martes, 5 de febrero de 2008

AVE GRANDE COME MUCHO

El futuro ya está aquí. Ese tren que nos han vendido como el bálsamo de Fierabrás que ha de curar todos los males habidos y por haber, galopa ya por nuestras calles. Los periódicos han escupido las caras de una larga lista de próceres (y no tanto) que sonríen a caballo ganador. Ha venido y lo vemos porque, lejos de circular bajo la tierra vallisoletana, luce esplendoroso a nuestro nivel. Ya habrá tiempo para esconderlo.

Madrid-Valladolid en una hora frente a las casi tres que hemos perdido en cada desplazamiento. La zona este de la ciudad se abre paso ante venideros años de vacas gordas cuando todo esté enterrado y bien enterrado. Millones de personas encontrarán el paraíso bajo los adoquines pucelanos. Y mucho más que se me olvida.

miércoles, 8 de agosto de 2007

MORIR SOLO, SÓLO MORIR

       Arsenia y Amalio pudieron haber muerto allá por el año 25 del siglo pasado, cuando nacer y seguir vivo era arte de funámbulos, pero sobrevivieron. Hasta el otro día. Quizá mucho antes habían dejado de existir y la fuerza que arrastraba sus pies no era sino el reflujo del último estertor. Pero de su muerte física nada supe hasta antes de ayer. Podrían haber muerto en esa guerra traidora en la que jugaban a esquivar obuses o en esos exangües años posteriores de estómago vacío, a todo ello resistieron. Por un miserable chusco llenaron de llagas sus manos y así, año tras año, hasta que la maquinaria les echo de las prosperas fincas del señorito. En la capital, con tantos como ellos, encontraron cobijo bajo una chapa, entre cuatro tablones. Sólo varios años después, incontables horas de trabajo después, compraron una casa digna de tal nombre. En ella criaron a sus cinco hijos, en ella invocaban a esos axiomas de la unidad familiar. Pero a su alrededor las viejas estructuras se derrumbaban antes de construir las nuevas. Dos días atrás aparecieron muertos en su vieja casa, seis días llevaban sin que nadie les hubiese echado de menos; mas su muerte se produjo mucho antes, cuando se despeñó la única institución en que los humildes podían creer: los que tenían cerca.”


Es un retazo de historia. Unas líneas en las que hace tiempo quise reflejar la soledad de los desamparados. La soledad de los últimos días. El relato de un caso extremo porque, a pesar de que se repite inexorablemente,  la mayoría de los corazones laten por última vez rodeados de las personas a las que han querido, a las que han entregado sus vidas. Pero ese último aliento se produce después de años en que las secuelas de la vejez unidas al frenético ritmo de nuestras vidas han privado del calor de la compañía. Un buen baremo para analizar la calidad de una sociedad es medir el trato que se dispensa a las personas mayores. El peso recae sobre todo en manos de las mujeres, hijas que abnegadamente entregan sus cuidados a sus padres. Pero eso debe ser cada vez más pasado. Es una labor que nos corresponde a todos y eso supone que los hombres compartan esa labor y que la sociedad articule los medios necesarios para que eso sea posible. Las administraciones públicas tienen una labor que desarrollar. Una labor encaminada a la atención de nuestros mayores y que permita a los que algún día lo seremos poder desarrollar nuestra actividad profesional. Eso es compatible con la vida en común de todos en el mismo hogar si así nos lo planteamos. Centros de día que hagan compatible el cuidado con el trabajo. Las necesidades no acaban ahí, en paralelo es necesaria la creación de centros residenciales para quienes por razones de salud, incapacidad de desplazamiento o cualquier otro motivo requieran una atención continuada durante las veinticuatro horas del día. Una red pública cuyo coste a los usuarios vaya en consonancia con la capacidad económica. Uniendo el aumento de la esperanza de vida, la menor tasa de natalidad y el cambio que ha experimentado nuestra sociedad estas necesidades irán aumentando de forma paulatina y ya llevamos mucho retraso.

