 de agosto de 2025

TOCAN A FUEGO

 

Foto: EP

Las víctimas, no solo las mortales, se encubren detrás de un número, la tipología del suceso y el lugar señalado por la adversidad: tantos muertos a consecuencia del terremoto de Myanmar, cuantas personas fallecidas en el accidente de avión en Corea del Sur. Una cifra que amontona nombres, difumina rostros y digiere pesares. La distancia, además, atenúa el sentir.

Aunque al deudo, en el duelo, su muerto le impone un dolor íntimo, excluyente e inalienable; por fortuna, el número de víctimas mortales de los incendios que asuelan, aunque no solo, el noroeste de nuestra comunidad no alcanza las cifras de los episodios referidos. Eso sí, a cantidad de personas damnificadas -no solo por pérdidas económicas, antes bien, por la destrucción del espacio natural y visual que almacenaba miles de memorias acumuladas- propicia la profusión de guarismos en el apunte contable, eleva el rango de la desventura. La cercanía, además, define rostros, individualiza datos. Observando el mapa de los incendios relacioné con singular preocupación los puntos con personas con las que mantengo o he mantenido relación. Por algún motivo, tal vez por el impacto producido al observar las llamas en las inmediaciones del pueblo, mi cabeza juguetona, tal vez traidora, relacionó el nombre de Igüeña con un compañero de internado en Palencia, un chaval que presumía de ocho apellidos García. No sé si me equivoco, si, de atinar, continúa viviendo allí, pero cada vez que leo ‘Igüeña’ imagino la transformación de ese cuerpo fuerte, de esa cara sonriente, de ese temperamento fogoso, en un ser afligido, encogido, vulnerable.

Sé que, en cualquier caso, la mutación, la suya y la del resto, será reversible, aunque nunca del todo: quedará huella en cuerpo, alma y paisaje. Y no por un optimismo vacuo o un ánimo condescendiente. Saldrán como antes ya salieron de otras. 

Los porqués, incluso la carga de responsabilidades, serán materia para más adelante. Convendrá para entonces ‘desenmadejar’ el batiburrillo competencial generado por desconocimiento de unos -excusa de otros-, salir de la hipnosis perezosa provocada por la ‘espectacularización’ de la política, desalinearse de banderías alimentadas de desprecio cuando no de odio.

Publicado en El Norte de Castilla el 26-07-2025

domingo, 24 de agosto de 2025

(SOLO) PARA CASO DE EMERGENCIA

 

Foto: Omar Arnau-Factoría 9

La realidad con demasiada frecuencia se empecina en derribarnos. En esos instantes en los que la cabeza se aproxima rauda al suelo, incumbe evitar un costalazo fatal, corresponde enfrentarse a una fuerza de la gravedad con los recursos disponibles: no con los que en circunstancias de normalidad se requerirían para ejecutar una labor, sino con los escasos que en ocasiones se cuenta para salir a flote. Y una dosis de inteligencia para armonizar una respuesta eficaz con las exiguas mimbres, para transformar la necesidad en virtud.

En el fútbol español en general y en el Pucela en particular, no se atan perros con longanizas. En realidad, salvo oasis o espejismo, nunca destacó la copiosidad -aunque sí la desmesura- ni la holgura en los balances. Y si ocurrió, se dilapidó el caudal hasta enrojecer las cuentas.

A buen seguro, la dirección deportiva del Pucela habría deseado contar con un elenco de futbolistas relevantes cuyo solo nombre impusiera respeto en los rivales y enardeciera a la propia hinchada. Habría deseado, en un condicional cifrado bajo el auspicio de unos requisitos inaccesibles. La realidad, cuatro de los cinco jugadores que a lo largo del partido de Castalia se incorporaron progresivamente al once pucelano, Alani, Moreno, Maroto y Garriel, se habían alineado en los equipos de la cantera blanquivioleta. Sumemos los dos ya asentados en la primera plantilla, Torres y Chuki, y a los pródigos Alejo y Amath para completar el 50% de los dieciséis que alcanzaron protagonismo a lo largo del juego. La virtud de la necesidad: de una u otra forma, los jugadores citados, y alguno más, se habrán de convertir en el cimiento futbolístico de un equipo predispuesto a reverdecerse, siquiera a recomponerse, tras deambular en ciclo aciago culminado con el remate indigno de la pasada campaña. La realidad: salvo algún jugador descollante, la cantera, las canteras, hibernan en la noche de los fichajes. La virtud: no pocas veces este recurso requerido ante la carencia de medios solventa sobradamente las exigencias. Contamos, de hecho, con ejemplos recientes. Y alguno no tanto. Uno que, por la vis cómica del protagonista, acude a mi memoria cada vez que se trata de este asunto: el Betis de Lopera que descendió en la 99-00 tras una época en la que el mandatario verdiblanco no reparó en gastos para sumar a los Jarni, Finidi o Denilson a su elenco. Cerró el grifo entre lamentos y de su academia brotaron jugadores que auparon de nuevo al club de su corazón. 

Cierto que para que la huerta florezca, se requiere tiempo y paciencia. Cierto que en esta época en la que el espectáculo ha invadido cualquier esencia, en los aficionados cunde cierta desilusión cuando no se presentan jugadores contrastados en la sala de prensa. El público, con demasiada frecuencia, de un fichaje resalta lo que tiene y de un canterano destaca lo que le falta. No toca. Más bien incumbe a la afición perdonar errores de juventud y aplaudir la osadía de unos jóvenes que -y aquí incluyo a los recién llegados que aún tienen una carrera por labrar- no han jugado ni cinco de los cien mejores partidos que almacenan en sus pies. La contrapartida es el riesgo, pero…

Mejor irse acostumbrando porque pinta que el fútbol español necesitará trabajo de siembra para que el listón no decaiga. La Península Arábiga, el dinero, la geopolítica, arremete con intención de quedarse y la Premier inglesa, bien asentada en Asia, cuenta con alforjas repletas.

De momento, con un poco de suerte, con otro poco de la menor calidad de los equipos de la categoría y el andamiaje defensivo destacado por Almada se disipan temores, se cobra tiempo y confianza.

