En su nuevo aposento, junto a su hermana, se topa con Stanley Kowalski, el marido de esta, un rudo jornalero de origen polaco que asienta la relación con su mujer en un proceder física y emocionalmente vejatorio. Stella, mientras, se ha visto forzada a sobrevivir en un territorio hostil, montaraz; lejos le quedan las ínfulas de su hermana. Aguanta el comportamiento de Stanley por una mezcla de atracción perversa y ausencia de escapatoria. El conflicto, no podía ser de otra forma, estalla entre Blanche y Stanley. Ninguno ahorra recursos para zaherir al antagonista. Ella pretende alejar a su hermana del dominio despiadado al que él la somete; él descubre pretéritos pasajes de la vida de ella que utiliza para escarnecerla. Tanto en el libro como en la adaptación cinematográfica de Elia Kazan encontramos el desarrollo del enfrentamiento entre estos dos mundos –el refinado decrépito y el agreste que busca su espacio por medio de la violencia– en constante colisión.
Dos mundos con paralelismos en otros lugares, en otros momentos, en otros microcosmos. Blanche nos recuerda a la nostálgica creencia de los aficionados de cualquier equipo de fútbol, esa por la que pretenden que en su interior se aloja el espíritu de dichos clubes (lo de clubes es un decir). Stanley, como los propietarios, impone la gestión, la fuerza bruta del peso de las acciones. Los 'Blanches' cuestionan la labor de los 'Stanleys', pero a la postre son estos los que deciden en función, no del bien de la entidad, sino de sus intereses. De esta forma, por lo que sea, el Real Valladolid se halla en perenne construcción.
Cada nada, se destruye de un manotazo, subastando lo poco preciado que quedaba, lo poco edificado de que se disponía y vuelta a comenzar. Cierto es que cualquier proceso requiere evolución, que no cabe el anquilosamiento; pero una cosa es evolucionar a partir de una idea y otra, radicalmente distinta, hacer continuo borrón y cuenta nueva. De repente, a falta de quince partidos –no hay más terreno para enjugar las desventajas–, en los partidos del Valladolid aparecen cinco nombres –Florian Grillitsch, Tamás Nikitscher, Antonio Candela, Joseph Aidoo, Adam Aznou– de los que –salvo del ghanés– apenas sabíamos nada;cinco futbolistas de cinco orígenes distintos. Habrá que asumir el espíritu de Blanch y confiar con ella en la bondad de estos desconocidos. Y en la ya descontada de Anuar, claro.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 10-02-2025
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