sábado, 4 de noviembre de 2006

BLANCO, NEGRO... TODO GRIS

Siempre fue así. Habituados al poder, tan interiorizado lo tienen, que cuando -cosas de la democracia- lo pierden, su reacción se asemeja a la de cualquiera de ustedes si viesen caer algo hacia arriba. Es el sino de la derecha, una especie de síndrome de Obelix, creen que de niños cayeron en una marmita llena de una pócima mágica y desde entonces, incontestablemente, el poder es suyo. Y aún así no cejan en el empeño y siguen pidiendo un cacito más.
En el fondo no les falta razón, mientras las fuerzas económicas se impongan impunemente y marquen la estrecha senda por la que hemos de caminar, el poder será hereditario. Y lo manejan con la experiencia de generaciones. De las viejas a las nuevas. Son tantos años que han aprendido a apropiarse de todo con más destreza que yo a cambiarme de calcetines. Deciden, imponen y hacemos. Un día tras otro, hasta configurar un mundo a su gusto que no es otro que el de sus intereses.

martes, 29 de noviembre de 2005

MICRÓFONOS CARGADOS POR EL DIABLO


Un suponer, yo escribo que Federico Jiménez Losantos es homosexual. Lo repito cada mañana, todos los días, cada uno con verbos más sañudos que el anterior. Él, un machote por la gracia de Dios, pretende fundamentar con educación (ya digo que es un suponer) mi mendacidad, al menos en lo que a su persona se refiere. Lejos de rectificar y con la espalda cubierta insisto y aporto “pruebas” de grueso calibre: uno de sus compañeros de trabajo es homosexual, en sus años mozos compartió piso con otro joven, un miembro de mi equipo de investigación relata al por mayor secretos de su alcoba. Cuando el señor Jiménez Losantos replica que está casado con una mujer yo me armo con el micrófono para ahondar en mi tesis: la boda fue una tapadera, su esposa, a efectos legales, es lesbiana y su matrimonio no ha sido consumado. Los millones de personas que me leen y oyen, aunados por un odio común, no dudan de la veracidad de mi relato o al menos comulgan con mi propósito, ante el enemigo el fin justifica los medios, de hundirle ante los suyos que conciben la homosexualidad como una aberración. Si decide ir ante un juez su defensa jurídica sería inconsistente, nadie le ha acusado de ningún delito, nadie le  ha calumniado. Además en ese caso yo denunciaría su intento de silenciarme, un nauseabundo ataque a mi libertad de información.

La libertad, ¿cuántas fechorías se hacen en tu nombre? ¿Cuántas veces olvidamos que eres de todos o no eres? ¿Cuántas...? ¿Cuántas...? ¿Cuántas...?

La libertad de información es una niña siamesa que nace soldada al derecho a la información. Tras la cirugía de separación viven los dos o ambos mueren. La información arrendada, sesgada, falaz, arranca de la sociedad el derecho a la información. Un periodista tiene sus ideas y debe expresarlas libremente, de ahí a la mentira interesada media un abismo que más de uno barre a diario.

La libertad de información no es de nadie al ser de todos. Muchos son los que apelando a su nombre la mancillan. El recorrido entre un hecho y una noticia está salpicado de cocodrilos. Empresas, administraciones públicas o jerarquías religiosas, que pagan sonidos o silencios con sueldos o ingresos publicitarios, amos de emporios informativos interesados en ser poder, opinantes deshonestos, presuntos historiadores...

Pero cualquier ley que pretenda regular el trabajo de los informadores supone un riesgo que no debemos correr, aunque haya micrófonos que los cargue el diablo. Todas las mañanas. Toda La Mañana.


Artículo publicado en la edición para Castilla y León de 'El Mundo'. 

lunes, 7 de noviembre de 2005

MI PADRE ES UN GENOCIDA

Por estas fechas hace un año que se jubiló mi padre tras más de medio siglo surco abajo, surco arriba. Nunca le faltó un mendrugo pero nunca tuvo más. Hijo mayor y huérfano desde los once años arrancó de la tierra el fruto necesario para que cuatro niños pudiésemos llegar a hombres. Hoy la OMC le acusa de genocida.