Publicado en El Norte de Castilla el 24-08-2025

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 17 de agosto de 2025

SOMOS DONDE ESTAMOS

 

Foto: Alberto Mingueza

Comienza la temporada. Nada, nunca, nada está conseguido aunque lo parezca, aunque el apriorismo aliente a sobreestimar la propia capacidad por llegar de donde se llega, por desdeñar la división de acogida. Podemos imaginar que la etiqueta de ‘recién descendido’, el poder amedrentador de la camiseta, el peso del nombre, el respeto de la historia, el ‘por ser vos quien sois’, bastará para desempeñarse por la categoría. Podemos no creerlo desde nuestra construcción racional de las expectativas, asumir la realidad de una competición díscola, ingobernable, fuente inagotable de sorpresas; pero de nuestro inconsciente brota una especie de remusguillo traidor que distorsiona la lógica de esta mirada y desaíra a los rivales por carencia de ‘pedigrí’. El tiempo, los partidos, nos rescatarán del atolondramiento. La camiseta, el nombre o la historia no eximen del merecimiento de la situación, del alineamiento con los rivales a los que no convendrá mirar con altivez.


Dando vueltas a estas obviedades y dado que el primer rival designado por el bombo fuera la AD Ceuta FC, la memoria juguetona me trasladó a un partido de las jornadas finales de la temporada 80-81 también en Segunda División. Se enfrentaban en La Balastera, la demolida, el Palencia CF y otro equipo ceutí de nombre similar, la AD Ceuta, que caminaba desahuciado en el último puesto de la clasificación. El público local despilfarró su energía menospreciando de continuo al rival con el cántico ‘a Segunda B, a Segunda B’. Mi mente infantil no entendía nada. Mientras los morados coqueteaban, también, con las plazas de descenso, su afición humillaba al rival entonando un deseo que bien podría caerles de vuelta. De hecho, así fue. Pese a que el Palencia se impuso por un raquítico 1-0, perdió los restantes tres partidos y acompañó al Ceuta en su viaje a la categoría inferior. El Valladolid no es el Palencia, se me puede responder. Cierto. Pero infravalorar, como escupir hacia arriba, acrecienta el riesgo y motiva pésimas consecuencias.
Cierto es que el nivel de la Segunda es muy inferior al de la categoría perdida. Que se lo digan a Pezzolano. Los errores, tanto defensivos como ofensivos, se multiplican en número y consideración. Extraer rédito de los fallos rivales impulsó al ascenso al equipo dirigido por el de Montevideo. La misma estrategia que, posteriormente, ya en Primera, condujo al equipo al abismo y al técnico al despido. De entrada, en este partido de arranque, dos errores chabacanos y una pérdida con el equipo desajustado escribieron el librillo del génesis de los tres goles. No resto mérito al Pucela -concierne provocarlos y aprovecharlos, y de ambas suertes sus jugadores salieron airosos- pero es lo que hay.  El nivel de la Segunda es muy inferior al de la categoría perdida, pero es el que por méritos corresponde.

A ambas categorías les hermana el espectáculo de las inscripciones. A un lado y otro aparecen clubes que desconocen -o desconocemos- si podrán contar con jugadores ya fichados. Otros años esperábamos con desasosiego al último día de mercado (qué fea palabra cuando la mercancía se compone personas) para conocer el nombre de los fichajes; ahora para constatar si podrán ser alineados. Es el modelo, amigo. Desconcertante modelo antitético de la razón del éxito de este juego: la sencillez, la facilidad -con la excepción del fuera de juego- para la comprensión del reglamento. No pegar, no agarrar, no tocar el balón con la mano.

Comienza la temporada. Parece que con buen pie para el Pucela. Como la temporada pasada. Por Dios, que acabe aquí el paralelismo.


Artículo publicado en El Norte de Castilla el 17-08-2025

martes, 12 de agosto de 2025

MODERNAS CRUZADAS

 

Foto: Andrés Molina.

El debate acerca de la pertinencia de rezar en un polideportivo -en cualquier espacio público- carece ‘per se’ de sentido. Las refinadas mociones presentadas con este supuesto fin en realidad recogen una indeleble voluntad de trazar un rayajo disgregador, una línea fronteriza que delimite para separar un ‘ellos’ ajeno, lejano, inmiscible, de un ‘nosotros’ usufructuario, homogéneo, eterno, depositario de un legado inalienable. Plantear como réplica que el rezo musulmán en la calle se puede identificar con las procesiones católicas de Semana Santa, amparándose en el precepto constitucional estipulado en su artículo decimocuarto resumido por Víctor Manuel en ‘Esto no es una canción’ con el ‘Aquí cabemos todos o no cabe ni Dios’, lejos de ruborizar a los interpelados, contribuye a delimitar el trazo pretendido, a ahondar en la divergencia anhelada, a facilitar el subterfugio preciso.

La efectividad del reclamo de la ‘identidad’ como elemento aglutinador de ese ‘nosotros’, que por exclusión dibuja el ‘ellos’, se sustenta en un ardid: la pretensión de sostener el término con las patas de unas nociones ya superadas; la aprehensión de tal ‘identidad’ como un conjunto estanco, un territorio hostil a la divergencia producida en su interior, enemigo de lo considerado inferior que llega de fuera.  La ‘identidad’ actualizada, por el contrario, agranda su valor cuando se refuerza con el aprecio y la estima al resto de identidades con las que interactúa. La propia ‘identidad’, de hecho, evoluciona, sobrepasa -también por contacto- los límites prefijados. La cultura, la tradición, vulnerables a los aconteceres (pregunten a Joaquín Díaz) muda, camina siguiendo un rastro, no se detiene.

La ‘identidad’ carente de dinamismo, entendida como una fotografía, se transforma en el recurso de determinados poderes para delimitar una clase -en realidad una subclase dentro de una clase- indeseable, para dividir, para domesticar. 

