Las víctimas, no
solo las mortales, se encubren detrás de un número, la tipología del suceso y
el lugar señalado por la adversidad: tantos muertos a consecuencia del
terremoto de Myanmar, cuantas personas fallecidas en el accidente de avión en
Corea del Sur. Una cifra que amontona nombres, difumina rostros y digiere
pesares. La distancia, además, atenúa el sentir.
Aunque al deudo,
en el duelo, su muerto le impone un dolor íntimo, excluyente e inalienable; por
fortuna, el número de víctimas mortales de los incendios que asuelan, aunque no
solo, el noroeste de nuestra comunidad no alcanza las cifras de los episodios
referidos. Eso sí, a cantidad de personas damnificadas -no solo por pérdidas
económicas, antes bien, por la destrucción del espacio natural y visual que
almacenaba miles de memorias acumuladas- propicia la profusión de guarismos en el
apunte contable, eleva el rango de la desventura. La cercanía, además, define rostros,
individualiza datos. Observando el mapa de los incendios relacioné con singular
preocupación los puntos con personas con las que mantengo o he mantenido
relación. Por algún motivo, tal vez por el impacto producido al observar las
llamas en las inmediaciones del pueblo, mi cabeza juguetona, tal vez traidora,
relacionó el nombre de Igüeña con un compañero de internado en Palencia, un
chaval que presumía de ocho apellidos García. No sé si me equivoco, si, de
atinar, continúa viviendo allí, pero cada vez que leo ‘Igüeña’ imagino la
transformación de ese cuerpo fuerte, de esa cara sonriente, de ese temperamento
fogoso, en un ser afligido, encogido, vulnerable.
Sé que, en
cualquier caso, la mutación, la suya y la del resto, será reversible, aunque
nunca del todo: quedará huella en cuerpo, alma y paisaje. Y no por un optimismo
vacuo o un ánimo condescendiente. Saldrán como antes ya salieron de otras.
Los porqués,
incluso la carga de responsabilidades, serán materia para más adelante.
Convendrá para entonces ‘desenmadejar’ el batiburrillo competencial generado
por desconocimiento de unos -excusa de otros-, salir de la hipnosis perezosa
provocada por la ‘espectacularización’ de la política, desalinearse de
banderías alimentadas de desprecio cuando no de odio.
Publicado en El Norte de Castilla el 26-07-2025
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