domingo, 13 de julio de 2025

LAS FUERZAS ALMADAS PUCELANAS

 

Foto: Carlos Espeso

En el cuerpo de uno de esos artículos que trascienden del momento en que fue publicado, allá por marzo de 1987, Manuel Vázquez Montalbán describió al Barça -su Barça- como “el ejército desarmado de un país” -refiriendo ‘país’ a Cataluña-. Paradójicamente, en el título de la reseña, “Barça, el ejército de un país desarmado”, el autor había atribuido el adjetivo ‘desarmado’ al ‘país’ en vez de relacionarlo con el propio equipo de fútbol. Casi cuarenta años más tarde, y atañéndonos a la temporada que terminó apenas hace unas semanas, podríamos definir al Pucela como “el ejército desalmado de Valladolid”. En este caso no nos asaltaría la duda acerca de dónde colocar el adjetivo, titular “Pucela, el ejército de una ciudad desalmada” carecería de sentido. 

El equipo sí, a lo largo del curso, manifestó todas las atribuciones que dan sentido al elenco de acepciones del concepto ‘desalmado’. Su desempeño reveló los rasgos de un grupo ‘falto de conciencia’, tal y como indica la primera definición del Diccionario de la lengua española, ante la responsabilidad que le correspondía; el empecinamiento o la incapacidad que encadenaba esperpentos se tornó en un ejercicio ‘cruel e inhumano’, segundo significado del término, para la afición blanquivioleta; y, al fin, de agosto a mayo, desde el palco hasta el último jugador, el equipo que ultrajó la historia del club pucelano no tuvo empacho en deambular ‘privado o falto de espíritu’, tercera y última definición, por los diferentes estadios de la categoría.      

Un proyecto en caída libre, sin futuro, rumbo ni dignidad…; un proyecto mortecino, sin alma, nos arrojó a la resignación, a asumir que la caída al precipicio era una cuestión de tiempo; un proyecto que perdió hasta la noción de proyecto.

La llegada de unos nuevos propietarios abre una vía de esperanza. Aporta el consuelo del ‘peor no puede ser’, despierta una ilusión que arrincona a Murphy, que impele a olvidar que ‘toda circunstancia es susceptible de empeorar’. Más allá de los vericuetos de los despachos, la primera decisión, la de quien aporta la espalda que ha de cargar con el peso del equipo, ya se ha tomado: una incógnita despejada que responde al nombre de Guillermo Almada. A él le corresponderá construir un equipo, dotarle de espíritu, de ánimo, de identidad…, de fútbol. La labor encomendada, titánica ya digo, consiste en revertir una dinámica vergonzante, en hacer honor a su apellido y dotar de alma al equipo vestido de blanquivioleta, en conformar las fuerzas almadas pucelanas. Si logra que el orgullo renazca, que alcance más allá de la efímera ilusión del reinicio, su nombre se instalará definitivamente en el santoral de este club que se encamina a su primer centenario.      

Publicado en El Norte de Castilla el 13-07-2025

 

 

 

 

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