Este concepto perezoso de ‘identidad’ visualiza conjuntos heterogéneos, diversos en sí mismos, como una masa uniforme, como si entre su ‘ellos’ -los musulmanes en este caso- no hubiera diferencias. Las hay, y la construcción de conjuntos impermeables alientan a los que, del otro lado, aparecen en la imagen especular, a los que podrían ser su parte identificable.

Publicado en El Norte de Castilla el 12-08-2025

 

 

miércoles, 30 de julio de 2025

MUERTE POR PEREZA

 

Foto: EP

España muere de exceso de presente. Ha mudado de -si alguna vez lo fue- un proyecto con sus variables, sus aspiraciones diversas, sus resquemores, pesadumbres o desasosiegos, a un cúmulo de zanjas que separa cualquier territorio en dos, limita cualquier debate a sucesiones de diatribas que extirpan los matices, restringe al blanco o negro toda gama de colores. Ha dejado de ser más o menos múltiple para advenirse en dos: la una y las demás. Dos que en esta coyuntura aglutinan por resignación. Por hastío. Sus afanes pendulean entre el acabar con el otro -lo llamen ahora ‘sanchismo’, antes ‘zapaterismo’ o, incluso, pese a las tan interesadas como olvidadizas loas del presente, ‘felipismo’- y el evitar que el otro del otro se encarame en un poder político desde el que, se teme, podría encarnar sus aspiraciones homogeneizadoras.

España muere de agotamiento, pero no de una legislatura, de un ciclo histórico. Si existe solución, pasa por un reinicio. En el proceso se ha completado la capitidisminución de la democracia. Los partidos políticos -si alguna vez lo hicieron- ni ‘expresan el pluralismo político’ ni ‘son instrumento político para la participación’ como dispone la Constitución en la que sus dirigentes tanto se amparan. De antemano, el modelo, mediante la trampa de las pequeñas circunscripciones, contrae el número de alternativas, tergiversa la representación -no miren a la periferia, UCD/AP/PP y PSOE obtienen más por menos- y lamina la pluralidad. Con la asunción del ‘callar para ganar’, el ansia de unidad/uniformidad de las organizaciones políticas, se canceló cualquier posibilidad de fiscalización interna. Cantamos bingo: desdemocratización y vaciamiento, causa y efecto o efecto y causa.

España muere de pereza. En las ficticias controversias rematadas con el ‘y tú más’, los contendientes requieren el apoyo electoral con el argumento de ‘ellos son peores’. Sin espacio para la propuesta de fondo. Endogamia de la política, políticos que hablan de políticos.  Permítanme el símil escatológico: sobrellevo mi cáncer a la par que una fisura anal me atormenta. Mientras no me vea morir -y de momento no parece-, me paso el día pendiente del culo.

Publicado en El Norte de Castilla el 29-07-2025

 

martes, 15 de julio de 2025

MIÉNTEME

 

Foto: Reuters

Apesadumbrado tras años de vagar ejerciendo su labor de pistolero, compungido por el recuerdo de interminables horas de pendencia, Johnny Logan sustituye la pistola por una guitarra. Así ataviado, con la excusa de ejercer un trabajo como músico, regresa en busca de un pasado que abandonó, de la calidez que le evoca el recuerdo de Vienna.

Frente a frente, Johnny suplica a Vienna unas palabras que le sugieran ‘algo bonito’. Ella, condescendiente, se ofrece dispuesta a satisfacer sus deseos. Para complacerle precisa las palabras que él requiere. Y surge uno de los diálogos más ilustres de la historia del cine.

-Miénteme, dime que me has esperado estos cinco años. Dímelo.

-Todos estos años te he esperado.

[…]

-Y que todavía me quieres como yo te quiero a ti

-Te quiero como tú me quieres a mí.

Cuesta refutar las palabras cuando estas acarician el alma, bien porque se adecúan al deseo, bien porque otorgan la razón. Tanto, que husmeamos en busca de un halago, que rastreamos en busca de adhesión. Es posible que Vienna, hasta recitando letra por letra las palabras demandadas, diga la verdad. Que lo escuchado sea cierto o desprecie la realidad resulta intrascendente. Logan, de hecho, relaja el gesto y cierra el diálogo con un tan rotundo como satisfecho ‘gracias’.

Recuerdo esta escena cada vez que me tropiezo con muestras de enojo por el fenómeno de los bulos, patrañas de toda la vida. Quizá en otros momentos, no sé, tal vez cuando el diario World, propiedad de J. Pulitzer, o el Journal de W.R. Hearst incriminaron a ‘los españoles’ del hundimiento del Maine, cuando el propio Hearst ordenó a uno de sus empleados eso de “usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la guerra”, quizá. Los bulos de hoy, como las palabras de Vienna, responden en muchos casos al interés del que escucha, se transforman en munición para los propios, los que comparten etiqueta, adscripción, identidad. Trazos gruesos, sin matices, imágenes que demonizan, relatos que condenan, mechas que convierten una circunstancia en coyuntura. Como Logan, pero al revés: aparcando las guitarras, deseando las pistolas.  

Publicado en El Norte de Castilla el 15-05-2025

domingo, 13 de julio de 2025

LAS FUERZAS ALMADAS PUCELANAS

 

Foto: Carlos Espeso

En el cuerpo de uno de esos artículos que trascienden del momento en que fue publicado, allá por marzo de 1987, Manuel Vázquez Montalbán describió al Barça -su Barça- como “el ejército desarmado de un país” -refiriendo ‘país’ a Cataluña-. Paradójicamente, en el título de la reseña, “Barça, el ejército de un país desarmado”, el autor había atribuido el adjetivo ‘desarmado’ al ‘país’ en vez de relacionarlo con el propio equipo de fútbol. Casi cuarenta años más tarde, y atañéndonos a la temporada que terminó apenas hace unas semanas, podríamos definir al Pucela como “el ejército desalmado de Valladolid”. En este caso no nos asaltaría la duda acerca de dónde colocar el adjetivo, titular “Pucela, el ejército de una ciudad desalmada” carecería de sentido. 