sábado, 29 de octubre de 2005

DEBAJO DEL BURKA

Para cualquier madridista Villarreal no es más que un poblacho de provincias y Guti les presta su voz: “paletos”. Para un directivo merengue el Valencia no es más que estación de paso,  para cualquier futbolista con aspiraciones llámese Mijatovic o Mendieta. Para cualquier acémila del fondo sur los futbolistas de un equipo vasco “no son españoles son hijos de puta”. Para cualquier norteamericano el difuso e inconcreto resto del mundo tiene la obligación de permanecer sometido y, además, no hacerse notar. Para cualquier gobierno de los USA la defensa de los intereses de sus empresas ha sido prioritaria frente al respeto a unos mínimos derechos en los territorios donde se implantan. Para cualquier multinacional, Afganistán, tras su labor de zapa al expansionismo soviético, se convirtió en potencial campo sembrado de oleoductos que omnipotenciasen su control de los centros de extracción del petróleo mundial. Con el pretexto de liberar a las afganas de sus burkas y transformada su tierra en desierto para horadar, pretenderán ver sus bragas desde el subsuelo ocupado completando el ciclo de humillación. Cuando tiroteas a la milana puedes ser ahorcado por cualquier Azarías harto de prepotencias. De soberbios es no esperarlo, de mentecatos no entenderlo. 

viernes, 28 de octubre de 2005

A VUELTAS CON LA ENTREPIERNA

Uno ya está un poco mayor, y sobre todo casado, para alardear de deseos húmedos en entrepiernas varias. Lo que no obsta para reconocer que épocas hubo en que me hubiera matado por encontrar con quien compartir pasiones y pulsiones, que las copas con los amigos eran la posición de partida de un juego cuyo culmen se tejía en una alcoba desconocida. Pero eran muchas más las veces que retornaba a casa silbando, impasible el ademán y pensando que la próxima vez sí. Así, de fracaso en fracaso, hasta el efímero éxito final y vuelta la burra al trigo, que nada hay más tenaz que un veinteañero en la búsqueda de un acople sexual.

Gonzalo Muinelo en la ofrenda de la vera cruz fustigaba a tirios y troyanos, testigos mudos de un proceso de descristianización de la sociedad. Síntomas hay de la razón de su aserto, el mensaje de aquel rebelde muerto a manos de los suyos no tiene apenas seguidores y menos entre los que así se llaman. Murió pobre, clamó por la justicia, alzó a los marginados sobre los fariseos, expulsó del templo a los mercaderes... en fin “el que quiera venir tras de mí que deje todo cuanto posea y me siga”. Pero hete aquí que no, que la descristianización pregonada es la de una sociedad moderna que vive en promiscuidad. Pasmoso si no fuera tan manida la aversión al sexo de los sectores que hoy copan el poder en una institución tan jerarquizada como la iglesia católica. Mandamases iracundos que anteponen su restrictiva moral tildando de actuar como animales a quienes desoyen sus mandados. Sorprendente es su desconocimiento de la biología y el machismo que rezuman. Si algo diferencia, en materia sexual, a la mujer de cualquier otra hembra mamífera es la disposición a poder disfrutar del goce carnal más allá de la razón reproductiva, cualidad biológica que nos separa del mundo irracional. Nada hay más animal, menos humano, que soslayarla para relacionar sexo con reproducción, anular las llamaradas de nuestro cuerpo y desoír los cantos del placer. Contingencia que si se nos dio es para disfrutarla. Y si don Gonzalo no quiere en su derecho está pero ya es hora de que mire a su alrededor, comprenda que la tierra gira, asuma como bueno lo que no daña y ceje en su empeño de satanizar a quienes no pasan por su ojo de la aguja. Así cada quién disfrutará con quien quiera y los Muinelos de turno serán un poquito más felices, tendrán un motivo menos de preocupación. Que además no es para tanto.

ESCUPÍ EL PLATO EN EL QUE COMÍ

Son pocos y sus cuentas no son corrientes. El mundo cae a sus pies y cualquiera de sus actos, gestos o salidas de tono se convierte en portada de los medios de comunicación y lugar común de las charletas de tasca durante varios días. Viven como dioses y como tales viven. Su única habilidad conocida es la destreza con los pies.

Uno de ellos, cuando su equipo celebraba el triunfo en un torneo, deslenguado por la euforia y quien sabe por qué más, micrófono en ristre y mil cámaras mediante, oficia su “éxito” con un estentóreo cabrón a modo de afrenta final al equipo vencido que casualmente fue el suyo.

