martes, 5 de febrero de 2008

AVE GRANDE COME MUCHO

El futuro ya está aquí. Ese tren que nos han vendido como el bálsamo de Fierabrás que ha de curar todos los males habidos y por haber, galopa ya por nuestras calles. Los periódicos han escupido las caras de una larga lista de próceres (y no tanto) que sonríen a caballo ganador. Ha venido y lo vemos porque, lejos de circular bajo la tierra vallisoletana, luce esplendoroso a nuestro nivel. Ya habrá tiempo para esconderlo.

Madrid-Valladolid en una hora frente a las casi tres que hemos perdido en cada desplazamiento. La zona este de la ciudad se abre paso ante venideros años de vacas gordas cuando todo esté enterrado y bien enterrado. Millones de personas encontrarán el paraíso bajo los adoquines pucelanos. Y mucho más que se me olvida.

No cabe duda, se trata de una buena noticia pero salpicada de tal triunfalismo que no nos ha permitido emitir un análisis sosegado ni valorar algunos riesgos. Por empezar por lo primero, reducir el tiempo del desplazamiento es un alivio que desnuda una carencia sufrida durante muchos años: se tardaba tres horas, básicamente, porque para ir de Valladolid a Madrid (o viceversa) recorríamos al pie de 260 km, casi 100 más de los que se harán ahora. Una obra, la variante del Guadarrama, mil veces reclamada pero nunca, hasta ahora para el AVE, ejecutada. Una obra que señala ese déficit de interés sobre esta tierra al que nos hemos acostumbrado. Con mucho menos gasto y mucho antes podríamos habernos puesto en Madrid en poquito más de hora y media -menos, incluso, con una buena explotación de los trenes rápidos que había ya en circulación-. A la par corremos el riesgo de centrar todos los esfuerzos presupuestarios en el nuevo tren, eso significaría la progresiva desaparición del tren convencional lo que supondría dos problemas: nos dejaría sólo con la opción más cara y alejaría, de esta forma, a las capas sociales menos pudientes de la opción del transporte ferroviario y los núcleos de población más separados de las estaciones AVE perderían muchas posibilidades de uso del tren lo que desestructuraría (más) al conjunto de la comunidad autónoma. Hemos de ser muy beligerantes en este sentido. No podemos poner todos los huevos en la misma cesta por nuestro propio bien.


Dicen que para 2011 estará soterrado pero lo que se esperaba pagar con el precio del suelo liberado parece que no va a ser tan fácil: el boom inmobiliario toca a su fin y Zaragoza puede servir como ejemplo. Al final será más caro lo que detraerá dinero de otras partidas y menos adecuado a las necesidades reales de la ciudad. Es la apuesta de este alcalde que, tras años de criticarlo y caer del caballo como San Pablo, se ha convertido en el más firme (por alardes militares, no por los hechos) defensor de este proyecto. Dicen que eso supondrá el despegue de los barrios allende la vía pero olvidan decir que la situación actual, más que al pobre tren, se debe a las escasas inversiones realizadas en la zona más desatendida de la ciudad. Una barrera que ha sido frontera por su impermeabilidad, por sus escasos (y malos) pasos, por su desastrada apariencia, por la inacción política, parece que toca a su fin pero hay que preguntar el por qué y exigir responsabilidades por tantas décadas de estigmatización. Tan dispuestos están (los mismos) a adornarse con los suntuosos oropeles de las inauguraciones como a silenciar lo que se alista en su debe. Dicen que entrará bajo superficie al llegar a Daniel del Olmo. Ya se hablaba del soterramiento, de la magnitud del gasto, cuando en una ciudad llana se permite la expansión al lado de la vía. Quienes habitan en la Zona Sur no verán al tren soterrado. Si es un inconveniente ¿por qué no lo previeron? Si no lo es ¿para qué tanta milonga?

Publicado en "Delicias al día" 

No hay comentarios:

Publicar un comentario