El equipo sí, a lo largo del curso, manifestó todas las atribuciones que dan sentido al elenco de acepciones del concepto ‘desalmado’. Su desempeño reveló los rasgos de un grupo ‘falto de conciencia’, tal y como indica la primera definición del Diccionario de la lengua española, ante la responsabilidad que le correspondía; el empecinamiento o la incapacidad que encadenaba esperpentos se tornó en un ejercicio ‘cruel e inhumano’, segundo significado del término, para la afición blanquivioleta; y, al fin, de agosto a mayo, desde el palco hasta el último jugador, el equipo que ultrajó la historia del club pucelano no tuvo empacho en deambular ‘privado o falto de espíritu’, tercera y última definición, por los diferentes estadios de la categoría.      

Un proyecto en caída libre, sin futuro, rumbo ni dignidad…; un proyecto mortecino, sin alma, nos arrojó a la resignación, a asumir que la caída al precipicio era una cuestión de tiempo; un proyecto que perdió hasta la noción de proyecto.

La llegada de unos nuevos propietarios abre una vía de esperanza. Aporta el consuelo del ‘peor no puede ser’, despierta una ilusión que arrincona a Murphy, que impele a olvidar que ‘toda circunstancia es susceptible de empeorar’. Más allá de los vericuetos de los despachos, la primera decisión, la de quien aporta la espalda que ha de cargar con el peso del equipo, ya se ha tomado: una incógnita despejada que responde al nombre de Guillermo Almada. A él le corresponderá construir un equipo, dotarle de espíritu, de ánimo, de identidad…, de fútbol. La labor encomendada, titánica ya digo, consiste en revertir una dinámica vergonzante, en hacer honor a su apellido y dotar de alma al equipo vestido de blanquivioleta, en conformar las fuerzas almadas pucelanas. Si logra que el orgullo renazca, que alcance más allá de la efímera ilusión del reinicio, su nombre se instalará definitivamente en el santoral de este club que se encamina a su primer centenario.      

Publicado en El Norte de Castilla el 13-07-2025

 

 

 

 

martes, 1 de julio de 2025

BASES FRENTE A LAS BASES

 


Foto: Reuters

Giro la cabeza y observo, limpio, aséptico, integrado, el mismo ‘Duque de Lerma’ que, descollante, insurgente, me recibió a mi llegada a Valladolid con el grito de ‘OTAN no, bases fuera’, un clamor silenciado por el paso y el peso de una historia que ha arrinconado en el desván del bienestar, en el cajón individualizador de la competición aspiracional, cualquier reclamo colectivo. Aquella voz, auspiciada por, y frente a, la imagen del despilfarro del gasto militar que suponía el desarrollo en Valladolid del desfile del Día de las Fuerzas Armadas, se ha tornado en un susurro melifluo, un lamento apenas perceptible, ante la pretendida imposición por parte del presidente de los EE.UU. del incremento del presupuesto bélico hasta alcanzar el 5% del PIB.

Europa, en este tiempo, ha mutado de jabalí bravío en cerdo doméstico que ha interiorizado que la ‘panija’ le corresponde ‘per se’, por su cara bonita, y no como parte del proceso de amansamiento, de domesticación; no con la intención de un cebado previo al degüello. Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, epítome del modelo complaciente -aquí, en diciembre, ya comentamos sus serviles ademanes cuando nos impelió a asumir ‘una mentalidad de guerra’- se deshace en grotescas carantoñas al ‘papi Donald’ que ha movido pieza para un doble jaque. Amontonados los 5% incidirían en la cuenta de resultados de las empresas suministradoras de cañones, compañías mayoritariamente estadounidenses. Y el mate: el deseo no escondido de un Trump que desprecia el modelo europeo: obligaría, por la vía de los hechos, a los países que acepten el artificio a renunciar a la mantequilla. Y a los que no, si se quedan solos, les insistirá -al menos lo pretenderá- pero ya por las malas.

Giro la cabeza en sentido contrario y observo, salvífica, la vigésima caja de pastillas dispensada por la farmacia del Clínico, la que su coste superior a los dos millares de euros ha sido pagado entre todos. Qué suerte, qué riesgo.

Acecha el 5%. Ay, con lo desmesurado que resultaba el 0’7 propuesto por Naciones Unidas para ayuda al desarrollo…

Publicado en El Norte de Castilla el 1-7-2025

 

 

 

martes, 17 de junio de 2025

DEMOCRACIA EROSIONADA

 

Foto. EFE

De la misma forma en que el tiempo resquebraja un edificio, el transcurso de los años agrieta cualquier arquitectura institucional, cualquier entramado social. Los buenos propósitos, siquiera aparentes, de todo arranque de ciclo van siendo sepultados por los fangos depositados por las hornadas de dirigentes subsiguientes: las conformadas por individuos que supieron acodarse en los resortes de poder político aprovechándose de la dejación colectiva de generaciones que habían asimilado como como algo natural la estabilidad del sistema; las que se aunaron adaptándose a los usos y costumbres que servían de escalera; las que se encumbraron como la hiedra. A buen seguro, la generalización es injusta: ni lo iniciático se conforma desde el absoluto candor, ni lo posterior enmugrece a todos sus protagonistas; pero la deriva es inexorable, los ciclos nacen y mueren; fenecen ahogados por sus propias contradicciones. Llegado el momento, o la consciencia general impulsa una catarsis o el desmoronamiento del inmueble -auspiciado por los dueños del solar- aplastará a los más vulnerables y dejará sin hogar a los que se pretendían por encima de estos riesgos.

La sacudida del último cutre lodazal que ha zarandeado al gobierno y anquilosado al PSOE incide en el desgaste, aumenta la indignación y promueve la desafección -eufemismo que sustituye a ‘mandarlo todo a la mierda’-. El ramplón ‘y tú más’ al que se recurre como excusa se convierte en síntoma. Con la misma lógica con la que se repite el aforismo ‘locura es hacer lo mismo esperando resultados diferentes’, los señalados en esta ocasión se han amparado en el ‘si nunca pasa nada, no tiene por qué ocurrir ahora’. Olvidan o desconocen los procesos de erosión.