Un poco por su voluntad y otro por la que se le venía encima suplica perdón, reconoce su yerro y desagravia su ofensa mostrando gratitud al club otrora vejado. A partir de ahí todo son parabienes y aplausos por su pronta rectificación en la que asume como verdad revelada que uno no debe escupir el plato en el que comió. Deduzco que si la burla hubiera ofendido a otro club que no le hubiera tenido jamás en su plantilla nunca se hubiera retractado de sus palabras pero ¿qué es eso del plato que te dio de comer?

En el fútbol de élite, tal y como hoy se entiende, el futbolista es a la vez mano de obra, materia prima y máquina de producción. Europa, la Europa rica, consume más de lo que produce y escarba fuera de sus fronteras en pos de críos que en un futuro cercano alimenten su beneficio. América del Sur y África son los caladeros en los que se atrapan las piedras que, debidamente pulidas, se convierten en diamantes.

Samuel Eto´o, nuestro protagonista, era un chiquillo africano cuyas cualidades innatas para eso del fútbol le libraron de la patera. Un privilegiado de una forma de entender el mundo. El éxito de uno trasciende mientras la miseria de los demás es la realidad cotidiana de la que nos alejamos. Él llega a España en avión.

La empresa que le contrató no valoró otra cosa que el rendimiento económico que Eto´o le iba a ofrecer en el futuro, nunca le regaló un plato de comida. Se lo ofreció a cambio de muchísimo más.

El fútbol es una empresa que vende ilusión pero la ilusión es una espejismo que rinde cuentas en el futuro. La empresa es una realidad que hace caja día a día. El perdón suplicado por Eto´o es digno de encomio pero de sus palabras sobran las de un agradecimiento innecesario. El plato que le dieron, el que le dan, no es tan distinto del pesebre en el que mi padre echaba la panija a los cerdos, pensando en San Martín.

jueves, 27 de octubre de 2005

SIN ARMAS, CON SOLUCIONES

La esencia de una sociedad es el conflicto. Bien encauzado supone un paso adelante, una oportunidad. Pero a veces se encanalla hasta ajar el tejido social. Existe un mojón en el camino a partir del cual es tarde para aplicar ensalmos o pretender sanar con gasitas de algodón.
En el País Vasco subsiste un conflicto enquistado cuya metástasis llega a cualquier rincón de España, un conflicto que ensarta el pasado y el fututo rasgando cualquier atisbo de normalidad social, cultural o política. ETA, en este contexto, es sólo la punta negra de un iceberg. Pasear por las calles de las ciudades vascas o dedicar unos minutos del verano a hablar con gentes de esa generación, la mía, que ha nacido allí pero vuelven puntuales a nuestros pueblos, los de sus padres, no deja lugar a la duda.
ETA es un residuo del franquismo, una banda que pretende imponer su visión del mundo a punta de coche bomba. Un anacronismo sin valor futuro pero capaz de deteriorar el presente. El final de su anacrónica violencia es el paso previo para abordar las demás contradicciones, para que el conflicto deje de ser tal. Pero el remedio no es sólo el fin de la violencia etarra.
Anteayer cientos de miles de personas se manifestaron por las calles de Madrid convocados por la Asociación de Víctimas del Terrorismo con el empeño de defenestrar la resolución del Parlamento por todos conocida.
Entiendo, desde el dolor de quien lo ha perdido todo, su afán. Comprendo que como dolientes principales necesiten una reparación y centren su empeño vital en ello. Quien ha sufrido el rigor de la violencia debe ser un soporte ético pero nunca se puede arrogar el privilegio de ser un colectivo decisorio en exclusiva de las políticas ni ser ejecutor del derecho. El uso perverso del poder empático de las víctimas va preñado de una malicia irresponsable.
La macabra trayectoria de ETA es el deyección de un conflicto. Pero tras el eco de los disparos olvidar su respaldo social, criminalizar a todos los que sin violencia aspiran a lo mismo, desoír el magma que mana bajo nuestros pies, puede lastrar los días venideros.
Con la violencia de ETA hemos de acabar, sus planteamientos políticos sólo pueden refutarse con argumentos de mayor peso.
Los conflictos que brotan de enfrentamientos nacionalistas son de largo recorrido, o se trabaja en pos de una solución o pudren las carnes como una larva que va creciendo y brota de sopetón estallando en la cara. Las soluciones manu militari demoran pero no curan. Tito mantuvo aparentemente acallados los ecos nacionalistas en Yugoslavia medio siglo. El resto de la historia ya la conocemos.