Al final, el cuerpo destruido por la continua fricción resulta la democracia. Salvo que por democracia se entienda la elección entre susto y muerte, el asumir lo menos malo como opción.  

Entretanto, en la parte de democracia que ya ni se considera, por más que la ficción muestre una ruptura irreconciliable entre las organizaciones políticas mayoritarias, el presupuesto en defensa, acatando imperativos externos, aumentará a costa de lo necesario.

Artículo publicado en El Norte de Castilla el 17-06-2025

 

 

miércoles, 4 de junio de 2025

AÑORADA HIPOCRESÍA

 

Foto: EP


Rebusco en el Diccionario de la lengua española el término ‘hipocresía’. “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”, me responde el glosario. No se trata de la primera vez que aquí, al pie de un café, cavilo al respecto. Desde que antaño me topé con el rotundo aforismo del escritor francés François de La Rochefoucauld  -“la hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”-, volteo recurrentemente este carrusel de reflexiones. Más en unos tiempos en los que la hipocresía, en cuanto homenaje, se desvae. ‘Fingimiento’, significan en su definición las academias. Una circunstancia que limita y aísla: por un lado, la hipocresía obliga a un juego de máscaras, a un esfuerzo de apariencias, que restringe al menos un poco el potencial pernicioso del embaucador; por otro, complica -complica, no impide- la confabulación de quienes presumen del ‘vicio’ referido por de La Rochefoucauld.

En esta ocasión me ha traído de vuelta el artículo de Fernando Colina ‘Es igual pero peor’ publicado el viernes pasado en esta misma ventana en el que el autor, al respecto de la barbarie desencadenada en la Franja de Gaza por el Estado de Israel, de la ‘solución’ amparada en la masacre provocada aquel 7 de octubre por Hamas, señala que “se lleva a cabo a la luz del día”. Y abunda, “sin muestra de pudor por parte de los autores”. Y sentencia dolorido, “ni respuesta efectiva a cuenta de los espectadores”.

En esa falta de respuesta colectiva se enmarca la altivez de quienes ahora alardean de comportamientos inicuos. Callamos, asentimos, asumimos. Una falta de respuesta derivada, entiendo, de la complejización de un mundo que nos resulta inabordable, inaccesible. Apocados, nos sentimos incapaces; además, bastante tenemos con sobrevivir.

El humano no es peor, ni mejor que en otras épocas. La coyuntura sí se diferencia profundamente de las que reconocíamos. Y nos modela de manera distinta.

Una coyuntura que revoca advenedizas certidumbres de nuevo rico: ni más cultura hace mejor, ni viajar exime de miserias.

Publicado en El Norte de Castilla el 3-6-2025

domingo, 25 de mayo de 2025

PUNTO FINAL, PUNTO Y SEGUIDO

 

Foto: Carlos Gil Roig

Obviamente me equivoqué, cuando, en los días previos al comienzo de esta infausta temporada, decidí que 'caminando sobre el alambre' sería un título idóneo para esta ventana, un encabezamiento que habría de definir la venidera peregrinación por la categoría recién adquirida: un caminar de funámbulo contorsionándose en pos de equilibrar su cuerpo para lograr mantenerse en pie y así alcanzar la plataforma de salvación. Mis dotes proféticas quedaron en entredicho demasiado pronto: la caída fue tan prematura que no ha existido caminar, ni siquiera alambre. Tan temprana, que el resto del trayecto ha supuesto sin más el prolongado trasiego hacia la nada del acróbata abatido, un rosario de pasos intrascendentes, desilusionados y, peor aún, desilusionantes. Tan largo, que el final ha generado un resuello de alivio. El sonido del silbato que puso fin a este pertinaz esperpento me provocó la misma exclamación que recordé se producía tiempo atrás en mi pueblo cuando, en verano, mi tío Pedro celebraba la misa. Este, que ejercía de sacerdote en otros puntos de la provincia, regresaba a la casa de sus padres y sustituía a don Rufino, el párroco local, que simétricamente se desplazaba a su localidad de origen. El hombre se extendía tanto en el ceremonial que la misa excedía con creces el tiempo al que la concurrencia estaba habituada. De tal forma que, tras el 'podéis ir en paz', alguna voz socarrona, en vez del consabido 'demos gracias a Dios', se limitaba a resoplar, entornar los ojos y aventar un sonoro 'gracias a Dios'.

El colofón, no podría ser de otra manera, se ha convertido a la vez en compendio y antítesis. Compendio en cuanto que el encuentro ha recopilado las carencias arrastradas a lo largo de la competición –perdón por utilizar esta palabra ultrajada en blanquivioleta–por este grupo desasido, desamparado, incapacitado, abatido... El Leganés, otro descendido, ha plasmado la abisal diferencia que separa el 'caminar sobre el alambre' de un equipo consciente de sus limitaciones del arrastrarse semana tras semana en cada estadio de la categoría. Antítesis, precisamente, al observar el desempeño pepinero. Al final, comprobamos que un idéntico resultado no responde a prácticas similares. Al constatar la opuesta reacción de ambas aficiones –una reconoce aplaudiendo, la otra digiere maldiciendo–, resulta sencillo colegir los antagónicos estados de ánimo. De la misma manera con la que encontramos, así cantaba Leño, 'maneras de vivir', también existen maneras de descender. Y ha correspondido la peor.

Punto final, punto y seguido. Vendrá la próxima temporada, trasiego para arrostrar, desierto para atravesar. Un viaje, además, pleno de cambios por desentrañar. Más que venir, iremos a ella. Y puesto que será obligatorio tomar una decisión al respecto de cómo enfrentar el tiempo que atravesamos y nos penetra, me quedo con el consejo de la abuela Luz María –el personaje interpretado por Zenia Marabal en la película dirigida por Benito Zambrano 'Habana Blues'– en una de las escenas rodadas y no incluidas en el metraje: «Pase lo que pase y venga lo que venga, nunca pierdas la ternura». Pues eso. Ternura y agradecimiento a ustedes.

Publicado en El Norte de Castilla el 26-5-2025

 

martes, 20 de mayo de 2025

CENSURAR RETROCEDE

 


Foto: Efe


La piedra está echada a rodar cuesta abajo, obedece, sin más, las leyes de la dinámica. El desplazamiento no arranca ahora: ahora se percibe porque ya ha adquirido una velocidad que asusta, incomoda o, según a quiénes, ilusiona. Los nombres de líderes que sucesivamente han emergido no fueron resultado de una generación espontánea surgida de la nada, de una sociedad inerte, sino el efecto lógico de un mundo agrietado, de una estructura que amenaza ruina, de un armazón institucional que no trasmite sensación de cobijo.  

Apuntaba Manuel Vázquez Montalbán, en la revista Ajoblanco en 1993, que “una sociedad puede perfectamente legitimarse mientras funcione la alianza entre los dos tercios dominantes: instalados y emergentes. Y los sumergidos, como no hay ninguna posibilidad de vertebración […], esta sociedad los puede digerir perfectamente”. Tesis ya anunciada por el economista J. K. Galbraith

La alianza entre los dos primeros tercios se ha roto -el tiempo, las elecciones presidenciales de EE.UU. de 2028 aportarán una pista, constatará si esta separación se tornará transitoria o irreversible. O camine de lo segundo a lo primero estableciéndose una nueva alianza tras hacernos deambular por un escenario de trágicas consecuencias-, y no como fruto de que los sumergidos encuentren una fórmula de vertebración que haya desestabilizado el statu quo; sino a resultas de que -como efecto de las fallas estructurales del sistema, las tesituras que no se han abordado, los movimientos que en amplios círculos se han transmitido como amenazas- ha crecido en el segundo tercio -incluso en vetas del primero- un desafecto hacia lo que perciben como impuesto, un temor hacia un modelo que depaupera, una ecuación que cuestiona privilegios.  

Ocurre que el sistema no percibe (o sí y les conviene) que los rechazos no crecen a favor sino en contra, no responden a leyes de su modelo caduco. Las fuerzas que representan el desafecto son apoyadas porque se asume que molestan, que duelen. La pretensión de cancelarlas, léase por ejemplo Rumanía, lejos de anularlas, implica un mayor crecimiento por más que se postergue. O sea, doble error porque, además de contraproducente, censurar supone caminar hacia atrás.

Publicado en El Norte de Castilla el 20-05-2025

lunes, 19 de mayo de 2025

EL MIEDO A OTRO PRECIPICIO

 

Foto: C. Espeso

Al Pucela se le fue la luz, se le apagó el fútbol. Se ha conducido de la penumbra a la tiniebla. La percepción del entorno no alivia la realidad con ensueños. Si en otras ocasiones, las certezas de los descalabros alentaron el ánimo del desquite, si las heridas de la defenestración se aderezaron con el bálsamo de las expectativas, si las lágrimas del infortunio se enjugaron con la toalla del seguro retorno; ahora la certeza, la herida o el llanto se hunden en la congoja del desaliento, en el agonizante 'vete a saber cuándo volveremos a jugar un partido de Primera'. El miedo propio de la sensación de vulnerabilidad atenaza y presenta la espesura de los peores escenarios. No aparece ni por la imaginación un clavo ardiente al que agarrarse. En este irse la luz blanquivioleta, la afición –la ciudad, diría– se halla como la mayoría de españoles aquel lunes, último de abril, que ya preservaremos indefinidamente en nuestra memoria: sorprendidos, atenazados, sin entender qué, sin comprender cómo, confiando en que... Mi cabeza entonces recurrió al pasado. A mi madre sacando de la cómoda las velas –que obviamente guardaba porque los apagones resultaban previsibles–, o retirando con premura el cable de la antena si el apagón se producía de resultas de una tormenta. A mí mismo ordeñando a mano las vacas hasta que alguien inventó una piececita que, colocada en el tubo de escape del tractor, permitía a la ordeñadora realizar su tarea. A todos con la certeza de que la avería sería resuelta en poco rato. Ahora, el apagón nos abocó a la paralización casi absoluta de las actividades, nos presentó un descenso a los infiernos, una secuela de interrogantes cuyas respuestas se empecinaban en mostrarnos quebradizos, vulnerables, fútiles. Respuestas sin respuestas ante el hecho.

 

No atisbamos solución al apagón pucelano. Encadena derrotas en este patético final, asume lastres que habrá de acarrear en el reinicio, desconoce las manos que habrán de dirigirlo en las distintas instancias de decisión... Su imagen como club, quebradiza, vulnerable, fútil, descorazona. Sobrevive, así lo transmite, encadenando patadas 'p'alante'–no escribo patada a seguir porque en el argot rugbístico se denomina de esta forma a un golpeo intencional al balón, un pateo con sentido–. En la respuesta del 'Ronaldo vete –o vende– ya' se esconde el riesgo, visto lo visto, leído lo leído, de que la alternativa aún empeore lo inempeorable. No es cuestión de ser agorero: cuando Ronaldo llegó, no lancé salvas. Como Santo Tomás, no lo haré con quien haya de venir hasta que palpe carne resurrecta.

 

Ante el Alavés, la tristeza por este devenir se me incrementó ante la circunstancia de que, pese a jugarse todos los encuentros a la misma hora, no hube de estar pendiente de las alteraciones de los marcadores en otros estadios. Siquiera para concebir una secuencia de imprevistos resultados, algún súbito gol ajeno que apremiase a mantener encendido el concentrador de oxígeno, una maquinita mutada a inútil una vez refrendado el apagón futbolístico blanquivioleta.

Publicado en El Norte de Castilla el 19-5.2025

 

miércoles, 14 de mayo de 2025

CHICOS DE BARRIO, MUESCAS DE ARRAIGO

 


Foto: Rodrigo Jiménez

Miguel Delibes, en sus 'Viejas historias de Castilla la Vieja' no le cupieron todas las historias que en esta tierra el discurrir del tiempo ha ido avejentando, relatos desatendidos en el geriátrico donde aguardan ese puñado de días por el que se deslizan hacia el olvido, andanzas de otros tiempos sin parangón con las vivencias del presente. Tiempo atrás me contaba mi padre una peripecia que bien podría haber servido de base a Delibes para relatar otra vieja historia e incluirla en el libro citado; una correría que, cosas de la tradición oral, a él también le habían referido sus mayores. En una de tantas épocas en las que el hambre apretaba, un zagal acarreaba una olla con los garbanzos de un cocido que habría de servir de sustento a una partida de labriegos. De camino, aprovechaba para ratear alguna cucharada. Una no se notará, debió pensar. El asunto es que tuvo el mismo pensamiento varias veces. Y claro, una, y otra, y otra..., merman considerablemente el conjunto. Al llegar a la tierra correspondiente y entregar el puchero, los campesinos se dieron cuenta del menoscabo. Le preguntaron al chaval qué había pasado. El mancebo, azarado, tuvo que buscar un requiebro que le sirviese de escapatoria. Y lo halló.

–Cuando venía, se me cayó la cazuela al suelo y me tocó recoger lo que pude.

La carcajada de los labriegos, a pesar de la certeza de que la ración sería corta, de que habría mucha jornada para tan poco garbanzo, despistó al zagal, no la comprendía; aunque le alivió: bien sabía que el adulto que ríe se convierte en inofensivo y, por tanto, la travesura no conllevaría azote alguno.

–¿Y cómo conseguiste recoger el caldo del suelo?

Excusas para salir del paso, excusas como las utilizadas por Álvaro Rubio –que si hacemos méritos, que si competimos cada vez mejor–; excusas de mal pagador que ante el Girona sí han cobrado sentido: el fútbol, quizá como venganza, no ha procedido con justicia con el Pucela.

Al menos, el partido ha servido para presentar dos caras nuevas, dos pilares sobre los que se deberá edificar el Pucela que habrá de venir. Uno, Alani, ha apurado los últimos minutos del encuentro; el otro, Iago Parente, adquirió credencial de titular y ha dispuesto de minutos sobrados para mostrar competencia. Salvo el argumento de la necesidad de salvar la categoría del Promesas, suena herético el empeño de alinear en estos últimos partidos a jugadores que ya son pasado, el desperdicio que supone el que no hayan servido para aportar cuajo –o para probar el nivel– en jugadores que, tal vez, puedan alimentar lo venidero.

Iago, junto con Chuki, además de canteranos, son críos de la ciudad, chicos de nuestros barrios, jóvenes amigos de jóvenes que se retroalimentan en el sentir como propia la blanquivioleta. Señas de identificación, muescas de arraigo, cimiento emocional. ¡Cuánto tiempo perdido!

Publicado en El Norte de Castilla el 14-5-2025

lunes, 12 de mayo de 2025

ESCASEZ DE MOTIVOS DE GRATITUD

 

 Foto: Francisco Ubilla-Factoría 9

Nuestra existencia, sin más, encabeza la lista del catálogo de los milagros. Siquiera, de los milagros estadísticos, de los que transforman en hecho lo numéricamente improbable. Al menos cuando la vida se desarrolla en condiciones de dignidad, incumbe celebrarla, conviene estimar el regalo de los sentidos por la capacidad que nos otorgan de percibir, de relacionarnos... Nos corresponde agradecer la vida a la propia vida y así lo infirió allá por el 1966 la cantante chilena Violeta Parra cuando compuso su 'Gracias a la vida', cuando musicalizadamente expresó su gratitud porque «me ha dado tanto».

 

Pocos meses después, en febrero del 67, sin que en ese lapso aparentemente le aconteciera nada traumático que le impeliese a mudar esa impresión, acabó con su vida. De hecho, pretendió dar por concluida su existencia en alguna otra ocasión a lo largo de esos meses. Aparentemente, el canto y el hecho se contradecían, resultaba paradójico tal fin en la misma persona que escribiera su gratitud a esa vida que «Me ha dado el sonido y el abecedario./ Con él, las palabras que pienso y declaro:/ madre, amigo, hermano, y luz alumbrando».

Cuesta acoplar letra y hechos. Aunque, para intentarlo, la propia música aportaba una información adicional. La tonalidad musical despedía un aroma melancólico; la melodía transmitía un aire lánguido, una apariencia mustia. Más vestigios: Violeta Parra habla ya de la vida como desde fuera, asumiendo que el proceso de su fin estaba en marcha, que abordaba con esa letra una despedida en la que plasmaba una cierta sensación de contento, de reconciliación consigo misma. Un rastro final: el disco al que pertenece el tema se titula 'Últimas composiciones'. En este contexto, el término 'últimas', como el 'nuevas', son adjetivos que refieren a lo más reciente. Un disco o un libro es el último o el nuevo de un autor mientras no aparezca otro más último o más nuevo. Sin embargo, ese 'último' arrastra una carga de ambivalencia, en su significado cabe el 'hasta aquí he llegado'. La pesadumbre por el desenlace no elimina la percepción de una vida que le mereció la pena haber vivido, una existencia que se puede inhumar bajo el epitafio 'fue bonita mientras duró'.

Epitafio lejano a las palabras con las que cualquier aficionado del Pucela cincelaría la lápida de esta temporada. Lejano o útil para reciclarlo añadiendo una doble negación: 'no fue bonita ni mientras duró'.

La pesarosa melodía que acompaña a los últimos partidos del Valladolid no resulta una despedida de la categoría porque la impresión, visto lo visto, sentido lo sentido, nos muestra un equipo que nunca formó parte de la primera división por más que la historia recordará que participó en dicha competición. Estuvo, pero ni puede dar las gracias a un trayecto vital que se ha consumido sin siquiera haber tomado forma reconocible.

Estos últimos partidos aportan menos emoción que las contiendas futboleras entre pueblos vecinos –carecen de la rivalidad que aporta la cercanía–, que los enfrentamientos mañaneros entre las peñas; la misma que los enfrentamientos de solteros contra casados en las fiestas de los pueblos. Menos, me atrevo a apuntar, porque, sin nada en juego, no transmiten ni la alborozada desenvoltura de aquellos. Se juegan porque entra en la obligación de completar un calendario. Podríamos pensar en que aportan utilidad para forjar una estructura de cara a la próxima temporada. Observando el elenco, ni eso. Si acaso rescato el crecimiento de Chuki. Pero al parecer tampoco hay garantía de que permanezca. A ver si sí.

Publicado en El Norte de Castilla el 11-5-2025

 

martes, 6 de mayo de 2025

HÁGASE LA LUZ

 


Foto: EP

De repente, cuando esperaba que el charcutero, mientras andaba entretenido lamentándose del triste devenir del Pucela, me cortase unas lonchas de algo con que adornar la barra de pan, se ennegreció la mañana. En el mercado, expectantes, nos mirábamos aguardando esos segundos previos a la vuelta a la corriente normalidad, pero ya saben ustedes que los minutos se alargaron hasta vestir de horas. Una semana ha transcurrido. No se ha dejado de hablar, mucho blablá y poca aclaración que, al parecer, a (casi) nadie de los empeñados en perorar conviene: de un lado, por esconder responsabilidad; de otro, por esparcirla.

Una imagen de aquel rato se me ha grabado como definición, del momento y de tantos otros: un operario, supongo que de mantenimiento del mercado, esbozando un gesto sereno, una sonrisa aliviada, una laxitud delatora, recorrió los pasillos haciéndonos saber que no había luz en toda la calle. Vaya, que el marrón que minutos antes intuyó habría de tragarse se había disipado. “Escúchenme, a mí no me miren”.

Los días transcurridos han desalentado a la razón. Ustedes ya lo saben, poco más puedo añadir, donde y cuando se requiere información precisa se superponen la prisa por exculpar y la premura por embarrar. Con un añadido, el recelo al conocimiento expresado. En este caso, no tanto por desprecio al saber, por la suplantación de la superchería, sino por el ruin ejercicio de aplicar interés al raciocinio, de dosificar la información técnica en pos del provecho de parte. Escucho argumentos como quien se topa con un médico a sueldo de una funeraria. Así, oigo análisis juiciosos, argumentados, con sólida base científica, pero que guardan ases para concluir lo que a priori sabes que, en función de la firma, van a concluir. Sea, en este caso, al respecto de la energía nuclear… o de las renovables.

Un último parecer. Hablamos de la luz, de que se fue… pero me da que el elemento distorsionador, tal vez porque el lapso no duró lo suficiente, no fue tanto la bombilla oscurecida como las conexiones interrumpidas.    

Publicado en El Norte de Castilla el 6-5-2025

 

 

 

lunes, 5 de mayo de 2025

VALLADOLID COMO LUGAR EN EL MUNDO

 

Foto: Rodrigo Jiménez

En Santa Rosa del Conlara, pequeña ciudad ubicada en un valle del departamento Junín en la zona rural de la provincia de San Luis, en un territorio que despectivamente adjetivaríamos por estos lares como 'la Argentina profunda', Mario Dominicci repartía su tiempo laboral entre la cooperativa lanera que tiempo atrás había concebido e impulsado y una docencia encaminada a formar –a formar como sinónimo de instruir e ilustrar; no como mero ejercicio de adiestramiento, de capacitación profesional– a la chiquillería vástaga del resto de cooperativistas. En el fondo ambos pilares sujetaban el mismo edificio en construcción: un refugio que ahuyentara el miedo, un soporte para aglutinar las fuerzas individuales en renuencia colectiva que inmunizara ante los Andrada de turno siempre dispuestos a negociar con la debilidad de los trabajadores y pequeños propietarios.

Mario, protagonista del recuerdo de su hijo Ernesto que sintetiza la película 'Un lugar en el mundo', tropieza con una realidad que choca de frente con su prédica, con su concepto ético y filosófico, con su rebeldía; al fin y al cabo, con toda su labor vital: el miedo siempre aparece, los 'Andradas' –por si acaso– lo promueven en cuanto encuentran ocasión –y siempre la encuentran– e impele a tomar decisiones contraproducentes. Y cuando el miedo no procede, brota una comodidad que amodorra.

Los cooperativistas, con premura por cobrar, con atávico pánico a los designios del opulento de turno, rompen el pacto fundacional y venden a Andrada la lana a un precio inferior al que hubieran obtenido simplemente habiendo esperado. Mario, con el encolerizado rostro de Federico Luppi, inflama aquella lana acomodaticia. Sin nada, entiende, no existe miedo a que nada se pierda. En el continuo comenzar se descomponen las semillas de la complacencia, de la molicie; se destruyen los gérmenes de la resignación.

Demasiado pronto vendió el Pucela su lana al primero que postuló. Tal vez desde que ascendió y consideró un logro la presencia en Primera división. Un logro, no un desafío. Su patético deambular por la categoría suponía pan para hoy y hambre para mañana: estar sin ser.

De repente, ante el Barcelona –un Barça que no deja de serlo por plagar la alineación de suplentes– se ha atisbado un incendio, un ataque de rebeldía. Los culés se han visto obligados a correr más de lo que deseaban, a jugar menos de lo que querían. Cierto que jugar ante un grande, al menos en los días en los que no te bambolean, ofrece una ventaja conceptual: ellos te colocan, jugar bien no exige marcar los pasos del baile –como sí requiere el enfrentamiento ante un igual–, basta con seguir el ritmo marcado y, a ser posible, no errar para exigir, no regalar para obligar.

El Pucela ha quemado lo que tenía. Corresponde un nuevo inicio. No un reinicio, que es asunto diferente, un nuevo inicio. En la dignidad de esta derrota se ha debido de dar cuenta de que no es nada y lo tiene todo. De que no es momento para capitular sino para pensar y ejecutar. De elaborar un proyecto de arriba a abajo que sepulte este con tan calamitoso final, implementar una idea que parta con un afán: asentar las raíces en este territorio, encontrar en esta ciudad ese lugar en el mundo, su lugar, su mundo.

Publicado en El Norte de Castilla el 5-5-2025